El miércoles 29 de junio en la mañana las madres víctimas de violencia vicaria del Frente Nacional de Mujeres nos manifestamos con el estruendo del cacerolazo y los cantos, que son un bálsamo para apaciguar la injusticia y el dolor del sufrimiento de manera pacífica frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación para insistir en la restitución inmediata de nuestros hijos que se encuentran raptados, sustraídos o apartados del vínculo materno por litigios abusivos para causar daño a sus madres, así como para exigir la aprobación de la Ley Vicaria que reconozca este tipo de violencia hacia las mujeres y sea sancionada.
Los derechos con los que actualmente contamos las mujeres no fueron logrados simplemente pidiéndolos por favor. Las madres víctimas de abuso post separación o post divorcio, sabemos lo que es el calvario que implica salir de una relación abusiva, la cual no llegó a su fin pidiendo que terminara por favor.
Al intentar terminar con un narcisista maltratador, se potencializan sus abusos y su violencia sutil pero muy dañina. Comenzará la triangulación, la difamación con amigos y familiares cercanos y en tu lugar de trabajo, (si es que no te había privado de sustento económico para hacerte dependiente de él). Comenzarán las amenazas de “quitarte” a tus hijos, de no “darte” pensión, de hacer de tu vida un infierno y un martirio.
Y así, aunque hayas pedido e incluso acordado verbalmente llevar las cosas a su fin “por favor y en paz”, inicia una de las peores torturas para las cuales la vida no te preparó cuando pensaste en maternar y te preparabas para tener a tu bebé preocupada por si aguantarías los dolores del parto o necesitarías una epidural, si podrías lograr una lactancia exitosa o equilibrar tu tiempo entre trabajar y estar con tu bebé lo más posible. Nada, absolutamente nada te prepara para esto y todas las mamás pueden estar expuestas a pasar por algo así. Para algunas madres como Sandra, que cuando salió a denunciar a su esposo por violencia y regresó a su casa, se topó con la sorpresa de que la había dejado literalmente en la calle, luego de que cambiara las chapas de la puerta de su casa y se quedara literalmente con lo único que traía puesto en ese momento, mientras su hijita se quedará encerrada en la que unas horas antes había sido su hogar por más de diez años.
A otras como a Natalia, les arrebataron a sus hijos mientras hacían las compras en el supermercado, a Grace le quitaron con golpes y violencia a su bebé, a otras nos dijeron que “iban a dar la vuelta al parque” y ha pasado más de un año, incluso años y ese paseo no acabó, otros pequeñitos jamás volvieron de esas vacaciones o de tal cumpleaños o del fin de semana con su progenitor.
A algunas como Adele, volvieron a casa y a sus hijos ya los habían mudado a otro estado, incluso otro país para esconderlos y mantenerlos alejados, a algunos niños les cambiaron el nombre y alteraron su identidad… y esas fueron las últimas veces que vimos a nuestros chiquitos.
Sin importar si los niños tienen uno, dos, cinco o diez añitos, incluso si son bebés que tienen días de nacidos y necesitan cuidados, asistir a la escuela, su rutina y el amor de su mamá, los agresores vicarios poco piensan en el bienestar de los hijos.
Tienen el objetivo de borrar a la mamá de sus vidas, de hacerlas parecer ‘monstruos’ y calumniarlas y se presentan ante los juzgados y la sociedad como víctimas de la “mala mujer”, “la loca”, “la que abandonó a sus hijos”, “la borracha”, “la piruja”, “la drogadicta”, “la que le hacía moretones al niño”, “la bipolar”, “La Amber Heard”, “la abusadora”, “la que lo engañó con otros hombres” y cuanta mentira puedan usar para cumplir su cometido de causar dolor y martirio a quien alguna vez depositó su amor y confianza en ellos como su pareja sentimental. Todo lo que cause daño y que quepa dentro de su papel teatral, y le permita mantener la máscara de ‘víctima de sus víctimas’, ¿porqué pasa esto? Porque son abusadores narcisistas y las autoridades se benefician con el dinero de la misoginia.
Pasan los días, llegan las demandas, las denuncias falsas que se multiplican, las filas en los juzgados y fiscalías, los interminables pagos ‘gordos’ a los abogados que no escatiman con la desesperación que causa el dolor del temor de perder a tus crías, te hacen promesas, te dicen que pronto verás a tus hijos, algunos se venden. Judicializan tu vida pero no tus denuncias, haces un peritaje en una institución, otro allá en otra, te faltan otros más, te prejuzgan, te revictimizan, te culpan, te anulan y te denigran.
De las autoridades y juzgadores recibes machismo y falta de empatía, y al final no pasa nada, aunque logres probar sus abusos y mentiras, pasan los meses y hasta los años, algunos niños terminan en manos de otros familiares, algunos pisaron albergues del DIF y hasta estuvieron internados en hospitales psiquiátricos, los niños terminan en todos lados menos junto a “la mala madre”, porque la condenó su ex tóxico y mentiroso patológico. Pero para el ‘narciso’ que entiende un divorcio como ‘una guerra declarada a su ego’ no se detendrá hasta ‘ganar’, ¿ganar qué? La destrucción de la madre, pues no se acaban los acosos, las amenazas a tu integridad, a tu familia y hasta a tus amigos.
A las madres desde el minuto uno separadas de sus crías se les fragmenta el alma en vida. Sufren insomnio, crisis de pánico, ansiedad, soledad, temor a salir, son vigiladas y hostigadas por familiares y cómplices del agresor en las calles en sus espacios y en las redes sociales.
Padecemos estrés postraumático que se agudiza cada día conforme avanzan las atrocidades de una violencia continua, cuando te dan “sorpresas”, te ‘esconden’ las carpetas, te privan de tu libertad, te caen con policías, cuando tienes que huir con tus crías a buscar refugio en un lugar lejos de todo donde nadie te encuentre, pues si te encuentran igual y hasta te desaparecen.
¿Parece una historia de terror, verdad? Lo es. Lo vivimos todos los días y miles de mujeres lo han vivido desde hace décadas en silencio y socialmente se ha invisibilizado, y cuando se escuchó de ‘casos así’ se tomó por una situación tabú y ‘normal’. Y por eso hemos salido a las calles a alzar la voz porque las autoridades son cómplices de todo este aparato de tortura que echa a andar el agresor en su abuso post separación, porque sabe que vivir así te mata en vida.
Saldremos a las calles y lo seguiremos haciendo hasta que nuestros hijos esten de vuelta en casa, hasta que sus progenitores abusivos no puedan hacernos mas daño, hasta que la violencia vicaria sea reconocida y tipificada como una violencia de género, una violencia machista, una violencia hacia las madres.
Y haremos ruido con las plumas y cacerolas, con pancartas, marchas y performance y todo lo que sí tengamos a nustro alcance, porque en los juzgados, fiscalías y tribunales estan destrozando la vida de tantas mujeres y niños y los agravios no terminan cuando el secretario de acuerdos te pide que lleguen a ‘un acuerdo por favor’.
Las personas sin empatía no pueden sostener acuerdos, no les interesa llegar a arreglos, no tienen remordimientos por causar daño ni a sus propios hijos. Y un agresor no es ni será un buen papá.
Porque el amor a nuestros hijos no se borra ni tiene fin, en España y en otros países que han estado abriendo los ojos a la conciencia y a reconocer este tipo de violencia que acuñaron el término de ‘Madres Protectoras’, porque saben que hacemos lo imposible y más, por recuperar y salvaguardar a nuestras crías. Que no cedemos ante las amenazas, el calvario y el miedo.
Los colectivos feministas estamos salvando vidas de mamis que no ven la salida y seguiremos haciéndolo, hombro con hombro, con un pancarta y hasta con una cacerola hasta que se ponga un alto a esta infamia y logremos tener a nuestras crías seguras en casa. Y sí, lo pedimos ‘por favor’, con el favor de Dios, con dignidad y con justicia.