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¿Quién gana y quién pierde con la amenaza arancelaria de Trump?

El narcisismo, más un coctel de racismo, xenofobia, misoginia, clasismo, así como un toque de vanidad y complejo de superioridad, nublan la razón y son enemigos jurados de la inteligencia.

Rodeado por un séquito de ricachones venidos a hitlerianos fascistoides, Donald Trump pretende “engrandecer otra vez, no a Estados Unidos, sino al nuevo imperialismo”, aplastando, a final de cuentas, a los propios ciudadanos estadounidenses.

Los Ciertos datos

Lejos de estar sinceramente preocupado por la epidemia de fentanilo y otras drogas en su país, y la consecuente muerte de cientos de miles de jóvenes, lo que en realidad mueve las decisiones de Donald Trump tiene que ver con una pretendida limpia racial en su territorio, detener el ingreso de migrantes que aprecia indeseables y disminuir un pavoroso déficit comercial de 1.2 billones de dólares derivado de su intercambio comercial con el resto del mundo.

Déficit estratosférico

Entre los hechos que desquician al jefe de la Casa Blanca y le hacen inventar soluciones que ya perjudican a las pequeñas empresas y a los consumidores estadounidenses, es que Estados Unidos ha ido subiendo altos escalones como el mayor importador del mundo, por un estratosférico monto de 3 billones 267 mil 397 millones de dólares en 2024; en tanto, sus exportaciones a los demás países sumaron apenas 2 billones 65 mil 180 millones de dólares, de aquí el billonario descalabro que debe causarle cólicos estomacales a este criminal, encontrado culpable por 34 delitos, de acuerdo con el sistema de justicia estadounidense.

Principal socio comercial

Hoy día, México destina el 80 por ciento de sus ventas foráneas a Estados Unidos, principalmente vehículos automotores, autopartes, petróleo y equipos eléctricos, exportaciones que han explotado a raíz del acuerdo de libre comercio firmado en noviembre de 2018 con las dos naciones que completan Norteamérica y que al cabo se han convertido en un motor de la economía mexicana.

En este marco, desde 2023 nuestro país desplazó a China y a Canadá como primer socio comercial de Estados Unidos, estatus que mantuvo aun durante el año pasado.

De acuerdo con datos publicados por la US Census Bureau en 2024, las importaciones de productos al mercado estadounidense desde México crecieron a una tasa interanual de 6.4%, con una participación que habría escalado desde 15.4 en 2023 a 15.8 por ciento en el total de compras; en tanto, Canadá disminuyó su participación en el comercio con el gigante americano de 15.2 a 14.3 por ciento y China la redujo de 11.3 a 10.9 por ciento, en el periodo referido.

Frito y a fuego lento

La propia Oficina del Censo del Departamento de Comercio de Estados Unido reveló que en 2024 el valor del intercambio de bienes entre México y Estados Unidos ascendió a 839 mil 900 millones de dólares.

Entre las exportaciones que este último envía al mercado mexicano destacan gasolina, semiconductores y otros componentes electrónicos, productos químicos básicos y equipos informáticos.

Y aunque en 2024, las exportaciones estadounidenses a México totalizaron 334 mil 041 millones de dólares, lo que trae frito y a fuego lento al inquilino de la Casa Blanca es que sus morenazos vecinos del sur colocaron productos en el mercado estadounidense por un monto récord de 505 mil 851 millones de dólares, lo cual representó un superávit a favor de nuestra nación por 171 mil 809 millones de dólares, y es lo que al cabo trae furibundo y resentido al señor del peluquín naranja.

El apestoso arco de Donald Trump

Para empeorar sus pesares, el intercambio comercial con sus otros principales socios, también le resulta deficitario a la economía estadounidense.

De acuerdo con datos de la US Census Bureau el superávit de Canadá alcanzó 63 mil 336 millones de dólares, mientras China resultó el campeón indiscutible en este rubro con 295 mil 402 millones a su favor, al finalizar 2024.

Aun cuando México y Canadá son sus principales socios comerciales, complementando los objetivos conjuntos como bloque regional, las primeras órdenes ejecutivas de mister Trump han consistido en amenazarlos mediante la imposición de aranceles de 25 puntos porcentuales a sus exportaciones, pasándose por el arco del triunfo el acuerdo comercial (T-MEC) que él mismo firmó durante su primer periodo como presidente de EE.UU.

Tras sendas reuniones virtuales verificadas el lunes 3 de febrero con los mandatarios, decidió conceder un plazo de un mes a México y Canadá para aumentar “la cooperación con Estados Unidos con respecto a los problemas de migración y narcotráfico” -particularmente el fentanilo-, y aseguró que de lo contrario les aplicará el arancel general anunciado de 25 por ciento.

La frustración gringa

De acuerdo con reportes de la propia prensa, antes de la llegada de Trump los importadores estadounidenses se apresuraron a comprar todo tipo de productos provenientes de China.

Y es que, de acuerdo con los análisis de diversos especialistas, cerca de un tercio de todo lo que Estados Unidos importa se vería afectado por los aranceles unilaterales, lo que podría interrumpir las cadenas de suministro, toda vez que Canadá y México representan los dos principales mercados para las exportaciones de productos que se originan en las fábricas y oficinas estadounidenses.

Un arancel es un cargo adicional que se aplica a un artículo cuando entra, en este caso, a Estados Unidos.

Las empresas responsables de importar ese producto son quienes finalmente pagan tales imposiciones a la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU., las cuales se deducen automáticamente de sus cuentas bancarias.

En vista de los hechos, Richard Mojica, abogado de aduanas de Miller & Chevalier, señaló que muchas empresas estadounidenses han expresado su frustración por las frecuentes afirmaciones de Trump acerca de que los países extranjeros son quienes pagan los aranceles vigentes hoy día; sin embargo, lo cierto es que no sólo ellos mismos están cubriendo el costo de tales impuestos, sino que temen seriamente que el anunciado establecimiento de un arancel del 25% a sus vecinos geográficos eliminaría, por completo, sus márgenes de ganancia y los llevaría a la quiebra.

Entrevistado por The New York Times, Arnold Kamler, presidente de Kent International, una empresa que fabrica bicicletas en Carolina del Sur y las importa desde China, comentó: “El gobierno de Trump estaba muy orgulloso de decir que China está pagando los aranceles, pero lo estamos pagando nosotros”.

Y aunque se afirma que pueden intentar obligar a sus proveedores a bajar sus precios para compensar el arancel, esto aplica sólo si se trata de un importador poderoso.

Pero si hablamos de un negocio que importa pequeños volúmenes de mercancías, no le quedará otra opción que hacerse cargo de la imposición.

Al cabo, diversos estudios económicos concluyen que la mayor parte de ese costo, si no es que su totalidad, siempre se traslada a los consumidores de la nación norteamericana.

Un animal que hasta los de casa muerde

El depredador presidente de EE.UU., quien hasta a los de la casa muerde, ha asegurado que la implantación de aranceles no aumentará los precios a los consumidores estadounidenses, pero los análisis serios muestran que no es así.

Y si hay quien le cree todavía al Trump, ahí está Kent International para contradecirlo. El mismo Kamler aseguró que los aranceles que Trump impuso a los productos procedentes de China hace algunos años lo habían obligado a subir sus precios. “Y dicen que esto no es inflacionario. Simplemente no es cierto”, remarcó.

En apoyo a esta afirmación, los economistas sostienen que el aumento de los aranceles puede incrementar los precios finales si, como se anticipa, las empresas trasladan, aunque sea en una proporción del costo arancelario dictado por el dictador en ciernes, a los consumidores estadounidenses con el propósito de mantener sus márgenes de utilidad.

Según cálculos de Tax Foundation, una organización partidaria de bajar los impuestos, los aranceles sobre Canadá y México supondrían un costo adicional de más de 830 dólares por hogar en 2025, en perjuicio de los consumidores estadounidenses.

Así, si las reglas de la multiplicación no son modificadas por una orden ejecutiva desde la Oficina Oval, la medida representaría una carga adicional de 958 mil millones de dólares para los estadounidenses entre 2025 y 2034.

A largo plazo, la cosa pinta peor pues se estima que los aranceles afectarán negativamente a la economía, cuando los consumidores y las empresas se vean obligados a reducir sus compras de artículos extranjeros con precios más elevados. Goldman Sachs ha establecido que de imponerse los aranceles generales contra Canadá y México, los precios básicos aumentarían adicionalmente 0.7 por ciento e implicarían una reducción del 0.4 por ciento en el Producto Interno Bruto estadounidense.

Toma pelón tu peluca.

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