Como indicaban los pronósticos y anhelaban los intereses duros norteamericanos, ha ganado el Trumpismo para continuar con el espíritu del capitalismo salvaje.
Las guerras sin paz y los acuerdos ventajosos serán tomados por el hombre del discurso beligerante. Entre ellos contra México, pues en días pasados declaró con su ceguera política y desinformada que si el gobierno mexicano no hace nada para detener el narcotráfico y la migración masiva, habrá consecuencias vía aranceles.
Y no contento con esto, fue por más al decir que México los ha invadido y que nuestro país se ha aprovechado de Estados Unidos; un golpeador ventajoso hablando de desventajas
Atrás quedó la balandronada del discurso en su último evento de campaña la víspera de las elecciones en Raleigh, Carolina del Norte. Hoy Trump amanece como virtual ganador de las elecciones norteamericanas “más competidas”.
Ahora, ya envalentonado por haber ganado las elecciones, es de esperarse que el gobierno mexicano espere que una de las primeras llamadas hechas por Trump sea la de su “recomendación” unilateral para que no permita que la gente entre por su frontera. Así lo subrayó, “su” frontera. Así se los dijo a la concurrencia enfebrecida, asistente a su último discurso; con un desplante de héroe cinematográfico remató: “Estamos siendo invadidos por nuestro vecino”.
Se espera que la promesa de construir un muro, hecha en su anterior mandato, ahora se le agregue la promesa de un muro arancelario imponiendo “el de 25 por ciento sobre todo lo que envían a Estados Unidos. Y si eso no funciona, advirtió, elevará cada vez más el arancel hasta 100 por ciento, y pronosticó que en respuesta, México desplegará soldados a su frontera sur con Guatemala y Belice para frenar a los migrantes”.
El gobierno norteamericano sabe cómo estrangular países a través de economías y si esta táctica no funciona, estará dispuesto a poner en marcha su otra boyante economía: la de guerra.
Tarde se le hace a Trump para poner en marcha sus declaraciones de campaña de sellar la frontera o incluso incursionar en el país persiguiendo “criminales, locos y terroristas”, pues él considera que México y sus inmigrantes, o los que permite cruzar, son una amenaza para su país, al que busca cambiarle el perfil de imperio cada vez más perdido debido a sus contradicciones económicas y políticas.
Trump declaró ante sus simpatizantes que si bien es cierto que México es su principal socio comercial, el país está haciendo una fortuna con eso, y acusó que “han tomado control de nuestro país de cierta manera… y nos están estafando por donde sea, es ridículo”.
El discurso personalista de Trump, fincado en sus frases lapidarias de riguroso padre de familia consecuente –“les he dicho”— o de iluminado pastor de pueblos –“me han dicho”—ha calado hondo en el pueblo norteamericano, que lo hace parecer estafado por México y que además envía, sin medida ni clemencia, inmigrantes y drogas al por mayor.
Trumpo afirmó, en su último discurso en Carolina del Norte, que durante su presidencia, obligaron a México a pagar por los soldados que enviaron a su lado de la frontera para lograr lo que, insistió, fue la reducción más grande en el flujo migratorio jamás vista. “No querían hacerlo, les dije que lo tenían que hacer mientras construimos el muro, y pagaron para eso… no querían, se rieron, y les dije, esto es lo que haré, voy a imponer un arancel de 100 por ciento sobre los autos y todo lo que viene a EU. ¿Saben lo que respondieron? ‘Señor, sería un honor que usted tenga a nuestros soldados sin costo’. Preguntaron cuántos necesito y les dije, los que se requieren. Y fueron buenísimos, hicieron una gran contribución a nuestra seguridad”.
El señor que regaña, manotea, obliga, amenaza, violenta, y pide sanciones económicas o solicita elevar el rango criminal de terrorista a todo el que atente con los intereses de su país, está de regreso.