El pasado 7 de noviembre el dirigente del PAN, Marko Cortés, a través de un video, expresó su deseo de tipificar el narcotráfico como narcoterrorismo. Esto no sólo es seguir la huella sangrienta del expresidente Felipe Calderón y su guerra contra el narcotráfico durante su sexenio, sino que permitiría la injerencia norteamericana en el país como ya lo viene haciendo de manera subrepticia.
No olvidemos la operación “Rápido y furioso” del calderonato con las consecuencias nefastas que incrementaron la violencia y la ilegalidad en México.
Ante esta declaración, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum no tuvo reparo en tipificarla de afirmación ridícula y de traición a la patria.
Ya sabemos las consecuencias que trajeron al país las tácticas de guerra contra el narcotráfico de los gobiernos panista durante su “docena trágica” (2000-2012).
Y ya sabemos que las soluciones fallidas de un gobierno conservador y de derecha al no saber manejar lo prometido, miran con ojos de admiración y sometimiento a un país extranjero, en este caso a los Estados Unidos.
Los panistas ya demostraron en su periodo de gobierno que tienen esa admiración por todo lo que sea norteamericano sin medir las consecuencias económicas y sociales para el país pues este entreguismo les ha acarreado beneficios particulares.
La presidenta Sheinbaum fue tajante al calificar la declaración como una petición de injerencia extranjera pero a su vez la consideró ridícula, basada en la serie de contradicciones que los opositores siguen manejando como propuestas políticas.
A su vez, Marko Cortés, actual dirigente del Partido Acción Nacional, pide que sean respetadas sus ideas, como si lo declarado fuera una idea y no una de sus tantas ocurrencias contradictorias dadas a la menor provocación.
Sin embargo, estas ocurrencias y gracejadas, añadidas a sus incongruencias políticas donde declara una cosa para negarla al poco tiempo, toman un tinte peligroso para México y tentador para simpatizantes del sometimiento total y sin condiciones, a un país con una economía de guerra.
El dirigente del PAN pide respeto por su idea de tipificar al narcoterrorismo como un delito grave y que haya una estrecha colaboración y coordinación internacional, para que México pueda combatir eficazmente la delincuencia organizada.
El escritor Sergio González Rodríguez (1950-2017) advirtió sobre esta delicada línea de supuesta “ayuda”. En su libro Campo de guerra (2014) hace un análisis de la tendencia geopolítica encabezada por Estados Unidos que, con el pretexto de combatir el terrorismo en el mundo, impone el control y la vigilancia a partir de plataformas militares, con esto impulsa el paulatino ingreso de grandes corporaciones industriales y, respondiendo a su táctica de combate al terrorismo, haciendo sinergia con el espionaje absoluto.
Pedir ayuda no es lo grave, pedirla poniendo el pragmatismo político por encima de las normas constitucionales es una gracejada peligrosa.
Y más sobre pedirla de manera imperiosa y suplicante y como última solución ¿no es eso traición y entreguismo?