El conflicto político y social en el teatro desde un personaje represor en un Estado fascista. (Primera parte).
Llevo 16 años haciendo el monólogo” El secreto más terrible”. Yo estaba buscando exploraciones desde la actuación, encontrar teatralidades diferentes. Un teatro que partiera de alguna necesidad más personal.
Después de tiempo de hablar con colegas, me decían: ¿cuál era el texto? Yo no tenía texto, quería un trabajo de grupo para que, a partir de improvisaciones, encontrar un lenguaje particular, una búsqueda. Nadie me hacía caso en ese momento de arranque y no logré convocar a nadie para que me acompañara en esta aventura de búsqueda.
El centro de experimentación y creación latinoamericana con sede en Argentina CELCIT, contaba con un diálogo de foro permanente a la distancia con muchas y muchos teatristas de Latinoamérica y me interesaba ene especial Eduardo Pavlosky, yo había ya estado estudiándolo.
En Buenos Aires tuve contacto epistolar con la psicóloga Mirta Waingarten, quien me envió “Potestad”, su obra, en fotocopias. Tras comentarme de la espléndida función que vio en que se representaba este texto y me las envió por correo postal minimizadas. Tardó dos semanas en llegar el sobre a San Salvador, eso fue el año 2008.
Recibí el sobre y lo leí casi que con lupa. Busqué estudiar, ver las posibilidades.
Uno de esos personajes dentro de la obra a partir de algunas modificaciones y respetando al máximo el texto y tomando en cuenta que está escrito en tercera persona , es decir quien ejecuta pero sin ser redundante fue la elección, esto sin saber cómo lo había hecho como puesta en escena Pavlovsky , no existía youtube. Comencé a hacer mis propias indagaciones.
El conflicto es histórico, del país, social, político. El cuerpo de la actuación debe convertirse en el cuerpo del país. No iba a hacer un abordaje psicológico pues vendría por consecuencia.
Crear una línea física en donde cayera por sí solo. Las decisiones fueron absolutamente propias, me encerraba y encerraba. Pasé así dos meses. Comencé a crear los elementos. La silla como un elemento de carga, de confesionario. Un tipo que está frente a una audiencia confesando el hecho.
El tipo acepta su error y pide perdón en la dramaturgia pero al mismo tiempo es su propio victimario. Es una víctima en donde el personaje de este monólogo será también su propio victimario.
Guarda elementos del pasado en su maleta, un cementerio, sus propias víctimas en asesinatos políticos y crímenes de Estado. Configura lo siniestro de su pasado y la monstruosidad que él mismo ejerció decidió trabajar para la inteligencian de ese país descrito en la obra, fascista y represor.
Encontré un acento en donde el tipo define su condición humana como un ser que permanece enterrado, enterrado en vida.
Él mismo se entierra a partir de que le roban a la hija, la que él mismo robó. Lleva una vida desde entonces muerto. Muere espiritualmente antes de físicamente.
El conflicto inicia desde el principio del monólogo, cuando decide contar la historia. Su error es no haber hablado la verdad con su hija ni reconocer públicamente su complicidad con los crímenes de Estado de ese gobierno represor.
El monólogo se inserta en el propósito de contribuir a restaurar el sentido de la memoria y la verdad histórica en El Salvador. Cuando un país enfrenta una guerra civil, se cometen infinidades de atrocidades, muchas quedan guardadas y ocultas en el silencio.
Al no ser colocadas en la reflexión colectiva y puestas al conocimiento público, se corre el riesgo de que estas acciones, abominables, se repitan de forma inconsciente o en el peor de los casos, deliberada e impunemente…
El Maestro René Lovo se encuentra en México y presentará en próximas fechas en Ciudad de México y otras salas del país que en la segunda entrega de este artículo entrevista les daremos a conocer.
Continuará…