El Fin de la Era Unipolar Anglosajona- Justo ahora, ante nuestros ojos, presenciamos el fin de la era unipolar anglosajona para dar paso a la era multipolar. La guerra en Ucrania no es realmente por Ucrania, sino que allí se asiste a la lucha decisiva por el final de la unipolaridad de EE. UU. que, como la batalla de Hidaspes, aun ganando o perdiendo, marcó el fin de la expansión macedónica.
Ante esta coyuntura, no concuerdo con Thierry Meyssan, quien augura la “Agonía de Occidente”, texto donde el autor menciona que vendría con fin del G7. ¿Cómo podemos llamar al G7 como “Occidente”, si en su seno tienen a un país nada occidental como Japón? Aunado a esto, cómo lo podemos llamar Occidente, si en el G7 no se encuentran todos los países occidentales tomando decisiones y solo vemos a una serie de vasallos europeos y un asiático siguiendo las órdenes de Washington.
Desde mi perspectiva, este Occidente no es el occidente entero, el que debe de ser, sino la Unipolaridad Globalizante Anglosajona que aún no acepta que su hegemonía se encuentra en etapa terminal. Occidente es más que la anglósfera (EE. UU., Gran Bretaña, Canadá, Australia, Nueva Zelanda), llamada también Five Eyes (Cinco Ojos).
Occidente es la herencia filosófica griega, la espiritualidad judeocristiana y el orden jurídico romano. Toda esta herencia fue tirada al basurero y desterrada para darle vida a un modelo hiper individualista y a ultranza egoísta, modelo que convirtió al planeta entero en un Gran Casino cuya trama ya había sido descrita por Dostoievski en El Jugador (lástima que se le haya censurado en “Occidente” por ser ruso).
El destino de este orden Unipolar de la Globalización Anglosajona se definirá entonces en Ucrania. Un territorio de 603,548 km², con una población de 44 millones de habitantes y cuya capital es Kiev. Ciudad donde se fundó el Imperio Ruso con el príncipe Oleg.
Lo que tenemos que entender es que Kiev no significa lo mismo para Estados Unidos que para Rusia. Desde la guerra en Siria, cuyo objetivo era derrocar a Bashar Al Asad (cosa que no se concretó), o con la salida de Washington en Afganistán, nos demostró que su hegemonía ya no era la misma.
Pero ¿por qué podemos decir que Rusia comienza a tener relevancia a nivel internacional y la de EE. UU. disminuye? A nivel estratégico, el hecho de que una super potencia no pueda ganar guerras, es un síntoma de un poderío que se ve opacado por el crecimiento de otra super potencia que sí gana guerras. Esto es lo que se conoce como la “Trampa de Tucídides”, del gran historiador griego del siglo V a.C., describió en las Guerras del Peloponeso, en el cual relata cómo, ante el ascenso de Atenas, la hegemonía de Esparta se vio amenazada y, por ende, la guerra fue inevitable. Es precisamente lo que está sucediendo, como un ciclo que vuelve y que se va, el ascenso de Rusia implica que la seguridad y hegemonía de EE. UU. se vea amenazada.
¿Cuál es la diferencia a más de 2 mil años de distancia de la Grecia clásica? Que en ese entonces no existían las armas nucleares. Y una guerra directa con esa clase arsenal supone la aniquilación completa del género humano. Por eso, se tiene que recurrir a otro tipo de conflictos que no son directos, en este caso en Ucrania, en el corazón de Rusia.
Y ¿por qué Ucrania es tan importante para el establecimiento de un nuevo orden multipolar? De formar parte de la OTAN (organización militar atlantista liderada por EE. UU.), Ucrania representaría rodear a Rusia y, a su vez, contener su hegemonía en razón de bases militares de la OTAN con un flanco directo a Moscú. Ucrania comparte una frontera con Rusia de 2,295 km, de los cuales 1,974 son frontera terrestre y 321 son frontera marítima.
Además de esto, Rusia y Ucrania se encuentran entre los productores más importantes de productos básicos agrícolas del mundo, también conocidos como BreadBaskets. Los dos países en conjunto representaron en promedio el 19 %, el 14 % y el 4 % de la producción mundial de cebada, trigo y maíz, respectivamente, entre 2016-17 y 2020-21. Esto coloca a Ucrania sola como un país altamente estratégico para la seguridad alimentaria de muchos países que dependen de sus productos agrícolas, sobre todo en Europa.
Las sanciones económicas propinadas contra Rusia no han surtido efecto. La idea era someter a Moscú económicamente para que se rindiera, pero no sucedió así. El rublo se ha fortalecido, las empresas que invertían en Rusia se han ido, pero no sin que Rusia las nacionalice, y los países a los cuales Rusia les vendía petróleo y gas, simplemente fueron sustituidos por otros.
Hoy el G7 se tambalea con la renuncia de Boris Johnson en Gran Bretaña, la renuncia de Mario Draghi de Italia, la pésima popularidad de Joe Biden, mientras que Vladimir Putin se encuentra en la estratosfera, con sus altos grados de aceptación entre su población.
Ucrania será el escenario donde se decidirá si Rusia es o no una hegemonía, y si es este el final de la era unipolar.