Autos eléctricos, la verdad de una industria antiética y sobrevalorada - Paralelo24 Skip to main content

En ese afán de cometer únicamente lo políticamente correcto, las nuevas generaciones se dejan acarrear por las nuevas tendencias tecnológicas, sin reparar en la realidad que existe detrás de cada una de ellas, los intereses económicos y comerciales que las mueven, así como las consecuencias presentes que conllevan y las que aguardan en el futuro.

Por Ulises Ladislao/Los Ciertos datos

El cambio climático ha exigido a países, instituciones, industrias, empresas y a la sociedad en su conjunto a contribuir al urgente abatimiento de la emisión de contaminantes que afectan la tierra, las aguas y el aire, y cuyo descuido ha generado una fuerte y agria respuesta de la naturaleza que se ha revertido en contra de los propios agentes contaminadores.

Por mi culpa

De acuerdo con la organización Oceana Protecting the World´s Oceans, actualmente se liberan más de 42 mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero al año, de los cuales 77 por ciento corresponde a dióxido de carbono (CO2), 14 por ciento lo representa el metano (CH4), 8 por ciento es óxido nitroso (N2O) y el resto, otros compuestos. Y a pesar de que cada uno de nosotros busquemos con serio afán realizar únicamente lo benéfico en materia ecológica, una persona emite una media de más de 11 kg de contaminantes diariamente; y si este hecho agobia sus culpas y lo alienta a los golpes de pecho, sepa que cada estadounidense produce 55 kg de CO2 equivalente al día, en promedio.

El asunto preocupante es que se ha comprobado que si no se procuran cambios radicales en el modo de usar y producir energía, la temperatura media de la atmósfera podría aumentar de 1.9o a 3.9oC a mediados de este siglo, asegura Oceana,” lo que representaría el mayor aumento de temperatura en los últimos mil años”. Y así también un riesgo cierto hacia la extinción de la mayoría de las especies, entre ellas la humana.

La grácil moda de contaminar

Uno de los sectores con mayor responsabilidad en la contaminación atmosférica es la industria petrolera, cuyos principales 12 consorcios aportan 8.4 mil millones de toneladas anuales de las emisiones de gases de efecto invernadero en el planeta, como indica un informe elaborado por la agencia Thomson Reuters. Asimismo, se estima que el transporte de pasajeros y mercancías representa una cuarta parte del total de las emisiones, mientras la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), acepta que el 2 por ciento de ellas a escala global son atribuibles al tráfico aéreo.

Mención especial merece la industria textil y de la moda. Un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) asegura que ésta produce más contaminación atmosférica y emisiones de carbono que la suma de todos los vuelos y transporte marítimo que se suscitan, al grado que es considerada la segunda más contaminante del mundo.

Sus demandas incluyen 93 mil millones de metros cúbicos de agua cada año (suficientes para abastecer las necesidades de consumo de 5 millones de personas), libera en los océanos una cantidad de microfibra equivalente a tres millones de barriles de petróleo, genera más de 8 por ciento de los gases de efecto invernadero, produce el 20 por ciento de las aguas residuales, en tanto que cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles que podrían atiborrar un camión de basura.

Por su parte, según el último informe de The Lancet, el sector agroalimentario produce un cuarto de las emisiones globales de gases de efecto invernadero; en particular, la producción de carne de ternera es la más contaminante.

Sirenas eléctricas

Investigaciones realizadas por científicos y expertos alrededor del orbe, han determinado que la principal causa del calentamiento global es el dióxido de carbono, particularmente el emitido por la combustión de combustibles fósiles por automóviles, instalaciones industriales y centrales eléctricas, como indica el Centre for Climate and Energy Solutions. De todas las emisiones que se producen en el planeta, el 70% del total se debe a la generación de energía.

Visto lo anterior, hay quienes se han desatado del mástil y se han dejado hipnotizar por el canto de las sirenas eléctricas del transporte y la movilidad.

Un estudio realizado por el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT) apunta que los carros eléctricos (BEV) producen alrededor de 8 kg de CO2 equivalente por cada 100 km recorridos, aunque menos que los híbridos enchufables o PHEV (12 kg), los híbridos, HEV (16 kg) y los automóviles a gasolina, ICE (24 kg).

Aun cuando nos vendan la idea de que la electromovilidad es la solución a todos los males contaminantes, los vehículos eléctricos contienen un lado oscuro que sus promotores y beneficiarios prefieren ocultar.

“Si no contamos con los procesos para reciclar sus baterías al final de su vida útil, tendremos un problema muy grave de contaminación de la tierra y de aguas superficiales y subterráneas”, alerta Heberto Ferreira Medina, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, campus Morelia, refiere un reporte de Leonardo Huerta.

“En México tenemos un problema con los teléfonos celulares, muy pocos de los cuales llegan a algún depósito donde los reciclen. Desensamblar esos equipos es muy costoso y la mayor parte termina en basureros sin medidas de protección o aislamiento. Lo mismo pasa con las baterías de los vehículos eléctricos pues se requiere bastante energía para limpiar y desarmar las baterías”, afirma Ferreira Medina.

Alberto Beltrán Morales, del Instituto de Investigaciones en Materiales, sostiene que no obstante que los autos eléctricos podrían ser una opción para reducir las emisiones de carbono, “no tenemos la imagen completa porque no vemos sus efectos en la minería. Algunas investigaciones han encontrado un incremento de hasta seis veces en la demanda de los metales indispensables para las baterías, como cobalto y níquel, y el reciclaje de dichos metales es muy complejo, por lo cual actualmente es más barato adquirir metales recién sacados de las minas que emplear materiales reciclados”.

Un perico descolorido que le falta verde

El punto es que los números parecen confirmar lo que nos espera: se calcula que antes de que termine la década actual al menos 145 millones de autos eléctricos circularán por las carreteras de todo el mundo, impulsados por igual número de baterías, y adicionalmente debemos considerar que estas tienen un número limitado de ciclos de carga y descarga, y por tanto deben ser reemplazadas. Un auto eléctrico es un “perico” que no es tan verde, como lo pinta la naciente industria de este tipo de vehículos. De acuerdo con Monitor Global E-Waste 2024, informe elaborado por el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional y la Investigación (UNITAR, por sus siglas en inglés), la producción mundial de basura tecnológica asciende a 62 millones de toneladas anuales.

Los países asiáticos originan casi la mitad de los desechos electrónicos (30 millones de toneladas); en tanto, Brasil y Estados Unidos generan 2.4 millones y 7.2 millones de toneladas al año, respectivamente; mientras, en México se produjeron 1.5 millones de toneladas de basura electrónica, de las que sólo el 4 por ciento se recicla, lo cual nos ubica en segundo lugar detrás de Brasil, en Latinoamérica.

Antiética de venta

Desde que se creó el tratado internacional denominado Acuerdo de París a finales de 2015, la adopción de estos vehículos ha aumentado. En 2023, el valor del mercado mundial de autos eléctricos ascendió a 500 mil 480 millones de dólares, y se espera que este año se ubique en 671 mil 470 millones de esta divisa, mientras que para 2032 rondará 1 billón 891 mil millones, de acuerdo con estimaciones de Fortune Business Insights. En este marco, la Unión Europea pretende alcanzar el objetivo de fabricar 30 millones de vehículos eléctricos, más del doble de los que tiene actualmente en circulación (alrededor de 11 millones), en los próximos cinco años.

Por su lado, Estados Unidos se ha fijado como meta contar con 26 millones para 2030, a pesar de que hoy sólo transitan por sus calles 5 millones de ellos.La mayoría de las emisiones asociadas con los automóviles eléctricos provienen de la etapa de fabricación, más altas que las de las otras líneas como los PHEV, HEV, y los vehículos ICE de gasolina convencional.

De hecho, se ha establecido que las emisiones más altas derivadas de la fabricación de los sedanes BEV del año modelo 2024 se “amortizan” después de recorrer 25 mil kilómetros, en comparación con un ICE promedio, y de 41 mil km en comparación con un HEV.

Además, los vehículos eléctricos causan daños a la infraestructura carretera y calles de las ciudades, debido a que pesan alrededor de 500 kilos más que sus contrapartes a gasolina, al tiempo que se debe considerar que el 75 por ciento de la electricidad que ocupan proviene, inevitablemente por ahora, de fuentes fósiles, principalmente carbón, gas natural y derivados del petróleo crudo.

Los fabricantes han puesto a sus carros eléctricos en el pináculo de lo políticamente correcto en materia de protección ambiental. Ya es momento de decirle la verdad al consumidor, y dejar atrás esa imperdonable ética de ventas.

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