Las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que durante muchos meses se anunciaron como las más reñidas en décadas, han desmentido a la
mayoría de las encuestas.
Hoy hay una realidad inquietante y categórica: El republicano Donald Trump volverá a la Casa Blanca tras derrotar a la demócrata Kamala Harris con más facilidad de lo que preveían los sondeos.
Es importante mencionar que, de los siete estados bisagra, el expresidente se ha impuesto, de momento, en tres de ellos: Pensilvania, Wisconsin, Georgia y Carolina del Norte. En los tres primeros, los demócratas habían ganado en 2020.
Y los dos primeros formaban, junto con Michigan, del llamado ‘muro azul’ de feudos históricamente demócratas.
Algo que también debe subrayarse es que será la primera vez en más de un siglo que un expresidente vuelve a serlo después de perder unas elecciones.
De ahí que no asombre que los demócratas reaccionaran con sorpresa y decepción ante la derrota de Kamala Harris frente a Donald Trump.
Algunos medios demócratas, como la revista Rolling Stone, reaccionaron con preocupación, titulando su portada como “Futuro fascista” y recordando controversias del primer mandato de Trump.
Lo cierto es que, más allá de las polémicas, los demócratas tendrán que comenzar a reconsiderar el tipo de candidatos que presentan, buscando figuras que puedan conectar mejor (y más sinceramente) con votantes en estados clave.
Y, de una u otra manera, los demócratas podrían verse presionados a adoptar una postura más firme sobre inmigración, ya que Trump capitalizó los temores sobre inmigración ilegal.
Los demócratas se muerden las uñas al ver que los republicanos han recuperado el control del Senado, consiguiendo una mayoría de al menos 51 escaños sobre cien. De hecho, algunas victorias clave incluyen: a Jim Justice, en Virginia Occidental, a Bernie Moreno, en Ohio y a Deb Fischer, en Nebraska.
Y ojo, porque con el control del Senado y la Cámara de Representantes, Trump tendrá un camino más despejado para impulsar su agenda legislativa. Y eso le permitirá avanzar en temas clave como: Reformas migratorias más restrictivas, recortes de impuestos adicionales, desregulación económica y algo sumamente inquietante: nombramiento de jueces conservadores.
