Falleció a los 81 años de edad, Sixto Rodríguez, ‘Sugar Man’ - Paralelo24 Skip to main content

Sixto Rodríguez falleció el 8 de agosto de 2023 a los 81 años de edad. En la temprana vejez de este también trabajador de la construcción durante la mayor parte de su vida, fue identificado como Sugar Man.

Llegó al mundo 6 meses después de que su país entrara a la segunda guerra mundial (1942) en la llamada ¨Motor City¨, Detroit, Michigan, EE.UU.AA. Coetáneo de Aretha Franklin, no logró ni de lejos destacar siquiera en el medio musical de su localidad a pesar de lograr desarrollar una calidad lírica poética apenas recientemente reconocida en su país. Algunos otros destacados músicos de su tiempo, también originarios de la Ciudad de los Motores son Dinah Washington, Smokey Robinson, Freda Payne, Madonna, Alice Cooper, Anita Baker, Stevie Wonder, Diana Ross, Iggy Pop, Marylin Manson y Eminem.


De raíces mexicanas (por parte de su padre) y nativas de américa del norte (por parte de su madre), su historia tuvo como antecedente que antes de la gran depresión su padre se asentó en Detroit, luego de arribar desde San Luis Potosí, México, a mediados de los años 20s. La familia Rodríguez tuvo en su sexto hijo (de ahí el nombre) un joven con dos pasiones en la vida: la música y una vocación política comprometida con el apoyo comunitario. Ambas actividades jamás cuajaron a su favor a pesar de realizar tareas políticas que lo hicieron postularse para cargos de elección en su lugar de residencia: para alcalde de la ciudad en 1981, para el ayuntamiento en 1989, y para la cámara baja del congreso del estado (diputados) en 1993.


Hubo un lugar en el que sus dos producciones musicales de 1970 y 1971 -alguna vez editadas como LPs (discos de vinilo de gran formato)-, a pesar de su extraordinaria calidad, resultaron en un rotundo fracaso comercial. Sin embargo, ahí si tuvieron éxito y un resonante y prolongado eco. Por su mensaje y temática, sus composiciones incluso llegaron a ser adoptadas como himnos de inspiración en pro de la libertad y contra la discriminación. Ese lugar fue Sudáfrica. Ello gracias a que un ejemplar de cada disco de los menos de 10 que fueron vendidos en su momento llegó a esos lares casi de manera fortuita y fue tan reproducido que casi inmediatamente fue catalogado como inspiradora pieza de culto por las impetuosas juventudes sudafricanas que buscaban el cambio de régimen sin segregación racial (apartheid) impuesto por la dictadura blanca.


A todo ese fenómeno social de aquel país era ajeno Sixto Rodríguez. Mucho menos sabía él que sus escasas y añejas creaciones musicales lograban ventas extraordinarias que resultaban muy superiores a las de Elvis Presley o incluso eran preferidas por sobre las de Los Beatles y Los Rolling Stones. Mientras luchaba por sobrevivir como albañil en Detroit, desde que abandonó el sueño de ser artista (compositor y cantante) dos años después de la fallida emisión comercial de sus obras, desde Sudáfrica se inició la diáspora de su producción musical iniciando en Botswana, Zimbabwe, hasta llegar a Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), también con un éxito considerable. Por dos décadas había sido un personaje exitoso y a la vez misterioso.


En su pueblo natal, Sugar Man acudía a trabajar en la construcción y siempre andaba con su guitarra en ristre. Sus compañeros de trabajo siempre le pedían que tocara algunas rolas al tiempo que lo animaban a desempeñarse como músico. De vez en cuando, y por temporadas breves, Sixto acudía a echarse uno que otro palomazo en los bares de su vecindario, y entonces se hacía identificar como Rodriguez. Sus audiencias no eran más que de un puñado de parroquianos por ocasión. Lo común era que recibiera enhorabuenas por sus canciones pero nada de eso trascendía para arrancar una carrera artística medianamente respetable que todos consideraban le era merecida. Eso era algo que nadie entendía. Esa incomprensión había sido también el desconcierto y frustración de un par de productores de música que a fines de los 60s lo animaron a realizar las grabaciones que culminaron en sus dos únicos discos -fallidos.


Rodríguez era un artista de culto en la totalidad del país más austral de África sin saberlo. No solo en las tres capitales de Sudáfrica (Ciudad del Cabo, Pretoria y Bloemfontein), lo mismo en la muy poblada Johannesburgo, e incluso en el resto del país. Tan poco se sabía de él que los rumores sobre su persona eran diversos y encontrados pero irreales. La mayoría coincidía en que ya había muerto hacía tiempo y, además se decía, su desaparición había ocurrido de una manera trágica. Los chismes el respecto llevaban a asegurar que el autor se había inmolado en plena actuación como un acto de protesta. Todo eso, en algún momento llevó a dos jóvenes sudafricanos a indagar sobre su existencia, su paradero y su misteriosa desaparición. Vacío de información entendible en un país tan distante, pero inexplicable para el tamaño de su nivel artístico en su país de origen.


La historia de esa búsqueda se plasmó en una película documental del malogrado director sueco Malik Bendejelloul (Searching for Sugar Man). Fue presentada en el Festival de Cine Sundance en 2012 y otros festivales europeos donde fue multipremiada, hasta que llegó al más alto nivel de premiación al ganar un Oscar en 2013. Como era de esperarse, la música de la película documental se compuso en su mayor parte de las pistas auditivas de sus dos discos: Cold Fact y Coming from Reality. En el anecdotario de su vida y las pesquisas del par de sudafricanos que le buscaron, se conoce que en algún momento usaron un artilugio publicitario muy común en las épocas previas a la expansión de las redes sociales, que consistía en la impresión de la imagen de una persona a localizar en los envases de cartón de la leche con mejor distribución en una región.


En la segunda mitad de los 90s, una hija del músico vió una foto del anuncio en un envase de leche por internet y se preguntó si se refería a su padre. Ella estableció el contacto formal y cruzó información sobre el estatus del “superestrella Rodríguez”. Sorprendida, preguntó si se referían a su padre, lo que le fue confirmado. Dio aviso a Sixto sobre el asunto y le comentó del nivel de admiración y apreciación que le tenían por aquellas tierras. Un tiempo después el hombre de la construcción supo que era requerido por su enorme fanaticada allá.


Días más tarde comentó a sus compañeros de trabajo durante una labor de demolición en la que trabajaba que iría a un concierto a Sudáfrica, lo que sorprendió a los artistas del martillo que le rodeaban. Ellos quisieron saber a qué artista iría a ver hasta allá y se preguntaban cómo cubriría los gastos inherentes al asunto, no sin antes decirle que sería más inteligente esperar a que se diera ese concierto cuando el cantante en cuestión llegara a la ciudad. Les tomó un rato entender que el asunto se refería a él y que solamente llevaría a su hija y su guitarra.


Los varios conciertos que dio inicialmente en Sudáfrica se volvieron muchos a fines de la última década del milenio y se extendieron a Australia, Nueva Zelanda y Europa. Le siguieron presentaciones en televisión en su país y más conciertos por el orbe. Era tan sencillo que nunca dejó de vivir en el viejo departamento que compró desde que era un simple obrero en el ramo de la demolición. A la vuelta de su primera visita a Sudáfrica regresó a trabajar en lo de siempre y volvió a tocarle y cantarle a sus compañeros de trabajo como siempre lo hacía antes de ser reconocido. No asistió a la ceremonia de entrega del Oscar a la película con el fin de evitar que el director y su obra perdieran protagonismo.


Pudo haber tenido una vida más cómoda debido a los ingresos que generó su música en tierras entrañas pero fue saboteado por un personaje que jamás reportó las ventas de sus discos en el extranjero por décadas.
Murió a los 81 años el compositor que fue considerado un artista de la talla de Bob Dylan y que tenía raíces mexicanas. Ojalá lectores, se den el tiempo para ver la película Searching for Sugar Man (Buscando al Hombre Dulce) y para escuchar algunas de sus canciones hechas poema, o al revés: I Wonder, Sugar Man, To Whom It May Concern, por ejemplo. Nos quedan las joyas musicales sin él.

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