Carlos Santana nació el 20 de julio de 1947, en Autlán, Jalisco, México. Según la revista “Rolling Stone” está en el puesto 20 de 100 de los mejores del mundo, y para mí, es el guitarrista vivo que más admiro. Tuve la oportunidad de tomarme foto con él y un autógrafo, en la Ciudad de México, en 2019. También fundó “Milagro” que se dedica ayudar a los niños pobres mediante la educación y la música.
Me gusta la forma de tocar de Santana, porque puede hacer sonar su guitarra, con cadencia, tanto para hacer bailar a la gente, que aprendió con los ritmos latinos y caribeños, como para prenderla con la psicodelia, mediante el Rock, o para hacerla trascender por medio del Jazz y el Blues más profundo.
Santana puede acelerar el ritmo del corazón porque pasa de un momento alucinante, a otro fogoso, hasta culminar en una paz espiritual; pareciera que su guitarra se vuelve una mujer, en un ir y venir, lento, y rápido, suave y fuerte, arriba y abajo, hasta provocarnos un orgasmo musical.
A Santana lo he escuchado en vivo en cinco ocasiones. Todas en la ciudad de México: primero en el Palacio de los Deportes, allá por el 2005. Mi sorpresa es que, durante el espectáculo, anunció que daría un concierto gratuito en el zócalo de la capital, que fue maravilloso. Luego, en 2012, cuando se inauguraba la Arena Ciudad de México, -recuerdo que cuando tocaron “Jingo” pusieron imágenes de danzas africanas muy impactantes-, ahí saludé en persona a su entonces vocalista Tony Lindsay -quien canta “Make somebody happy”-, le regalé un libro sobre la cultura nahual. Aún conservo la playera de esa presentación.
En 2015 lo escuché junto con la banda “Journey” -otra de mis favoritas- porque Neal Schon su guitarrista fundador, tocó en unos discos de Santana. Se presentaron en el Palacio de los Deportes, y también apareció Gregg Rolie (igualmente fundó “Journey”), quien colaboró en los primeros álbumes de Carlos. Esa noche fue espléndida. Y se anunció que Santana se presentaría en “el Ángel de la Independencia”, al que también acudí, fue mágico.
Mencionar todos sus discos en un artículo sería imposible, y lo mismo la cantidad de buenos músicos que han participado con él. Sólo escribiré hasta inicios de los 90.
Santana tocó en el festival de Woodstock, ante medio millón de personas, en agosto de 1969, él ha declarado que tenían programado tocar a cierta hora, por lo que la banda consumió drogas, al final, se tuvo que adelantar su presentación, así que, tocaron en su viaje, Santana decía que veía su guitarra como si fuera una serpiente, con eso, interpretaron una de las canciones instrumentales más alucinantes del festival “Soul sacrifice”, donde para mí Michael Schrieve (nació el 6 de julio de 1949), ofreció uno de los mejores solos de batería en la historia del Rock. Las demás percusiones le dieron un toque latino y africano, justo para mover el cuerpo y danzar hipnotizados.
Al poco tiempo, Santana lanzaría su primer disco homónimo, cuya portada del león se hizo famosa, y es la que imagen de mi playera que tengo del concierto del 2012, ahí vienen instrumentales exquisitas como “Treat”, igual que “Persuasión” y “Waiting”.
Su segundo álbum “Abraxas”, es mi favorito, me hace transportarme a la jungla, ahí Gregg Rolie (nacido el 17 de junio de 1947) hace gala no solo de la fuerza de su órgano Hammond sino de su voz rockera, en la clásica “Black magic woman / Gybsy queen” (compuesta por Peter Green), en “Mother´s daughter” y “Hope your feeling better”. Sin embargo, “Singing winds, cryin´beasts” e “Incident at Neshabur” (tiene que ver con la emancipación de los haitianos) son unas instrumentales que me provocan júbilo.
Por cierto, Rolie anduvo de turista con su esposa, en Playa del Carmen y Cozumel, en 2018. A él también lo he escuchado en vivo con Ringo Starr y su banda, en dos ocasiones en México.
El álbum “Santana III” tiene la colaboración de Neal Schon, ahí destacan “Jungle strut”, “Taboo” y “Toussaint L´Overture” quien fuera un líder revolucionario, que ayudó a la Independencia de los esclavos afros de Haití, la primera en América Latina y del Caribe.
Recomiendo escuchar el álbum conceptual, completo, “Caravanserai”, ahí se desprenden dos temas de los más increíbles de Santana: “Just in time to see the sun”, para darle paso a “Song ot the wind”, (quizá la canción instrumental más hermosa de Santana, que provoca lágrimas).
Santana tocó con el guitarrista virtuoso John McLaughlin, maestro del Jazz Fusión, en el álbum “Love, devotion and surrender”, donde le hacen homenaje a John Coltrane (fallecido el 17 de julio de 1967) quizá el saxofonista de Jazz más sublime. Tocan su obra trascendental “A love supreme”. En el disco de Jazz y Rock latino sabroso, “Welcome”, Alice, viuda de Coltrane, colaboró, en “Going home”, también escuchamos la voz alegre de la brasileña Flora Purim. Me gusta “Flame sky”. Por cierto, McLaughlin en 2017, escogió el festival de Jazz de la Riviera Maya, en Playa del Carmen, para anunciar que se retiraba de los escenarios.
“Borboletta” es otro disco conceptual que se debe escuchar completo, participa el estupendo bajista de Jazz, Stanley Clark, destaca el tema “Mirage”. Del disco “Amigos” con un sonido Funky, la que sobresale, es la bella “Europa (Earth´s cry, heaven´s smile)”, quizá la más famosa de su repertorio, la recomiendo escuchar en vivo, porque juega con los sonidos y pedales de su guitarra, hasta estremecernos toda la piel y el corazón.
De su álbum “Festival”, tenemos a “Revelations” con un tono reflexivo. Otra bonita instrumental es “Flor de luna” del disco homónimo. De “Inner secrets” resaltan el cover de Buddy Holly “Well all right” y “Open invitation” porque son muy rockeras en vivo.
En el disco “Marathon” entró el vocalista Alex Ligertwood, quien es uno de mis favoritos, le dio un toque más rockero y comercial a la banda, con temas como “All i ever wanted” y la linda balada “You know that i love you”.
Tuve la fortuna de saludar, tomarme foto y autógrafo con Alex Ligertwood en 2018, en el hotel “Sevilla Palace”, cuando fue a cantar con otras estrellas de Rock. Recientemente se ha presentado en varias ciudades de México con el grupo “Icons of Rock”, y en septiembre estarán en la Feria de Zacatecas. Es muy amable y carismático en persona.
Mencionaré otros éxitos que tuvo Santana con la voz angelical del escocés Ligertwood: “Winning”, “Hold on”, “What does it take to win your love”, y la canción dedicada a Martin Luther King “Somewhere in heaven”, (en el video musical viene el último discurso de MLK) que forma parte del disco “Milagro”, en homenaje al trompetista de Jazz Miles Davis. Ahí mismo le dedica una canción a Sudáfrica (que sufría el racismo del Apartheid) titulada “Free all the people”. En 1987, Santana lanzó la instrumental “Mandela”, dedicada al hombre que le daría la libertad a su pueblo.
En 1989, la leyenda del Blues John Lee Hooker lanzó su álbum “The healer” (El curandero) -o el que sana-, con varios artistas, la canción que da título al disco, la tocó con Santana, y en el teclado está el maestro Chester D.Thompson, el resultado es fenomenal, una mezcla de Blues, música afro, caribeña y latina, lo mismo que en la otra impresionante canción que toca, en 1995, con Hooker “Chill out (things gonna change)”. Igualmente, es un agasajo escucharlo tocar con el “Gato Barbieri” y George Benson.
Por eso digo que, Carlos Santana es como “el curandero”, porque con su guitarra puede curar el cuerpo, el corazón, y espíritu o alma, (para los creyentes), los puede hacer bailar, gritar, llorar y sonreír al mismo tiempo, con temas como “I love you much, too much”, y “Samba pa´ ti”; también con “Oye como va (cover de Tito Puente) o la indescifrable “Oneness” (cuando él era el espiritual Devadip), que se traduciría algo así como, unidad, o uno en todo, o todo en uno, que bien, así es la música de Santana, una especie de emociones múltiples eternas.
Gracias a Sean Guthrie, guardaespaldas de Santana, quien me tomó la foto con el guitarrista, en el “Four Seasons”, -tuvieron que transcurrir cuatro años de espera-, esa vez Sean me dejó unos boletos en el Foro Sol, para que entrara gratis al concierto, pero la mala logística del estadio no me lo permitió. Espero verlos nuevamente, para que ahora Santana me firme dicha foto, y le obsequie mi artículo.