Hubo un festival donde hubo poetas, escritores, pintores y otros seres decididos a amar el mar de los encuentros. El pasado 17 de octubre falleció el creador y organizador del Festival Internacional de las Artes de Navachiste, Antonio Coronado.
Desde 1991, Antonio Coronado, un poeta locochón, como él mismo se calificó por hacer un Festival “alejado del bullicio y de la falsa sociedad”, en un sitio incomunicado, al que se puede llegar en pura lancha y hacer “un camping cultural”, fue un reto muy grande.
Desde 1991, Toño Coronado organizó el Festival Internacional de las Artes Navachiste como un esfuerzo para que los escritores y artistas tuvieran contacto directo con la naturaleza y que fuera conocida esta bellísima reserva natural sinaloense.
Qué pasará con este Festival Internacional de las Artes Navachiste, realizado año con año sin su fundador y principal impulsor, Toño Coronado, quien murió en Culiacán el pasado jueves 17 de octubre a los 75 años de edad debido a una serie de complicaciones por una hernia.
Antonio Coronado Guerrero nació en un pueblo del municipio de Mazatlán en 1949. Estudió la licenciatura en Filosofía en la Universidad Autónoma de Sinaloa, la especialidad en Creación Literaria en la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), un diplomado para coordinar talleres literarios con Ethel Krauze y la Maestría en desarrollo Cultural Comunitario en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba.
Del mismo modo, fue profesor de tiempo completo de la Universidad Autónoma de Sinaloa donde trabajó en distintas áreas académicas y administrativas como director de la Preparatoria Rosales de Mazatlán, profesor de filosofía en la Dirección General de escuelas preparatorias, director de la editorial de Universidad Autónoma de Sinaloa (1993-1997) y, antes de jubilarse, director de la Galería de Arte Frida Kahlo de la misma institución.
De igual manera, y siguiendo su actividad de promotor cultural dentro de la política, en el sindicato del personal académico de la misma universidad fundó y dirigió en dos épocas el periódico SUMA, donde publicó una variedad de voces y corrientes políticas dentro de la misma universidad, No se debe olvidar su obra literaria en títulos como Humor y Pesimismo (UAS, 1987) y Rulfianes (Difocur, 1992); Todos los fuegos una mujer y tantos ojos (Poética de la Tierra, 1984); La sacerdotisa del blues del musgo y la taberna (Poética de la Tierra, 1997); Canto a un Dios Animal (Navachiste Ediciones y COBAES, 2002).
Con recursos mínimos y luchando cada año para conseguir apoyo y no dejar morir este festival realizado en la Isla de los Poetas, en Guasave, Antonio Coronado colocó esta actividad dentro de los festivales alternativos más importantes del mundo, para ser incluido en el catálogo de festivales nacionales del Conaculta. Aun así, tenía que luchar año con año, para obtener apoyos para llevarlo a cabo.
Cada año, como cantaría Camilo Sesto, “siempre se repetía la misma historia” pero en Antonio no cabía el “ya no puedo más” y Antonio renovaba sus bríos y buscaba los apoyos necesarios para el desarrollo de la actividad donde asistían poetas nacionales y extranjeros dispuestos a realizar la aventura de poetizar en la Isla de los Poetas.
Después de casi treinta ediciones del Festival Internacional de las Artes Navachiste, siempre estaba en la inquieta zozobra de su realización.
Coronado consideraba que ya no merecían sólo aplausos y reconocimientos, sino un compromiso permanente y tangible, para desarrollar el evento en la llamada Isla de los Poetas.
El festival se programaba en el marco de la Semana Santa y sus actividades se establecían a partir de lo que proponían los asistentes como músicos, escritores, bailarines y actores.
Este festival era un asunto de resistencia, muchas veces de cooperación y por la férrea voluntad de sus asistentes.
Cada año se demostró que hubo resultados, que el Festival es pertinente y que tiene impacto en la comunidad, a tal grado que la gente ya le llama al lugar “Isla de los Poetas” y el propio gobierno del estado ha puesto señales para tener acceso a este lugar.
Cada año, exceptuando la pandemia, se realizaron más de 100 actividades; presentaciones de libros, conciertos, exposiciones, lectura de poesía, espectáculos de danza y teatro.
Lo interesante es que el programa se hace en ese lugar, depende de los creadores que asistan por invitación o lleguen por curiosidad; por ello, hay una diversidad de actividades, incluso talleres para niños.
Además de las actividades clásicas, es toda una experiencia las fogatas y los asistentes comen ahí mismo.
La organización de Antonio Coronado implicaba la participación de muchas personas de la propia comunidad; cocineras, pescadores, pangueros.
“Todo lo que se prepara se compra con los pescadores; camarón, jaiba, almeja, cuando los recursos alcanzan, necesitamos trasladar a la isla, leña, provisiones, es una logística monumental”, dijo alguna vez el poeta Coronado.
Sin la animación, la voluntad y principalmente, la necedad de Antonio Coronado, este Festival tal vez se vaya con él.