Crean libro homenaje de La Tumba por sus sesenta años de publicada - Paralelo24 Skip to main content

El renacer de la “La tumba”, de José Agustín: un referente constante más allá de la muerte. Un maestro no solo enseña sino que acompaña, mueve y conmueve. De esa manera es considerado José Agustín (1944-2024): un máster único en su tipo. 

Su actitud y su narrativa van de la mano, fue un escritor y un ser humano congruente, actitud tan escasa en estos momentos de chapucería e impostura cultural. 

Desde el más acá el maestro sigue enseñando y en este año su primera novela La tumba, cumple sesenta años y sigue tan campante; tanto que la editorial Alfaguara lo celebra lanzando una edición conmemorativa. Además, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le hará un homenaje, quizá con ello quiera compensar el no haberle entregado en vida una de las emisiones del Premio FIL de Literatura en reconocimiento al conjunto de su obra. 

El 19 de agosto de 1963, cuenta su esposa Margarita Bermúdez, José Agustín recibió una llamada de Juan José Arreola diciéndole que había leído Tedio (que luego apareció con el título La tumba) y que se considerara escritor, que la obra era publicable y él se la iba a editar. 

Y ahí iniciarían su labor literaria y vital constante más allá de la primera publicación. “Yo no sabía cómo entregar mi libro –cuenta José Agustín en su Autobiografía— a los críticos, y como resultado, lo tuvieron muy pocos. Batis hizo una reseña chistosita en Siempre!, Zendejas lo alabó en Excélsior y un oscuro HT fue pródigo en sandeces en “México en la Cultura”: me relacionó con Veraline y juró que los clics finales eran los de una pistola…” 

La tumba es una novela emblemática no solo para la literatura mexicana sino para los lectores que se multiplican cada vez más, debido a que constituyó un hito narrativo enfrentando no sólo los valores literarios de los años sesenta, tiempo tan represivo en México, sino que animó a otros autores a desprenderse de un lenguaje escrito tan acartonado y entrecomillado; ayudó a otros jóvenes escritores en potencia a expresarse libremente y a decir con todas sus letras la actitud y postura de los jóvenes y adolescentes sometidos al relámpago del autoritarismo familiar, social, político y cultural. Todo con el simple detonante de la narrativa. 

La Tumba, José Agustín y su obra posterior, son el pararrayos celeste de una época  convulsa como la de los sesenta; libro, autor y escritura son el parte aguas de un momento histórico social y cultural del que emanaron signos de transformación en muchos ámbitos.      

Escritores como Gustavo Masso, Juan Villoro o Javier Córdova siguieron animados por esa pauta. Considero que ese eco narrativo “agustinesco” puede leerse en una antología como Jaula de palabras (1980) donde conviven autores canónicos como Carlos Fuentes, Inés Arredonde o Juan de la Cabada, con los hasta ese momento jóvenes escritores –los ya mencionados más Emiliano Pérez Cruz, Armando Ramírez o Luis Moncada Ibar, entre otra cauda— que proponen temas y ámbitos y rompen códigos narrativos manidos.  

En Jaula de palabras, antología realizada por el narrador Gustavo Sainz, escritor a quien se le adeudan varios reconocimientos, puso en el índice o señaló con democracia, la literatura tradicional junto a autores de una literatura emergente que se volvería insurgente, aunque no cuajaría de inmediato y tardaría varios años en ponerse en el tapete de las discusiones como sucede ahora. 

El talento, la precocidad y la personalidad de José Agustín, han contagiado a varias generaciones. Es, junto Parménides García Saldaña y Jesús Luis Benítez, “El Buker” –estos dos consumidos por el fuego de su vitalidad— los eternos descontentos con la prosa bien acicalada y de lirismo enjuto. 

Hubo otras rutas literarias desde luego, como las de sus cuates y contemporáneos de José Agustín, como Gerardo de la Torre, Rene Avilés Fabila, Gustavo Sainz y Vicente Leñero, pero ninguna tan consecuente para mantenerse firme con actitud juvenil sin concesiones. En José Agustín la juventud fue un estado de ánimo y fue fiel a ella; por eso la juventud le dio la corona de la vida más allá de su muerte. 

Así pues, el próximo 6 de diciembre se realizará el “Homenaje a José Agustín: de La tumba al infinito”, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con la participación de Margarita Bermúdez, viuda del narrador, y su hijo, Andrés Ramírez, así como Ricardo Castillo y José Eugenio Sánchez.

Además de incluir la celebrada novela, La tumba: Edición conmemorativa, que  reúne fotografías inéditas del autor y relatos sobre momentos muy significativos de su vida contados por familiares, amigos cercanos y escritores. Como Margarita Dalton, sus hermanos Hilda y Alejandro Ramírez; la poeta y traductora Elsa Cross; la escritora y académica Sara Sefchovich; el novelista Yuri Herrera, las amigas de la pareja Leticia Araujo y Rosario Casco, y el narrador Enrique Serna.

El libro homenaje incluye un prólogo de la narradora Brenda Navarro, quien afirma ahí que “toda literatura que se escribe en la segunda década del siglo XXI, dentro del campo literario mexicano, está mucho más cercana a La tumba (1964) de José Agustín que a lo que se llegó a denominar como ‘literatura’ en aquella época en la que el autor debutó”.

La herencia del joven maestro José Agustín sigue dando frutos no sólo por la obra sino por la actitud responsable con su obra, con su lenguaje y contra los esquemas sociales hipócritas; esquemas puestos en duda y que hizo repensar a la sociedad mexicana si se estaba haciendo tarde para enfrentar el movimiento juvenil o era el momento de un movimiento contracultural que, hasta la fecha, sigue en proceso y sobreviviendo al margen de lo establecido.

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