Frecuentemente el gasto en propaganda de un gobierno es inversamente proporcional a su calidad democrática. De eso estamos siendo testigos en Chihuahua, sobre todo las dos semanas recientes.
El Gobierno del Estado y sus aliados participaron con una diligencia digna de otras causas en la manifestación del 26 de febrero contra el Plan B en materia electoral, insistiendo en su defensa de la “democracia”. Su afán democrático duró sólo unos cuantos días: el PRIAN rechazó todo debate legislativo durante la entrega del informe de la C. Gobernadora, evitando que se le tocara siquiera con la pluma de una pregunta. Prohibidas manifestaciones que no fueran aplausos. A falta de tribuna, la bancada de MORENA echó mano de pancartas para expresar los cuestionamientos más importantes al informe.
Ni que decir de la ausencia de formas democráticas en el espectáculo del Centro de Convenciones del sábado 4. Se mandó a funcionarios y empleados del gobierno a volantear personal o virtualmente para invitar al evento. Y ahí, de nuevo, sólo hubo un poder, una protagonista, a pesar de que un domingo antes se habían llenado la boca hablando de contrapesos y de procesos democráticos.
Las únicas manifestaciones que se permitieron -y se promovieron- fueron las costosas inserciones pagadas, de tradición priísta, por cierto, felicitando a la Gobernadora por su gestión de gobierno. La inserción vale por sí misma, dispensa de todo análisis o evaluación. Quien paga por felicitar, otorga, seguramente por lo mucho que se le ha otorgado. Muchos medios que otrora daban cabida a debates, a análisis sobre los diferentes aspectos del informe, ahora se cerraron a las opiniones críticas o tan sólo analíticas. Sólo se admiten felicitaciones. Para beneplácito del gobierno y de la caja registradora de algunos medios.
La valentía y la acuciosidad de algunos medios constituyen la honrosa excepción. Por ejemplo, el certero análisis de los portales La Verdad de Juárez y Raichali de Chihuahua donde contrastan con la realidad las trece principales frases del Informe de Resultados y concluyen que un 61.5 por ciento de las trece frases verificables resultaron engañosas. Una frase resultó verdadera, el 7.69 por ciento; 3 son falsas, un 23.08 por ciento y la restante resultó inverificable, Y vaya qué hay muchas medias verdades y mentiras completas a desmontar, como la realidad del endeudamiento del gobierno, la entrega de prebendas en efectivo o en territorio a grupos de amigos, el derroche en medios, en contraste con lo poco que se gasta en prevención y atención a las violencias contra las mujeres.
Cuatro días bastaron para que el ruido “civilizado” de las inserciones pagadas fuera apagado por el ruido plebeyo de la protesta de las mujeres el 8 de marzo.
No hubo ni agentes foráneos ni terroristas que la atizaran, como algunos pretenden. Basta con que las mujeres sientan que Chihuahua sea el estado con mayor porcentaje de feminicidios y de violaciones por cien mil habitantes en el país. Basta con que les indigne que, a pesar de que se presume que tres mujeres presiden los poderes del estado, las violencias siguen siendo el pan cotidiano de sus vidas. Violencias, la mayor parte de las veces impunes, ni siquiera investigadas, como ha demostrado Imelda Marrufo de la Red Mesa de Mujeres, de Juárez. Fue la exasperación de que su causa sea manipulada y nunca atendida la que armó de pintura la mano de las manifestantes. Fue la orden a los escoltas de la mandataria de arrojar cohetones sobre las mujeres lo que incendió el momento. Luego, la represión abierta, el gaseo contra las manifestantes, con el pretexto de defender el Palacio, atrincherado contra la ira popular.
Olvidan que los incendios siempre comienzan desde arriba. La violencia estructural es la que inflama la violencia de respuesta. Ya lo dijeron los obispos de Chihuahua luego de la represión del gobierno de Oscar Flores a las personas guerrilleras del 15 de enero de 1972.
Para contrarrestar la manifestación de las indignadas, los grupos del privilegio volvieron a utilizar la inserción pagada como su forma de participar para denostar a quienes protestan por ser vulneradas por los poderes establecidos. De inmediato esgrimieron una condena a los hechos, supuestamente sutil, realmente torpe, sin considerar sus raíces sociales ni su circunstancia. ¿No se han dado cuenta estas gentes de empresa abajofirmantes que Chihuahua lleva varios años encabezando el país en violencia laboral, según reporta el INEGI? O sea, que la justa rabia del 8 de marzo no sólo tiene como raíz las omisiones y negligencia del gobierno, sino también de las empresas donde florece todo tipo de acoso.
Mientras las autoridades y algunos grupos empresariales sólo escuchen el canto de las inserciones pagadas y atribuyan a agitadores externos y terroristas las manifestaciones indignadas de las mujeres, nuestra democracia sólo será de fachada. Por cierto, muy pintarrajeada.