Las ligeras lluvias que están cayendo en Chihuahua no van a resolver la crisis climática que se manifiesta de diversas maneras por todo el estado.
Hace dos semanas, en la laguna de Bustillos, uno de los cuerpos naturales de agua más extensos del estado, empezaron a flotar en los charcos que quedan miles de peces muertos, con los cuerpos hinchados.
Las orillas de ese gran humedal se llenaron de carpas a reventar, despidiendo un fétido olor que inundaba las poblaciones ribereñas.
Hubo que ocupar decenas de trabajadores municipales y voluntarios equipados con ropa y calzado sanitarios y trascabos para echar cal, recoger y enterrar los miles de peces muertos.
Las voces de alarma se venían haciendo oír desde que las plantas de Celulosa de Chihuahua, primero, y luego de Papelera Industrial empezaron a depositar sus aguas de desecho en la laguna.
Aguas con sustancias químicas tóxicas que, si bien reciben un primer tratamiento, no han dejado de contaminar el caudal y el fondo de este humedal, uno de los más grandes del estado.
Se alertó de los agroquímicos empleados en los miles de hectáreas de siembra de maíz amarillo en la cuenca de la laguna, arrastrados por los arroyos que desembocan en ella.
No se ha dejado de advertir que la perforación de cientos de pozos agrícolas en la cuenca ha ido segando manantiales y reduciendo dramáticamente el aporte a este agonizante cuerpo de agua.La laguna de Bustillos, de una superficie de 2 mil 298 kilómetros cuadrados forma parte de una cuenca cerrada, a un promedio de 2 mil metros de altitud, juega un papel muy importante en el clima de la microrregión del municipio de Cuauhtémoc, proporcionando algo de humedad y suavizando un tanto el clima. Sin embargo, la crisis climática la ha desecado casi completamente y se ha convertido en un surtidor de tolvaneras –de polvo contaminado, por cierto– que afecta a toda la región.
Lo mismo sucede con otra de los grandes humedales del estado, la laguna de Encinillas, al norte de la capital del estado, que tiene una cuenca de más de 3 mil kilómetros cuadrados.
Como ahora, sólo se ha secado totalmente 10 veces, pero con mayor frecuencia las últimas décadas.
Las causas son las mismas: sequía en las montañas que la limitan y sobrextracción de aguas subterráneas del acuífero El Sauz Encinillas que además de ser la principal fuente de suministro para la ciudad de Chihuahua, crecientemente es utilizado para la incontrolada expansión de las huertas nogaleras de políticos y magnates.
Otro de los rostros de la crisis climática en Chihuahua son los incendios forestales, sobre todo en la Sierra Tarahumara.
En lo que va del año y hasta el 20 de junio, la Conafor reporta 242 incendios forestales en el estado, en una superficie de 33 mil 202 hectáreas.
Los municipios más afectados son Bocoyna, Urique, Guachochi, Guadalupe y Calvo.
Varias comunidades rarámuris, como San Elías y Arroyo de la Cabeza, además de sus bosques, han sido afectadas en sus viviendas, instalaciones y ganado.Ha agravado la situación la falta de agua para combatir los incendios y el que buena parte de la mano de obra de las comunidades se ha tenido que trasladar a las ciudades cercanas para buscar la subsistencia.
Pero la sequía no es la sola causa de los incendios forestales. Es también el saqueo: desde hace varios años la tala clandestina de los bosques es pan de todos los días en la Sierra Tarahumara.
Múltiples veces las comunidades y organizaciones de la sociedad civil han denunciado las exacciones del crimen organizado, la apropiación ilegal de los bosques, la tala sin control, la ineficacia de las autoridades para detener el ecocidio, pero el círculo vicioso continúa: más tala, menos agua, más incendios, más muerte en una zona donde debía florecer la vida en toda su diversidad.
No sólo es en el campo, en la sierra, en las zonas alejadas de las ciudades donde la naturaleza está cobrando por la depredación de la que es continuamente víctima: el domingo 2 de junio estalló un incendio en el Cerro del Caballo, en el oeste de la ciudad de Chihuahua, que arrasó con flora y fauna.
Es una de las montañas donde nace el agua para la capital del estado, hábitat de numerosas especies vegetales y animales de la parte alta del desierto chihuahuense.
Desde hace varios meses, el movimiento Salvemos los Cerros de Chihuahua ha venido denunciando la devastación por la expansión sin fin de fraccionamientos hasta la parte alta de las montañas.
Ha demandado, con gran apoyo de la sociedad civil, la declaración del Cerro del Caballo como área natural protegida, a pesar de la oposición del presidente municipal del PAN y grupos de extrema derecha.Sobrexplotación de acuíferos; contaminación de espejos de agua por la industria; tala clandestina e inmoderada, extractivismo forestal y minero, desmonte para el paso de gasoductos, destrucción de hábitats y fuentes de agua por fraccionadores.
La crisis climática que atormenta a Chihuahua no viene del cielo, tiene un factor y común denominador: la codicia sin fin de unos cuantos beneficiarios del capitalismo demencial.
Como en todo el planeta.