El 2 de octubre de 1968 fueron asesinadas alrededor de 300 personas, incluidos mujeres, niños, ancianos y, sobre todo, jóvenes. El asesino intelectual fue el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, junto a todo su aparato militar y político del PRI.
Los gobiernos priístas han sido anti-comunistas, por eso, Ruiz Cortínez y López Mateos, entre 1957 y1960 encarcelaron a los dirigentes ferrocarrileros y a maestros disidentes como los líderes obreros Demetrio Vallejo, y Valentín Campa. Recomiendo el libro “Memorias de un comunista”, de Campa y “El tren pasa primero”, de Poniatowska.
En el caso de los profesores que estaban en contra de los charros de la SNTE, es memorable el caso de Othón Salazar, un maestro comunista que formó el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM): Lo metieron a la cárcel y luego le quitaron su plaza. Logró ser diputado comunista y luego presidente municipal de Alcozauca, Guerrero, donde a esa región le decían “La Montaña roja”. Murió en la pobreza.
A David Alfaro Siqueiros lo metió a la cárcel López Mateos. Recomiendo el libro “La piel y la entraña”, de Julio Scherer, que son entrevistas al muralista comunista, cuando el reportero lo fue a visitar a la cárcel de Lecumberri. Ahí narra que el 2 de octubre, el Secretario de Gobernación, Echeverría, invitó a Siqueiros (quien ya había salido de la cárcel) a su oficina de Bucareli, esto, según, para comprarle unos cuadros.
En la década de los 60 hubo varias protestas en diversas universidades de México. Todas fueron sofocadas violentamente por los gobiernos del PRI.
Con la llegada de Díaz Ordaz a la presidencia (1964 a 1970), se instauró el fascismo. Bajo sus órdenes, el Secretario de la Defensa Nacional (SEDENA) Marcelino García Barragán, mandó a asesinar a decenas de campesinos en Guerrero, porque o eran simpatizantes de las guerrillas de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, o porque no cooperaban con los militares para dar con el paradero de los alzados.
García Barragán envió a decenas de soldados a Guerrero para arrasar con los pueblos de la Costa Grande y Sierra y matar a los insurrectos. Fue una política de genocidio de los dictadores militares de Sudamérica, al estilo de la “Operación Cóndor”. A mucha gente de Guerrero les amarraban un tabique en los pies, y desde helicópteros los aventaban vivos al mar de Acapulco. Esa “guerra sucia” la continuó Echeverría.
El anti-comunismo de Díaz Ordaz era exacerbado. Por esa razón, en 1968, le fue tan fácil asesinar a jóvenes estudiantes, desarmados, que se manifestaban pacíficamente, por las calles de la Ciudad de México. Pero el pueblo ya tenía una conciencia revolucionaria y colectiva, y los que la manifestaron fueron los jóvenes, porque cargaban la lucha de los ferrocarrileros, profesores, y campesinos que habían peleado por la democracia.
Uno de los fotógrafos que vivió ese amanecer de 1968, fue mi amigo Armando Lenin Salgado, quien trabajaba para la revista “Por qué?” de Mario Menéndez. En esa publicación se decía la verdad de lo que acontecía en las calles, con los chavos al frente. Salgado tomó fotos memorables, como la de los tanques militares en el zócalo, o cuando los soldados entraron a las escuelas, o la famosa foto del “bazucazo” cuando unos militares destrozaron la puerta de madera e -histórica- en la preparatoria de San Ildefonso, de la UNAM, violando así la autonomía universitaria.
Y otras fotos que siempre voy a recordar son las de Tlatelolco; pero en la mañana del 3 de octubre, un día después de la masacre. Salgado le tomó la foto a un soldado, que está sentado en la iglesia, como meditando, cansado, se siente desolación. Y otra, cuando hay dos militares, y uno de ellos toca con su bota, algo en el piso… tiempo después, Armando me dijo que lo que estaba moviendo el soldado era masa encefálica. Parte de lo que vivió lo publicó en su libro “Una vida de Guerra”, censurado por Salinas. Después, don Mario Menéndez fundaría el periódico “Por Esto”, y cada 2 de octubre, publicaba un suplemento sobre 1968.
Entrevisté a la hija de Armando Salgado, se llama Selin Salgado, ella estudió arte, y también es fotógrafa, posee el archivo fotográfico de su padre, (alrededor de 5 mil negativos), él murió en 2018, de cáncer.
Selin quiere donarlo al gobierno federal para que tenga un mejor cuidado, y, sobre todo, para que el pueblo de México lo pueda apreciar. Incluso, ella le escribió una carta al Presidente López Obrador, y gracias al periodista Hans Salazar, le hicieron llegar esa misiva. Ella quiere que las nuevas generaciones conozcan el legado fotográfico de su padre, quien fue torturado por Miguel Nazar Haro y la Dirección Federal de Seguridad, la policía política que desaparecía disidentes.
Hay una teoría acerca de la matanza de los estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre: Díaz Ordaz traicionó a los militares porque mediante su Estado Mayor Presidencial, (que también eran soldados), con el general Luis Gutiérrez Oropeza al frente y desde los edificios, abrieron fuego contra los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas y contra gente del ejército.
Así lo hizo ver Marcelino García Barragán en sus memorias, y que, con esos documentos, Julio Scherer y Carlos Monsiváis escribieron el libro “Parte de guerra”.
Es obvio que ese general se quiso lavar las manos y limpiar su reputación, pero gracias a las fotografías de Armando Salgado que se publicaron en la revista “Por qué?” sobre el movimiento de 1968, a las que le tomó a Genaro Vázquez, y a la entrevista que le hizo en Guerrero, se rompe con esa teoría: Se demostró que los soldados mataron no solo estudiantes ese 1968, sino también a campesinos en Guerrero, y grupos de Izquierda en todo México, entre 1964 a 1970. La cabeza de los militares era Marcelino García Barragán, titular de la SEDENA que actuó siempre bajo las órdenes de su Jefe Supremo Gustavo Díaz Ordaz.
Selin Salgado quiere que el archivo de su papá “vea la luz y sea difundido dándole el debido reconocimiento como autor de esa obra fotográfica que tanto se le negó en el pasado, dejándolo como un desconocido para muchos. Su obra eterniza una parte importante de este pasado que nos construye, que debemos mantener vigente y que no debemos olvidar”.
*Todas las fotos presentadas en este artículo, son de Armando Lenin Salgado.