El bosque nocturno de Djuna Barnes, una escritora rebelde - Paralelo24 Skip to main content

La historia de la literatura universal no ha sido ajena al poder y al protagonismo casi exclusivo de los hombres, quienes desde tiempos inmemoriales han ejercido una hegemonía institucionalizada en casi todas las artes, tradición que en otros tiempos obligó a muchas mujeres a publicar con seudónimos masculinos. Escritoras como la británica Jane Austen, creadora de la célebre novela de entre siglos, Pride and Prejudice, firmaba sus obras como A. Lady. Asimismo, Charlotte Brontë, y sus hermanas Emily y Anne, cambiaron respectivamente sus nombres literarios a Currer, Ellis y Acton Bell, pronto devinieron en verdaderos clásicos de las letras mundiales. Otro ejemplo de esa práctica fue la francesa decimonónica Amantine Lucile Aurore Dupin, mejor conocida como George Sand, quien además formó parte de los círculos más idílicos y polémicos de las letras de su época donde departían escritores, como Jules Sandeau, Prosper Mérimée, Alfred de Musset, Charles Didier, y Gustave Flaubert.

A este catálogo pueden sumarse, entre otras escritoras, la estadunidense Louisa May Alcott (A.M. Barnard) y la británica Mary Ann Evans (George Eliot), quienes también padecieron y lucharon contra el statu quo de su época, pero sembraron el germen de la lucha por la liberación femenina dentro de las artes y la sociedad occidental.

En esa tónica de romper las barreras de género en las letras, un personaje digno de rescatar en la actualidad es la escritora modernista Djuna Barnes (1892-1982). La autora de (Ryder, 1928) nació en Storm King Mountain, Nueva York. Su padre, Wald Barnes, fue un compositor y pintor de poca relevancia, además de un excéntrico defensor de la poligamia. En 1889 Wald se casó con Elizabeth, madre de Djuna, pero más tarde su amante, Fanny Clark, se mudó a la casa familiar cumpliendo con ciertas polémicas costumbres que en algunas sectas y comunidades religiosas estadunidenses permanecen hasta nuestros días.

La abuela paterna de Djuna, Zadel Barnes Gustafson, fue escritora, periodista y activista del sufragio femenino, además de autora de un documento revolucionario para su tiempo contra la pena de muerte. A lo largo de su vida, Zadel colaboró en publicaciones como Harper’s Monthly Magazine, Leslie’s Weekly y Pall Mall Gazette,y fue editora política del Republican de Springfield, Massachusetts.  Asimismo, escribió un homenaje en memoria del poeta romántico William Cullen Bryant, lo que hace suponer que la influencia del libre pensamiento y las ideas de avanzada de Zadel fueron capitales en la formación de la joven Djuna.

Además de sembrar en su nieta la inquietud por la escritura, se especula, de acuerdo con algunos biógrafos, que Djuna sostuvo una relación incestuosa con su abuela, también existe la suposición de que a los 16 años, Djuna fue violada por un vecino y que el abuso contó con el presunto consentimiento de su padre. Algunos biógrafos sostienen que el señor Barnes fue el mismo autor del abuso, aunque ambos continuaron escribiéndose cartas hasta la muerte de Wald, en 1934. Este acontecimiento nunca fue corroborado o negado por la escritora, pero es una muestra del ambiente sórdido e inusual en el que creció y desarrolló su talante ideológico.

Durante su infancia, Djuna fue educada en el hogar directamente por su padre y su abuela, quienes le enseñaron a leer y a escribir, además de impartirle lecciones de arte y música. Esta formación tradicional quizá refleja las condiciones de vida de una familia asidua a un culto cristiano protestante y carismático, aunque existe el testimonio de que a los diez años fue inscrita en una escuela pública de forma temporal. Lo cierto es que nunca fue una estudiante entusiasta por lo que abandonó rápidamente las formalidades pedagógicas rigurosas de entonces.

Durante años, la familia Barnes sufrió penurias económicas a causa de la crisis generalizada en todo el país, lo que allanó el terreno para que la joven escritora dejara la casa familiar, Djuna se casó a los 18 años, casi por obligación, con Percy Faulkner, hermano de la amante de su padre, Fanny, el matrimonio se celebró en una ceremonia no religiosa pero no resistió más de dos meses.

Tras el divorcio de sus padres, Djuna finalmente tuvo la oportunidad de estudiar arte de manera formal y asistió al Instituto Pratt de 1912 a 1913. De igual manera estudió en la Art Student’s League de New York, pero las dificultades económicas la obligaron a renunciar a la escuela y tomar un trabajo como reportera en el Brooklyn Daily Eagle.

Se cuenta que, al solicitar el empleo, Djuna le dijo convincentemente a su entrevistador, “puedo dibujar y escribir, y sería una tontería no contrátame” (https://www.brooklynmuseum.org/opencollection/exhibitions/3253)

Durante los siguientes años, su trabajo periodístico apareció en casi todos los rotativos neoyorquinos, incluidos The World, The New York Press y McCall’s, donde realizó entrevistas y reseñas teatrales, a menudo ilustrándolas con sus propios dibujos, trazados al estilo decadentista inglés e influenciados por ilustradores modernistas. También publicó cuentos cortos en el suplemento dominical New York Morning Telegraphy, en la revista All-Story Cavalier Weekly, y en 1915, debutó con un volumen titulado The Book Of  Repulsive Women. 8 Rhythms and 5 Drawings.

Además de ser colaboradora habitual de revistas como Vanity Fair y Set, pronto se unió al Provincetown Players, una compañía teatral cuyo énfasis en el éxito artístico y no comercial se emparentaba con sus valores y su visión del arte. El teatro Players ‘Greenwich Village, donde la compañía se presentaba, era un viejo establo reacondicionado con modestos asientos de madera y un pequeño proscenio. Así se fraguó, discretamente, el importante papel de Djuna en la historia del teatro estadunidense, junto a colegas de la talla de Wallace Stevens y el entonces debutante Eugene O’Neill. En ese tiempo, Djuna también estableció su entrañable amistad con Peggy Guggeheim, quien sería su benefactora durante sus años oscuros, entre otras causas, a raíz de su alcoholismo y sus consecuencias.

Hacia 1920 finalmente Djuna emigró a París, donde su trabajo como periodista la introdujo a un ambiente artístico repleto de fascinantes objetos de estudio. Ahí entrevistó a escritores y artistas expatriados para varias publicaciones. De hecho, no tardó en integrarse a ese grupo y establecerse como un personaje de la escena francesa de la época. En el París que aún vivía la resaca de la Belle Époque, Djuna escribió e ilustró una colección de obras de teatro, cuentos y poemas titulado A Book, que posteriormente tuvo tres versiones, A Night Aong The Horses (1923), Spillway (1929) y Ladies Almanack (1928), una sátira sobre las lesbianas del medio literario. En él ventiló anécdotas reales y ficticias de sus andanzas con la influyente dramaturga, poeta y novelista, Natalie Barney, quien a la postre se convertiría en su amiga y patrocinadora de toda la vida, aunque en esos momentos, la escultora Thelma Wood era la relación amorosa más significativa de Barnes.

Posteriormente publicó Ryder (1928), que la propia Barnes llamó la historia de “una mujer Tom Jones” https://www.britannica.com/biography/Djuna-Barnes Esta primera novela autobiográfica no sólo presentó a sus contemporáneos la dificultad de descifrar sus cambiantes estilos literarios —de técnica inspirada en el Ulysses de James Joyce—, sino también el desafío de entretejer esas formas en la historia de un hogar polígamo, como en el que la autora creció. Narra una historia muy alejada de la cotidianidad de los espectadores de su tiempo y espacio, pero a la vez con un mercado muy particular dentro de los círculos de asiduos a la literatura que buscaba otros límites.

También en París, Djuna se unió al grupo de mujeres escritoras y artistas de la Rive Gauche que incluía, entre otras, a Gertrude Stein, Ella Gwendolyn Rees Williams, mejor conocida comoJeanne Rhys, Alice B. Toklas, Janet Flanner, Adrienne Monnier, Colette, Anaïs Nin y Sylvia Beach, esta última célebre editora del Ulysses de James Joyce y dueña de la librería Shakespeare & Co. Este círculo también era frecuentado por Ernest Hemingway, Ezra Pound, Henry Miller, Francis Scott Fitzgerald, Erik Sati, y Pablo Picasso, entre otros asiduos al barrio latino a las orillas del Sena, entre callejones empedrados, fumadores de opio y bebedores de ajenjo endulzado con láudano.

Djuna también sostuvo un amorío con la artista Dadá y baronesa alemana, Elsa von Freytag-Loringhoven, con quien inició correspondencia en 1923. Tiempo después la también poeta y precursora del performance, le propuso a Barnes un matrimonio erótico, cuyo fruto fue un intento de biografía de la artista que la escritora redactó durante cinco años. Además, Djuna se ocupó, junto con Peggy Guggenheim y otros amigos, de la manutención de von Freytag-Loringhoven hasta su aparente suicidio producto de la locura y la depresión, con lo que se cerró una de las historias amorosas más extravagantes que la Barnes estableció en su vida.      

Más tarde, Djuna entrevistó para Vanity Fair al ya célebre autor, James Joyce, a quien definió como “el hombre que es, en la actualidad, una de las figuras más significativas de la literatura”, https://www.vanityfair.com/news/1922/03/james-joyce-djuna-barnes-ulysses. Tras su encuentro, Barnes describió al autor de Dubliners como “un hombre que ha sido más crucificado en su sensibilidad que cualquier escritor de nuestra época” https: //www.vanityfair.com/news/1922/03/james-joyce-djuna-barnes-ulysses

Así, de esa extraña manera, Barnes reconoció en Joyce a “un hombre en el que nunca puse mis ojos” https://www.vanityfair.com/news/1922/03/james-joyce-djuna-barnes-ulysses, aludiendo la manera habitual que los artistas libertinos de esos años sellaban sexualmente su amistad, así que simplemente corroboró y escudriñó al genio.

¿Y en Ulysses? —preguntó Barnes en la entrevista,

-Todos están allí, los grandes conversadores, ellos y las cosas que olvidaron, en Ulysses he registrado, simultáneamente, lo que un hombre dice, ve, piensa y lo que verá, pensará, y dice que hará. A lo que ustedes los freudianos llaman subconsciente, pero en cuanto al psicoanálisis, “no es ni más ni menos que un chantaje”, respondió Joyce.

Tras una pausa, el dublinés sentenció, – “no serviré a lo que ya no creo, mi patria o mi iglesia: e intentaré expresarme en mi arte tan libremente como pueda y tan completamente como pueda, utilizando para mi defensa, las únicas armas que me permito usar, el silencio, el exilio y la astucia”.

 -Esto es de alguna manera Joyce, y uno se pregunta, si al fin Irlanda ha creado a su hombre-, sentenció Barnes.

La segunda novela de Djuna, Nightwood (1936), representa su obra maestra, esta aborda esta los amores homosexuales y heterosexuales de cinco extraños personajes, a veces incluso grotescos. Está redactada en un estilo fluido, que evoca la escritura isabelina y el inglés antiguo. Sus capítulos están separados en tiempo y espacio, aunque algunos críticos señalan que es autobiográfica y que los personajes de la novela se basan ficcionalmente en el círculo lésbico de París, del que Barnes fue partícipe insigne.

Nightwood narra la historia de una mujer, Robin Vote, y sus aventuras amorosas en París en la década de 1920. Robin, quien se casó primero con Felix Volkbein, pronto se enamoró de una mujer llamada Nora Flood. Éste es el personaje que muchos analistas suponen que es Djuna; más tarde Robin abandona a Nora por otra mujer.

Sobre esta obra, el poeta británico T.S. Eliot escribió: “Lo que dejaría al lector preparado para encontrar es el gran logro de un estilo, la belleza del fraseo, la brillantez del ingenio y la caracterización, y una calidad de horror y fatalidad casi relacionada con la de la tragedia isabelina” https://www.bl.uk/collection-items/nightwood-by-djuna-barnes-with-a-preface-by-t-s-eliot.

A su vez, Sylvia Beach, editora de Joyce, explicó que la escritura de Barnes, “con su extrañeza y su nota melancólica, contrastaba con ella. Una sonrisa encantadora, no se parecía a la de ningún otro escritor de su época”. http://brbl-archive.library.yale.edu/exhibitions/cvvpw/gallery/barnes1.html  

Djuna alguna vez le confesó a un amigo que Nightwood estaba escrita en sangre “mientras aún estaba en ejecución”, https://www.faber.co.uk/9780571235285-nightwood.html. Lo obvio es que ella tampoco se esforzó por disimular que la trama abordaba su relación fallida con la artista Thelma Wood, quien la abandonó por la traductora, Henriette Alice McCrea-Metcalf. El hecho es que los entretelones reales en los que Barnes basó su literatura y la multiplicidad de formas en las que la retrató, marcaron un hito para la crítica posterior a su tiempo.

De esa forma y gracias a su vida literaria, se forjó la leyenda de esta mujer revolucionaria de mirada profunda y retadora, desde entonces su personalidad devino en un mito secreto para espectadores afines a la vida bohemia parisina de la primera mitad del siglo veinte.

Después de 1940, cuando regresó a Estados Unidos, Barnes escribió poco y vivió una existencia discreta en el célebre barrio neoyorquino de Greenwich Village. Siempre se rehusó a que gran parte de su trabajo fuera reimpreso. Su obra de corte modernista ha sido emparentada por la crítica con figuras de la talla de T. S. Eliot, Virginia Woolf, William Faulkner y James Joyce. Durante los últimos 46 años de su vida, Barnes terminó solamente dos libros: The Antiphon (1958), poesía, y Criaturas en un alfabeto (1982), colección de poesía que toma la forma de un bestiario. A pesar de esto, sus archivos evidencian que escribió obsesivamente, a menudo reescribiendo los mismos poemas docenas de veces y vivió el resto de sus días reticente, iracunda y amargada, sin establecer contacto con admiradores ni académicos.

En una carta fechada el 31 de mayo de 1963, Djuna le confesó a una amiga ser “la desconocida más famosa del siglo, he sido amada por algo extraño y me ha olvidado”. Aunque su vida y obra aún están por abrirse a nuevas generaciones de escritores y críticos, además de especialistas en literatura queer, gay o lésbica, el recuerdo de esta mujer libre deambula por las calles parisinas, al nivel de Joyce, mago literario con quien el diccionario de Literatura Europea de la editorial británica Peguin, la equiparó, en genio y figura. Desafortunadamente existen pocas versiones de la obra de Barnes en español, una de ellas de pésima manufactura de traducción y edición, la publicada por Anagrama durante los años ochenta. Actualmente, el archivo Barnes reside en la Universidad de Maryland, en la Biblioteca de Hornbake, en espera de lectores e investigadores.

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