Futbol y política: Apoyar a Palestina no es antisemitismo - Paralelo24 Skip to main content

Israel y las patadas contra Francia. Un juego era un juego. Durante mucho tiempo se no hizo creer que el deporte era el terreno neutral y humanista de las contiendas. Con el paso del tiempo se ha demostrado que el fútbol y las olimpiadas son la continuación de la guerra por otros medios. 

La geopolítica dicta los términos en que se enfrentan los países y el deporte es tanto política, negocio y corrupción. El caso “FIFA-Gate” es un ejemplo fresco sin que por eso deje de rodar el balón y continúe la danza de los millones. Los enfrentamientos ya no son sólo entre equipos sino de países, e incluso de emporios económicos. 

Esta semana, un simple partido de fútbol entre el equipo de Francia, actual campeón del mundo, contra la oncena de Israel, contrincante gris, tuvo comentarios desmedidos. Se aventuraba un encuentro de alta tensión, por la sencilla razón de que Israel se encuentra enfrascado en una guerra de destrucción masiva sobre los países que lo rodean, pero principalmente contra Palestina, a quien ha castigado sin medida ni clemencia. 

Debido a este antecedente bélico todo lo que evoque a Israel tiene ese tufo de impunidad y expansionismo violento. Esta tensión política produjo un incidente grave en Amsterdam, también futbolístico, el 7 de noviembre pasado, lo que produjo una semana de tensión. Y un juego de mero trámite en la capital francesa acaparó los reflectores para un partido de fútbol donde Francia e Israel salomónicamente empataron a cero goles. 

El pasado 7 de noviembre, lo que tenía que ser un partido más en Ámsterdam, terminó en bochorno. En la previa del partido que enfrentaba al Ajax y al Maccabi de Tel Aviv, decenas de aficionados de ambos equipos se enfrentaron en el centro de la ciudad y en los alrededores del estadio “Johan Cruyff Arena”, en una gran pelea que dejó cerca de 60 detenidos, 10 heridos y dos desaparecidos, según informan las autoridades de Holanda y de Israel. 

Tal fue la magnitud del conflicto, que el Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, envió dos aviones a Holanda, para que los seguidos del conjunto israelita puedan volver a su país lo antes posible. 

Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional de Israel, aseguró en las redes sociales, que los funcionarios israelíes trabajaron con las autoridades holandesas para investigar los ataques, que según él fueron por motivos políticos y religiosos y se atrevió a acusar que fueron atacados sólo por su judaísmo; y los medios de comunicación en casi todo el mundo hicieron eco de estas afirmaciones sin tomar en cuenta lo cruento de la guerra desplegada por Israel en la franja de Gaza. 

El partido terminó con goleada del conjunto holandés, 5-0, pero después de las imágenes vistas en las calles el partido y el resultado fueron lo menos importante.

Aunque la UEFA condenó los incidentes y el juego terminó 5 a 0 a favor del equipo Holandés, los ánimos se fueron levantando con el anuncio este 14 de noviembre, del encuentro entre los equipos de Francia e Israel. 

Después de las impactantes escenas de violencia ocurrida en Amsterdam la semana pasada, donde se afirmó que fue una “cacería contra los judíos” contra los hinchas del club israelí Maccabi Tel Aviv, las autoridades francesas no quieren que estos sucesos se repitan en su territorio. 

Lo que no mencionaron las autoridades israelíes y de los Países Bajos y los medios de comunicación internacionales fue que la tensión había aumentado antes del partido entre el Ajax y el Maccabi el jueves pasado en la capital neerlandesa, ya que en la semana se difundieron múltiples videos en las redes sociales donde se mostraban a los hinchas del Maccabi coreando insultos antiárabes, elogiando los ataques militares israelíes en Gaza y gritando insultos a los árabes. Los hinchas del Maccabi también arrancaron banderas, destrozaron un taxi y prendieron fuego a una bandera Palestina, según informó la policía de Amsterdam.

Para prevenir enfrentamientos, la policía francesa desplegó unos 4 mil agentes y mil 600 empleados del estadio fueron desplegados para vigilar el partido entre Francia e Israel, y unos 2 mil 500 de esos agentes estuvieron alrededor del estadio, informó el jefe de Policía de París, Laurent Nunez.

Sin embargo, lo sucedido este 14 de noviembre en la cancha parisina fue discreto. Francia ofreció un juego triste, sin su carismático y millonario jugador Kylian Mbappé, y no pudo pasar este jueves del empate a cero ante Israel en el estadio Saint-Denis. 

La selección ‘Bleu’ volvió a mostrar un juego desigual y sus ocasiones, generadas más por la insistencia que por el buen despliegue táctico, fueron frustradas por un inspirado Daniel Peretz, el portero israelí.

Unos 10 minutos antes de que el partido comenzara, como estaba previsto, hubo una pelea en la sección superior de la tribuna detrás de una de las porterías del Stade de France, y algunos de los involucrados tenían banderas israelíes sobre sus espaldas. No estaba claro qué causó el altercado y la seguridad intervino después de aproximadamente un minuto.

El himno nacional de Israel fue silbado por algunos fanáticos cuando los jugadores se alinearon y los jugadores israelíes fueron abucheados cuando recibieron el balón.

Se escucharon cánticos de “Israel, Israel” de los fanáticos visitantes durante varios minutos antes del pitido final. 

Varios autobuses con hinchas israelíes llegaron escoltados por la policía y algunos ondeaban banderas dentro del estadio. A pesar de este fuerte dispositivo de seguridad, el estadio mostró tribunas semivacías.  Se dice que se vendieron menos de 20 mil de las 80 mil entradas y hubo, al menos, unos 150 hinchas israelíes presentes.

Un par de horas antes del partido, una manifestación propalestina atrajo a varios cientos de personas a una plaza en Saint-Denis para protestar contra la celebración del partido. 

Lo que encendió más a los manifestantes que coreaban porras y consignas a favor de Palestina, fue el anuncio de la presencia del presidente francés Emmanuel Macron; una presencia inusual para un partido relativamente menor en el escenario mundial del fútbol, y que consideraron una muestra de apoyo al país acusado de genocida. 

A pesar de la violencia latente y con el antecedente en Amsterdam, el ministro del Interior de Francia, Bruno Retailleau, se negó a cancelar o trasladar el partido a otro estadio, diciendo a los parlamentarios que hacerlo equivaldría a “ceder ante los sembradores del odio”. En cambio, el estadio insignia del país se convirtió en una fortaleza.

Este partido llegó en un momento particularmente tenso para la política y el deporte en Francia ya que la semana pasada, Retailleau exigió respuestas al Paris Saint-Germain, el principal club de la ciudad, después de que los aficionados desplegaran una enorme pancarta con el lema “Palestina libre” en las gradas durante un partido de la Liga de Campeones.

Después del partido, Retailleau publicó en la red social “X” que los clubes deberían tener cuidado de que “la política no venga a dañar al deporte, que siempre debe seguir siendo una fuerza de unidad”, prometiendo en una entrevista radiofónica posterior que “nada estaba fuera de la mesa” en términos de sanciones contra los clubes que se niegan a seguir la línea y vigilan las pancartas “políticas”.

El ministro adoptó un tono agresivo en sus primeros meses en el cargo y su respuesta a los ataques de Amsterdam no fue diferente. En una medida sin precedentes, incluso desde el ataque del 7 de octubre liderado por Hamas contra Israel el año pasado y la guerra en Gaza que siguió, Retailleau pidió a los fiscales que investigaran la publicación de un legislador de extrema izquierda sobre la violencia en la capital neerlandesa.

Marie Mesmeur había publicado que los israelíes atacados en Amsterdam “no fueron atacados por ser judíos, sino porque son racistas y apoyan el genocidio”.

Cuando el fútbol y la política coinciden, los enfrentamientos salen de las canchas.

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