Mas allá de las críticas, incluso justificadas que se le puedan hacer a Gorbachov por haber trabajado para comerciales de Pizza Hut y Louis Vuitton, lo cual fue una humillación para el legado de la Unión Soviética. Fue el hecho de haber sido demasiado ingenuo, por no decir otra palabra.
Gilbert Doctorow, realiza una remembranza de los hechos por los que fue conocido Gorbachov luego de la noticia de su recién fallecimiento.
Menciona que “el colapso de la Unión Soviética también desató una ola muy malsana de entusiasmo nacional en los Estados Unidos” debido a que en ese momento “era la única superpotencia superviviente, sin el control de ningún rival. Impulsadas por la arrogancia, las élites de Washington tomaron rumbo para rehacer el mundo a través de una sucesión de intervenciones militares y guerras en el extranjero que se han prolongado durante casi 30 años”.
Agrega que “los fracasos en estas misiones militares llevaron a una preocupación cada vez mayor por contener a todos y cada uno de los posibles competidores en el escenario mundial”. Mientras que “en la práctica, esto significó ante todo la contención de Rusia mientras se recuperaba económica y políticamente en la primera década del nuevo milenio”.
GD adiciona que “si hubiera sido menos crédulo (Gorbachov) y más realista, habría exigido tratados escritos (lo mismo que pienso yo) que establecieran en concreto la prohibición de la expansión de la OTAN hacia el Este y, o, habría dejado guarniciones soviéticas en cada uno de estos estados para garantizar el cumplimiento”.
GD complementa diciendo que, …“si hubiera sido más cauteloso a la hora de proteger los intereses soviético-rusos, habría exigido, y probablemente recibidos, términos de compensación mucho mejores por la retirada de las fuerzas soviéticas de toda Europa del Este y la disolución del Pacto de Varsovia”.
Finaliza al decir que el “mayor fracaso de Gorbachov que resultó no de las conspiraciones de sus compatriotas sino de su propia ingenuidad peculiar en sus tratos con los Estados Unidos, es decir, con Reagan, con Bush y sus secuaces. El hombre que había mostrado tanta astucia al engañar a sus colegas del Politburó fue completamente engañado por sus interlocutores estadounidenses y europeos”. Yo diría que solo los estadounidenses, en específico, James Baker, quien le prometió de manera verbal, que la OTAN no se expandiría “Ni una pulgada hacia el Este”.
En ese mismo tenor, Strategic Culture, haciendo un análisis en retrospectiva sobre Gorbachov comenta que, aunque “es cierto que hubo algunas ganancias aparentes de reducciones significativas en los arsenales nucleares en poder de los Estados Unidos y la Federación Rusa, el sucesor de la Unión Soviética” la realidad de las cosas es “cuán espectacularmente equivocada ha resultado ser la anterior visión de paz de Gorbachov”.
Evidentemente, para Occidente, Gorbachov es un héroe, mientras que, para los comunistas rusos, un traidor. A mi juicio, fue un ingenuo y mal estratega, que al menos, comparado con Yeltsin no fue dipsómano.
SC añade que Gorbachov “declaró que las reformas que perseguía sentaban las bases para una nueva era de paz mundial” y que “en ese entonces, Estados Unidos y sus aliados occidentales también alardeaban sobre el ´fin de la historia´ y un ´nuevo orden mundial´ de relaciones pacíficas basadas en la llamada ´democracia liberal´. Pero no hay fin de la historia, mientras el humano siga existiendo y haciendo historia.
SC aduce que, aunque “la Guerra Fría supuestamente había terminado y décadas de militarismo, en teoría, serían reemplazadas por la coexistencia armoniosa de naciones capaces de disfrutar de un dividendo de paz transformadora de la reactivación económica sin el drenaje de una carrera armamentista ininterrumpida” pero que esa “esa visión optimista de la historia ha sido cruelmente demolida por los acontecimientos posteriores”.
Finalmente, magistralmente sentencia que Mikhail Sergeyevich Gorbachev “puede estar descansando en paz, pero el resto del mundo no”.