Luego de un desastroso primer intento por llegar a la Luna llevado a cabo en 2019 (Chandrayaan-2), la India logró colocar un aparato sobre la superficie del satélite terrestre en su zona meridional, más específicamente la región del polo sur (aún no explorada o visitada incluso ni por alguno de los tres países que han logrado arribar a ella), y con ello ingresar al minúsculo grupo de países que componen el exclusivo club: EE:UU.AA., Rusia y China. El evento tuvo su exitosa conclusión el 23 de agosto de 2023, prácticamente 10 años después de que China realizara esa proeza tecnológica antecedido por Rusia (en su momento URSS) y E.U.A.
El programa lunar de la India, establecido por la Agencia Espacial India (Indian Space Research Organisation, ISRO) para alcanzar la luna en su segundo intento, arrancó su etapa final en el mes de julio pasado y fue integrado por la nave espacial Chandrayaan-3 (Nave lunar-3, en sánscrito), que logró la hazaña de colocarlo en la superficie de nuestro satélite, el módulo de alunizaje Vikram (“valeroso”, idem) que llevaba acoplado y un vehículo lunar de seis ruedas denominado Pragyan (“sabiduría”, idem) que iba incorporado a este último.
La actividad humana en la zona exoplanetaria actualmente está, lo menos, dinamizada. En específico por lo que concierne a llegar a la luna. Lo anterior porque a la afortunada acción hindú se suma el recientemente (menos de siete días) malogrado intento de Rusia de llevar también al sitio (la misma región meridional donde alunizó apenas hace dos días la misión hindú) su módulo lunar Luna-25, cuyo cohete propulsor Soyuz-2.1b despegó desde el cosmódromo de Vostochny el 11 de agosto pasado.
Por su parte, Japón, por medio de su Agencia Japonesa de Exploración Espacial (JAXA) tiene en su calendario espacial, para el 26 de agosto próximo, el lanzamiento de un cohete con el objetivo de realizar ejercicios de perfeccionamiento de alunizaje en terrenos complicados, así como optimizar en la economía de actividades de muestreo y en el diseño de módulos de alunizaje también en la región meridional de la luna. Por su parte, la NASA planea realizar una robusta campaña de exploración lunar para el período 2024-2026 con enfoque en ejercicios orbitales, de alunizaje y recorrido en superficie.
Como consecuencia de su exitosa empresa India se adelanta a potencias como Francia, Europa toda y Japón, de manera que además de que los bonos de su tecnología de exploración espacial en varios rubros ascienden por encima de estos países con enorme poder económico y científico mayor al suyo, entra en la reducidísima lista de cuatro países que integran ese club. Dada la estratégica posición que India sabe tienen los integrantes de este club, y que ahora reconoce para sí, ha firmado con E.U.A. los Acuerdos de Artemisa que constituyen los esquemas generales sobre las regulaciones para quienes pretenden realizar exploración lunar, mismos que no han firmado ni Rusia ni China.
La importancia de la llegada de India a la luna, y en particular al lugar al que llegó, reside en que la zona meridional podría contar con condiciones geológicas propicias para representar grandes y estratégicos depósitos de minerales y agua en fase sólida (hielo) dentro de los innumerables cráteres que ocurren en esa. A partir de lo anterior, dichos depósitos no serían otra cosa más que depósitos de energía y valiosísimos depósitos del líquido vital fundamental para la vida, dado el conocimiento de que a futuro se plantea establecer hábitats artificiales para la estancia de humanos en dicho lugar, como parte de las etapas iniciales de exploración espacial a Marte, su población y como plataforma intermedia de salida para continuar la diáspora humana más allá.
La comunidad científica reconoce que la misión hindú puede atribuir su logro a cuerpos de ingenieros y científicos locales que casi en su totalidad son de formación interna, procedentes de centros de investigación y universidades modestas de todo el país (principalmente de Bangalore al sur del país, donde se encuentra asentado el centro espacial ISRO) y ajenas a los grandes centros de ingeniería del primer mundo, a los que muchos científicos de origen hindú de altísima capacidad pertenecen, acuden y se vinculan fuertemente.
Asimismo, la comunidad científica también se congratula de que esta misión incorporó dispositivos de investigación como sismógrafos para recopilar datos que auxilien en la definición de la estructura interna de nuestro satélite, así como dispositivos de análisis y medición termodinámica y de plasma, además de aparatos laser de medición de distancia de alta precisión para su aplicación en mediciones con nuestro planeta. Cabe mencionar que todo el instrumental está diseñado para funcionar con energía solar y por lo tanto la vida útil de todo el sistema es de menos de medio mes terrestre, dado que una vez que la energía solar que energiza todos los instrumentos deje de llegar por el cambio de día a noche lunar, los dispositivos sufrirán el extremoso cambio de temperatura ambiental y además no tendrán más energía para funcionar.
El jefe de la misión, P. Veeramuthuvel, ingeniero mecánico de formación y director del proyecto, un científico de 46 años de edad y de origen humilde (de padre empleado de ferrocarriles), -y ahora de clase media, que por lo demás, vive en una casa de la misma condición- a las 8 am tiempo de México del 25/08/23, dio la instrucción de reportar a los medios nacionales e internacionales que el vehículo lunar Pr recorrió 8 metros de prueba con éxito y se dispone a realizar el recorrido programado, luego de que sus componentes móviles fueran verificados en su funcionalidad.