Los momentos de ingobernabilidad en los que vive la región de América Latina nos invitan a reflexionar seriamente en la manera como se organiza la sociedad en este lado del mundo. Las distintas protestas un tanto violentas en Peru, en Brasil y algunas otras en Ecuador nos hacen pensar que algo anda mal en dichos núcleos políticos. Si hay tantas protestas y motines implica que no toda la sociedad esta de acuerdo con sus gobernantes.
Como se mencionó en el artículo anterior, la sociedad latinoamericana cada vez mas se torna en una sociedad dividida y los grupos políticos también se comienzan a dividir en dos grandes grupos. La democracia, el sistema que se admira en la actualidad y que se ha instalado con mayor ahínco luego de las dictaduras de los años 70’s y 80’s, se torna cada día en un sistema ingobernable puesto que nuestros gobernantes no consiguen una alta aprobación y logran representar a la gran mayoría de la población. Es por ello, que independientemente de la filiación ideológica del político en turno, este no satisface las expectativas de la totalidad de sus gobernados y esto da pie a tantas protestas que vemos en los diversos medios de comunicación.
¿Realmente la democracia es el sistema ideal? ¿Sirve de algo esa Dialéctica de ping pong en donde llega un gobierno de izquierda y otro de derecha? El trabajo que realiza uno es después derribado por el siguiente y así sucesivamente ¿No es algo suicida que un país no tenga rumbo puesto que cada gobierno hace lo que le venga en gana? ¿Hay manera de que haya un gobierno que represente a la mayoría y que además genere confianza en su población? ¿Por qué admiramos la pluralidad democrática si eso implica que gobiernen personas no aptas para gobernar?
Este tipo de preguntas son las que tenemos que hacernos si deseamos un buen futuro para la región Latinoamericana y, sobre todo, para su integración. Recientemente el gobierno argentino y el brasileño anunciaron la creación de una moneda común para la región. Además de la integración de Brasil a la CELAC (Comunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas) de la cual se había separado el gobierno de Bolsonaro. Recordemos que la integración latinoamericana había avanzado bastante durante la primera ola llamada “marea rosa” donde varios gobiernos “progresistas” habían creado el Mercosur, el ALBA, así como la creación de la mencionada CELAC, pero que dichos intentos se vieron mermados por la llegada temporal de gobiernos de corte neoliberal a Argentina con Macri, a Ecuador con Lenin Moreno y a Brasil con Bolsonaro. ¿Debemos permitir que acuerdos tan importantes y que benefician a la región, se deshagan de un día para otro, solo porque llegó un gobierno irresponsable? ¿No habría que terminar con esa política del péndulo de un gobierno de progresistas y después otro de izquierda?
Habría entonces que plantear un programa de corto, mediano y largo plazo que piense el desarrollo de nuestras naciones. El mundo va hacia las regiones, el proyecto de la globalización se ha terminado con la guerra en Ucrania y con el desacoplamiento del dólar y del yuan, y por ende, el Sueño de Bolívar, de ver una región integrada, fortalecida que le haga frente a las hegemonías esta en el momento optima y no se sabe cuándo se volverá a tener la misma oportunidad. La Democracia ha traído malas consecuencias que hay que discutir en la opinión pública, de hecho, prácticamente nadie pone en cuestión la Democracia, y es momento de realizar la debida critica. En este espacio comenzaremos a poner el dedo en la llaga.