José Revueltas, un santo revolucionario que baila - Paralelo24 Skip to main content

Gerardo Villegas Rodríguez
www.pleroma.com.mx
@pleromazero

El ateísmo es un acto de fe

André Breton

 Si luchas por la libertad tienes que estar preso, si luchas por alimentos tienes que sentir hambre

José Revueltas.

Revuelta:

De revolver.

1. f. Alboroto, alteración, sedición.
2. f. Riña, pendencia, disensión.
3. f. Punto en que algo empieza a torcer su dirección o a tomar otra.
4. f. Cambio de dirección de algo.
5. f. Vuelta o mudanza de un estado a otro, o de un parecer a otro.

Revolución
Del lat. Tardío revolutio, -ōnis.
1. f. Acción y efecto de revolver o revolverse.
2. f. Cambio profundo, generalmente
violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional.
3. f. Levantamiento o sublevación popular.

Real Academia Española© Todos los derechos reservados.

El escritor mexicano José Revueltas, nació en 1914, en Santiago Papasquiaro, Durango, un 20 de noviembre (día conmemorativo de la Revolución Mexicana) curiosamente el contundente significado del vocablo tornado en apellido y su fecha de nacimiento, habrían de sellar su destino revolucionario en todo el sentido de la palabra, pero lo cierto es que ambos axiomas, revolución y revuelta, definirían el ser y el pensar de José Maximiliano Revueltas Sánchez. 

Miembro de una familia emblemática en la cultura mexicana, José, paradójicamente, tocayo del efímero emperador de México, Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena, entre otras curiosidades históricas, compartió lazos sanguíneos con el malogrado músico Silvestre Revueltas, el pintor Fermín Revueltas y la actriz Rosaura Revueltas, todos artistas ilustres del panteón cultural de nuestro país. 

Desde su infancia, Pepe, como le llamaban cariñosamente sus amigos, manifestó una sólida vocación por la escritura, por lo que solía hacer periodiquitos caseros en los que entrevistaba a su madre y a sus hermanos, papeles que a la postre se tornarían en textos de corte rebelde y abiertamente comunistas. Ideología y praxis políticas clandestinas en el México que le tocó vivir, parafraseando a Carlos Fuentes.

De tal suerte, el legado de Revueltas tiene un doble significado histórico, por un lado, su intenso activismo político y pensamiento revolucionario, virtudes que contribuyeron en gran medida en la construcción de los cambios democráticos que actualmente “disfrutamos” y además trascendió por la fecunda y gran calidad de su obra literaria, oficio por el que en 1967 le fue otorgado, el entonces prestigioso, premio Xavier Villaurrutia.

Es sabido por la mayoría de sus exégetas que, desde los 15 años, Revueltas participó entusiastamente en diversos movimientos sociales, e incluso militó desde la década de 1920 en el Partido Comunista Mexicano (PCM), donde alcanzó a ser delegado por México en el Séptimo Congreso de la Internacional Comunista de 1935, cumbre de la izquierda mundial, realizada en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, donde se gestó su pensamiento crítico, respecto a la forma y el contenido de las ideas socialistas y sus vertientes.

Empero, un capítulo decisivo en la vida Revueltas, fue marcado por su crisis como militante y su crítica punzante al PCM, acto que tuvo como consecuencia su expulsión definitiva de la organización política. Posteriormente, en 1960 y junto a los poetas Eduardo Lizalde, Enrique González Rojo y el cineasta Julio Pliego, sería fundador de la Liga Leninista Espartaco, cuyo lema era “Por la creación del verdadero partido de la clase obrera” y cuyo fundamento ideológico fue el texto: “El PCM ante la disyuntiva de su inexistencia histórica”.

En esas líneas, Revueltas, argüía la invisibilidad y abyección del PCM, además, esgrimía con sus reflexiones teóricas, un carácter renovador ante el dogmatismo estalinista de algunos intelectuales de izquierda y militantes marxistas. Posteriormente, y no tan sorpresivamente, en 1963, Revueltas también sería expulsado de los espartaquistas, lo anterior debido a los constantes puyazos de su escritura contra las maniobras de sus “camaradas” y sus estériles choques doctrinarios, tiempo después fue señalado por sus otrora correligionarios como “liberal pequeño burgués”, tilde que compartió con Octavio Paz, desde la necia miopía de la mayoría de la izquierda mexicana de entonces.

No obstante, Revueltas, “el hechicero”, continuó su peregrinar y lucha social desde la soledad semejante a la de un místico eremita, años en los que continuó su intensa solidaridad con diversas causas sociopolíticas, actividad por la que también es recordado por su supuesta “responsabilidad intelectual” en el movimiento estudiantil de 1968 en México que devino en la masacre del 2 de Octubre en Tlatelolco y por el cual fue acusado de incitación a la rebelión, asociación delictuosa, sedición, daño a propiedad ajena, ataques a las vías generales de comunicación, robo, despojo, acopio de armas, homicidio y lesiones. “Delitos” por los que fue sentenciado a 16 años de prisión en el palacio negro de Lecumberri, donde habría de redactar, desde el confinamiento, en 1969, la desgarradora y excelsa novela “El Apando” texto insignia de su pensamiento, palabra y obra.

Asimismo, el autor de Los Muros De Agua (1941) dejó constancia de su compromiso de lucha y espiritualidad en sus palabras emitidas en el documental Homenaje a José Revueltas (shorturl.at/exFWY) dirigido por Julio y Mateo Pliego, además cabe destacar las palabras que el propio escritor y militante realizó durante su autodefensa en la víspera de su sentencia en septiembre de 1970, que versan:

“1968 es el inicio, por la juventud de México, del proceso desenajenante que dará al país una historia, una historia real por primera vez, porque no tenemos esa historia, se ha falseado esa historia, como historia escrita y como historia política y social. En México no es una clase determinada la que tiene el mando, es un club del poder por encima de la sociedad, que disputa y oprime a los más vastos sectores sociales entre los que se encuentran, ante todo la clase obrera y las clases medias (…)”

Basta solo con contemplar el rostro reflexivo y el tono de voz de Revueltas en las conversaciones filmadas por los Pliego para atestiguar su entereza espiritual y austeridad material, algo ajeno actualmente en algunos escritores, opinólogos y periodistas que juegan de cómplices del sistema, además de los otrora intelectuales orgánicos y ahora influencers favorecidos por un régimen que Revueltas intentó derrocar.

Sin embargo, es el propio Octavio Paz, quien ofrece una de las claves para tratar de comprender al hombre llamado, José Revueltas, más allá de ser un ícono de los años del sueño de la revolución marxista mundial, lejos de la pasión sacrosanta del personaje trágico y heroico. Porque Revueltas era un hombre de profundas dudas espirituales, un Dostoyevski mestizo, un apóstol e hijo de la rebeldía romántica que el siglo veinte creó, y que cual Saturno, cruentamente engulló.

Para vislumbrar a Revueltas, Paz hace hincapié en el carácter paradójico de la religiosidad de Revueltas y dicta que este poseía “Una visión del cristianismo dentro de su ateísmo marxista. Revueltas vivió el marxismo como cristiano y por eso lo vivió, en el sentido unamunesco, como agonía, duda y negación” “Una constante preocupación religiosa invade la obra ( El luto humano): Los mexicanos piadosos por naturaleza y enamorados de la sangre, han sido despojados de su religión, sin que la católica les haya servido para satisfacer su pétrea sed de eternidad”.

¿Sería Revueltas aspirante a santo? la respuesta llega del propio Paz cuando revela en su libro, Generaciones y Semblanzas Escritores y letras en México (1992) que durante la noche de la masacre del jueves de Corpus del 10 de Junio de 1971, en casa de Carlos Fuentes, la plana mayor de los intelectuales de entonces debatía “¿qué hacer?” respecto a la infamia reincidente criminal del régimen priísta contra la juventud crítica.

La versión de Paz apunta que Revueltas, le propuso como plan de acción de los intelectuales, qué hacer con sonrisa indefinible: “¡Vámonos todos a bailar ante el Santo Señor de Chalma!”, clamó juguetonamente Pepe.

Su marxismo cristiano, su humildad proclive al martirio, su expiación espiritual y autocrítica, dibujan un retrato complejo del autor de una obra de 26 tomos; escritor puro de diversos géneros. Autor comprometido como los que ya no existen, cultivó la crónica, crítica literaria, cuento, ensayo, guion cinematográfico, novela, poesía, teatro, además de

una veintena de sus guiones redactados en solitario y al alimón que fueron realizados por directores de la talla de Julio Bracho, Luis Buñuel, Emilio Fernández, Roberto Gavaldón, Rafael Corkidi y Benito Alazraki, entre otros.

Aciagamente, Revueltas murió en una época en la que el resquebrajamiento de las ideologías ya había comenzado, en 1976, año del cierre de la cárcel de Lecumberri y del inicio del sexenio del voraz y corrupto, José López Portillo, además su muerte acaece dos años después del asesinato de Lucio Cabañas, fundador de la guerrilla del Partido de los Pobres, años ya distantes en los que la Liga Comunista 23 de Septiembre perpetraba actos de “violencia revolucionaria” que eran respondidos con mano dura y criminal por parte del gobierno federal.

Revueltas en efecto, era un santo de espíritu dionisiaco y poseía el sentido del humor

del mismo; artista de una pieza, valiente y consecuente. Con su muerte no sólo terminó un capítulo de la historia del pensamiento político en México, también murió un ideólogo y

crítico de peso completo, insustituible.

Además, en su novela Los Errores, Revueltas escribe con certeza las pugnas al interior del partido comunista, luchas de poder y precisamente esos yerros que la izquierda mexicana actual padece como enfermedad incurable, basta solo con ver a los intelectuales y artistas hoy en día para percatarse de la acefalidad que sufre el pensamiento progresista.

En un momento, quizá de humor, Revueltas escribió que el movimiento estudiantil del 68 “posibilitó la aparición de un mexicano nuevo en oposición al feo. Este mexicano nuevo es libre, fraternal, entusiasta, sin hipocresías, en una palabra, exótico. Por eso la burguesía nos odia tanto: porque pertenecemos al movimiento anti chichimeca enderezado contra el mexicano doble, traicionero y mentiroso”.

Cabe recordar que José Revueltas, jamás perteneció al sistema de becas del Centro Mexicano de Escritores y demás dádivas establecidas por el régimen, incluso renunció

a las sectas literarias, fue enemigo de homenajes, premios y efigies vacuas. Revueltas es, en ese sentido, un autor fundamental para comprender la historia del pensamiento político en México. 

Asimismo, fue un escritor que combatió permanentemente al orden de las cosas de su tiempo desde la trinchera de la crítica inteligente y la acción con estilo propio. Pese a conocer el infierno de la prisión y persecución política desde los 14 años, nunca claudicó en sus anhelos y murió como vivió, luchando, creando.

Finalmente, a casi 55 años de su autodefensa en Lecumberri y la génesis de El Apando, Revueltas ríe y baila sonriente rumbo a Chalma cual profeta Zarathustra, pero con la espiritualidad sonriente de un santo esculpido por el surrealista Luis Buñuel.

Post Scriptum 

“Dicen los periódicos que se me acusa de ser el responsable intelectual del movimiento estudiantil. Al margen de la realidad de estas afirmaciones, lo cierto es que soy un perseguido y que seguramente mi vida corre peligro (…) puntualmente le pido mi último deseo, con toda la cortesía de la que soy capaz. Estimado señor: le solicito a usted que vaya y chingue definitivamente a su madre. Le agradezco de antemano la respuesta afirmativa a mi petición”

Carta al ex jefe de la policía José Luis Cueto citado por Carlos Monsivaís. Fuente Wikipedia

“Así que el presidente Díaz Ordaz procedió criminalmente al recurrir al Ejército para lanzarlo contra el pueblo en la matanza de Tlatelolco. El criminal que debe sentarse en el banquillo de los acusados es el presidente Díaz Ordaz y así lo declaro aquí de modo público, en un proceso que nos enjuicia como delincuentes comunes y no como presos políticos que somos. En lugar de aplaudirlo en el cuarto informe de gobierno, el Congreso debió dirigirse en gran jurado y juzgar al presidente de la República Díaz Ordaz por el delito de Estado en que incurrió. Pero ya hemos visto que los poderes de la Unión están sometidos al poder presidencialista autoritario y dictatorial que impera en México.”

José Revueltas, México 68: juventud y revolución.

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