En la primera parte de mi artículo, describí cómo nos despedimos de López Obrador el 29 de septiembre, en Chetumal, cientos de personas. Ese mismo día, viajé a la Ciudad de México junto con 50 personas en un autobús desde Bacalar, Quintana Roo, para la toma de protesta de Claudia Sheinbaum.
Me invitó mi compañero de Morena, Rivelino Valdivia, me informó que el transporte lo iba pagar el partido, así que me anoté. También salieron de Bacalar otros autobuses con otros líderes de Morena.
Yo nunca había viajado desde Quintana Roo a CDMX por autobús, sólo por avión. Pero mi intención era conocer, aunque fuera brevemente, la tierra por donde se movió AMLO desde joven.
En el camión viajó gente indígena maya, unos de los pueblos de Limones, Buena Vista, y Miguel Alemán, todos de Bacalar, a mi me tocó platicar con una que nació en Motul, y conocía parte de la vida de Felipe Carrillo Puerto, el ex gobernador socialista de Yucatán, que nació ahí.
Salimos 11:30 pm del domingo 29 de septiembre, la trayectoria fue Bacalar, Chetumal, y desde ahí unas 5 horas hasta Escárcega, Campeche, donde paramos para desayunar en un bonito restaurante.
En el mapa parece cerca, pero ya en carretera no lo es, atravesar el sur de Quintana Roo hasta Campeche, donde hay varias zonas arqueológicas, como Chakanbakán, la más famosa es Calakmul, todo eso se va poder disfrutar cuando funcione ese tramo del Tren Maya, el cual llegará hasta Palenque, Chiapas, todo eso es un corredor Maya.
Lo increíble es que estamos tan cerca de las fronteras de dos países: Belice, que está pegado a Chetumal, y que ahí llegan los cruceros desde EUA, pasando por Cozumel, y Mahahual. Y Guatemala, que tiene otro tipo de selva y está pegada a Campeche, Tabasco y Chiapas.
Debido a eso, en la carretera había varios retenes del Instituto Nacional de Migración para revisar que no fuéramos inmigrantes indocumentados. Esa región, más el centro de Yucatán, son el corazón de la cultura maya, que seguramente AMLO quiere que el mundo la conozca.
De Escárcega, llegamos a Tabasco, la tierra de Andrés Manuel que yo no conocía, pasamos por Villahermosa, su capital muy grande y bonita. Recuerdo que AMLO mencionaba que el poeta Carlos Pellicer se preocupó mucho por preservar el legado de los indígenas Olmecas y Mayas de ahí, además, el mandatario trabajó con los Chontales.
Entiendo la razón que le llaman a Tabasco, su agua, más que su tierra. Ahí estaba lloviendo, pero pasamos por varios ríos, también paramos en el municipio de Cárdenas, en su terminal sale mucho transporte para Quintana Roo, que es un estado integrado por varios migrantes de estados aledaños, y ahora del mundo, con argentinos y rusos a la cabeza.
El 8 de octubre se cumplieron 50 años de la fundación de Quintana Roo, como estado, porque antes era territorio nacional, donde había más selva que mayas.
De Tabasco empezó la larga travesía por Veracruz, que tampoco conocía, un estado tan largo, donde ya se veía la diferencia de naturaleza, ya había cerros (porque Quintana Roo es todo plano, con tierra suave, llena de cenotes).
Pasamos cerca de Coatzacoalcos, y otros lugares para comer. Esta tierra tiene cultura, y la mezcla de afros con blancos, así nacieron los jarochos. El Golfo de México es impactante.
Lo maravilloso fue cuando llegamos por Córdoba y había montañas, que con la lluvia y neblina se veía impactante, las mujeres gritaban porque pensaban que el camión se iba caer por los barrancos, Yo que nací en Guerrero estoy acostumbrado a las montañas.
De ahí llegamos a Puebla, que ya conocía, y de ahí a la Ciudad de México, donde he vivido muchos años. Nos hospedamos en hoteles cerca de Bellas Artes y otros se durmieron en el camión. Le calculé unas 26 horas de viaje, y fue pesado, porque terminando el mitin otra vez de regreso.
Eso fue en la madrugada del martes. En la mañana del 1 de octubre mis compañeros se fueron al zócalo, varios vieron “la toma de protesta” en las televisiones de los restaurantes. Algunos nunca habían ido a la capital de la República, por lo que descubrieron sus calles y sabores, luego se quedaron en la plancha de la Constitución.
Yo hice lo contrario, me fui para atrás de Palacio Nacional, por la calle de Moneda, porque mi objetivo no era ir a gritar en el Zócalo (que ya lo hice varios años), sino ver llegar a los invitados de “honor” al mitin de Sheinbaum, que empezaría en la tarde en ese lugar y analizar la situación.
Para mi sorpresa, la seguridad para ingresar fue pésima, no por los jóvenes de la SEDENA que cuidaban las vallas, sino los mandos medios que se creían generales y trataban mal a la gente. Pero lo peor es que no dejaron pasar a muchos políticos y diputados de Morena, porque a fuerza debían portar un gafete especial.
No había coordinación entre los militares y la seguridad de Sheinbaum, algunos tenían el aspecto de chavos fresas, me percaté que era muy fácil que pudieran hacer algún atentado contra algún político, porque los tenían ahí esperando en las vallas mientras pasábamos ríos de personas desconocidas, algún navajazo o disparo era sencillo hacer.
De quienes miré que no dejaban ingresar, estaba mi amiga Miriam Saldaña, diputada local del PT por la CDMX, me dijo que en 20 años que lleva en mítines, nunca le había sucedido eso. Cerca en otra esquina, estaba el profe Beto Anaya, el líder nacional del PT al que tampoco dejaban ingresar, un hombre de 77 años.
Igualmente, entre empujones, escuché que no dejaban ingresar a la alcaldesa de Tláhuac. Tampoco lo logró el periodista Vicente Serrano y otros diputados federales como Alfonso Ramírez Cuéllar, uno de los más cercanos a Sheinbaum, famoso cuando fue líder del Barzón y entraron a caballo a San Lázaro.
En cambio, sí entró la comentarista de Adela Micha, “Maca”, que yo recuerde, ella jamás ha respaldado ni a Morena ni a la Izquierda, a pesar de lo que representa como minoría.
A quienes sí pude saludar fue a la Senadora Julieta Ramírez, que ha dado la batalla por Morena ahorita en la Reforma del Poder Judicial. También a la ex diputada federal Amairany Peña, quien ahora es legisladora local en Sonora. Y la analista, o como le dicen los chavos “influencer” Stephany Lavalle, quien amablemente se tomaba fotos con sus fans en las calles. Esas tres muchachas muy bonitas y comprometidas con la 4T.
Lo mismo me dio gusto saludar a Luis Mandoki, el director de cine quien realizó los documentales “¿Quién es el señor López?”. A él lo conocí en persona en el Zócalo, en 2006, durante el plantón.
Está pendiente el homenaje que le prometí. Recomiendo su película “Mensaje en una botella”, que quiero proyectar en Playa del Carmen, y sus demás cintas como “Cuando un hombre ama a una mujer”, y “Voces inocentes”.
También llegó Adán Augusto, se tomó algunas fotos, él sí pudo ingresar, detrás de él, corría mi compañera Ale Salar, comunicadora y ahora Regidora de Morena en Saltillo, Coahuila.
El gobernador de Puebla, Armenta, llegó en motocicleta. Al mismo tiempo, también saludé a los diputados de Quintana Roo Juan Carrillo, federal; y a Alberto Batun, local.
En el Zócalo todo era júbilo. Horas antes, en la Cámara de Diputados, ocurrió algo simbólico, quien le puso la “banda presidencial” a Sheinbaum, fue la maestra Ifigenia Martínez, presidenta de la Mesa Directiva, a pesar de su estado físico, estaba contenta. AMLO dejó la banda en buenas manos.
López Obrador en 2018 votó simbólicamente por Rosario Ibarra, y este 2024, Sheinbaum votó por Ifigenia Martínez. Ella fue la directora de la Facultad de Economía en la UNAM, en 1968 cuando Díaz Ordaz mandó a asesinar a los estudiantes, y ella los defendió. Fue la primera mujer mexicana en obtener su maestría en economía en Harvard, rompiendo paradigmas.
En 1987, junto con Cuauhtémoc Cárdenas y Muñoz Ledo fundan la “Corriente Democrática”, y más tarde, rompen con PRI y organizan el Frente Democrático Nacional, para postular a Cárdenas por la presidencia de la República en 1988, quien padeció el fraude de Carlos Salinas, del PRI (ahí participó Bartlett).
Pero Ifigenia logró ganar la primera Senaduría de oposición para una mujer en la Ciudad de México. En 1989 fundó el PRD junto con ellos y AMLO. Mientras que los salinistas de Marcelo Ebrard, y Ricardo Monreal, permanecían en el PRI plácidamente.
Y cuando el PRD se empezó a pudrir en 2008 con los “Chuchos”, Ifigenia se salió, y en 2019, el Partido del Trabajo los postuló de manera externa para Diputados federales, a Ifigenia, a Fernández Noroña y a Muñoz Ledo, ellos se enfrentaron solos al PAN de Calderón, y al PRI. Los recuerdo bien, porque yo trabajaba en San Lázaro, cerca de Porfirio.
En 2018 Morena postuló a Ifigenia Martínez para Senadora, y también la recuerdo en los pasillos, muy lúcida, alegre, elegante, y siempre congruente. A su nieto Rodrigo Rojas, desde hace tiempo, le mando mis artículos y le pedía una entrevista con su abuelita, pero ya no fue posible, se nos adelantó, el 5 de octubre.
Pero ella, Ifigenia, tuvo el privilegio de ser parte y de abrir el camino para las mujeres en la política, y hacer realidad eso que dicen, “No llegó una, llegamos todas”.
Y en esas “todas”, también estaban las mujeres indígenas y mestizas, que llegaron desde Bacalar, hasta el Zócalo de la CDMX, para darle la bienvenida y festejar a la primera Presidenta de México, después de 200 años de país independiente.