Recién estuve en una charla con mi colega Eduardo Tzili-Apango, de la UAM-X en mi canal de YouTube donde abordamos el Sistema Político Chino. En él, se explicó que China no puede ser considerada una Dictadura en el sentido tradicional del término, porque no es un gobierno sostenido por un autócrata que detenta todo el poder, pero tampoco puede ser considerado una democracia, como lo entiende Occidente, ya que no es el gobierno del pueblo gobernando a través del sufragio.
Sin embargo, aun queda la pregunta, ¿Cómo podemos definir al Sistema Político Chino sino entra en este pensamiento maniqueo y dicotómico donde lo que no es una cosa tiene que ser la otra? Es decir, donde todo lo que no es negro es blanco y viceversa, ignorando todos los matices, escala de grises y la complejidad que ello implica.
Eduardo argumentaba que en China no se cuestiona lo “público”, sino que en China se cuestiona el “cómo mejorar lo público” de forma tal que en el país nunca se formó una burguesía como en países europeos donde lo público tendió a ser supeditado y acaparado por lo “privado”.
Se destaca también que la organización del Partido Comunista Chino (PCCh) funciona “como un autoritarismo consultivo”, lo cual quiere decir que a pesar de no ser una democracia al estilo que conocemos, las decisiones que se toman desde arriba son previamente consultadas y escuchadas por el Comité Central del Partido Comunista Chino, presidido por el Mandarín Xi Jinping, lo cual implica que es una verticalidad que va desde arriba hacia abajo pero después sube nuevamente para poder ejecutarse con mas informaciones, sin necesidad de ir a elecciones cada 3, 4, 5 o 6 años por el político que uno guste y mande.
Asimismo, mi colega, agrega que, aunque China no trabaje en base a la “transparencia” que nosotros conocemos, si trabaja sobre la rendición de cuentas, en el sentido de que no se cuestiona la legitimidad del PCCh, pero si se exige al gobierno que resuelva los problemas inmediatos que tienen los ciudadanos. Por lo que en China se cuestiona “el fondo, no la forma”. Por lo que, si el fondo es arreglar el problema del agua, la forma no es importante
¿Cuántas veces los políticos en nuestros países prometen cosas y no las cumplen? ¿O ni siquiera cumplen una decima parte de lo que prometieron?
Me viene a la mente, el caso del Tren Bala México-Querétaro que iba a ser construido en el 2014 precisamente por empresas del estado chino como China Railway Construction, China Railway Construction Corporation International, China South Rolling Stock Corporation y las empresas privadas mexicanas Grupo GIA+A (propiedad de Hipólito Gerard, cuñado de Carlos Salinas de Gortari), Prodmex, GHP y Constructora Teya, sin embargo dicha obra se canceló oficialmente en 2015 por “responsabilidad fiscal” y en ese mismo año, en octubre, el gobierno de China presentó un “aviso de intención de iniciar un arbitraje de inversión en contra de México” por las dos cancelaciones del concurso de la obra. El reclamo era de 600 millones de dólares. ¿Habrán tenido que ver presiones de EEUU sobre México, debido a que ni siquiera en el país vecino tienen trenes balas y no quería demasiada influencia de China en el país? Cualquiera que sea la respuesta, el hecho es que la promesa de un transporte eficiente y de calidad quedo incumplida, como tantas más, por lo que ni el fondo ni la forma son dos cosas que se hagan en México.
No obstante, habría que analizar cómo es la percepción que tienen los ciudadanos chinos sobre su gobierno, al final de cuentas, los gobernados son importantes en la medida en que ellos perciben que su gobierno les cumple sea cual sea el sistema político que tengan.
Por ejemplo, en el 2020, Investigadores del Centro Ash para la Gobernabilidad Democrática y la Innovación de la Universidad de Harvard publicaron un estudio histórico de opinión pública china sobre el nivel de satisfacción de los ciudadanos chinos sobre su gobierno. El estudio tiene un gran componente de confiabilidad debido a que es ajeno al Partido Comunista Chino, y carente de sesgos debido a que fue realizado por la Universidad de Harvard. Dicho estudio se hizo desde el 2003 hasta el 2016 en 8 oleadas de entrevistas con 31 mil personas de zonas rurales y urbanas. El estudio señala que “los investigadores del Ash Center descubrieron que la satisfacción de los ciudadanos chinos con el gobierno ha aumentado prácticamente en todos los ámbitos. Desde el impacto de las amplias políticas nacionales hasta la conducta de los funcionarios de las ciudades locales, los ciudadanos chinos califican al gobierno como más capaz y eficaz que nunca”.
Si yo pudiera definir al Sistema Político Chino, diría que es un “Partido Político que funciona como un Padre de Familia”, un padre que sí, es estricto, que corrige, que disciplina a sus ciudadanos y a sus cuadros pero que, a su vez, provee de todo lo necesario a sus gobernados para vivir y para que se desarrollen mejor en sus respectivas habilidades.
Esto da para debatir más, pero por lo pronto, un servidor si es de la idea de que conforme pase el tiempo, y el declive de EEUU sea mas evidente, la democracia dejara de ser un instrumento geopolítico de dominación sobre los pueblos, y existirá el riesgo de caer en absolutismos y dictaduras opresivas que no cumplan con las necesidades de los pueblos, por lo que puede ser el peor de los escenarios. Sin embargo, también es tiempo de cuestionar la Democracia debido a que es un instrumento para llegar a un objetivo: el bien común. ¿Pero que pasa cuando ese instrumento deja de funcionar? Hay que cambiarlo, pero el cambiarlo implica obtener uno mejor ¿Y cual puede ser mejor que la democracia? Esto es otro debate que espero en los próximos meses poder discutirlo en este y otros espacios.