El acelerado aumento de las Enfermedades Crónico-Degenerativas representa un obstáculo a las iniciativas de reducción de la pobreza en los países de ingresos bajos y ponen en peligro el avance hacia la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.
En las últimas décadas en México se siguió una clara estrategia de privatización de los servicios de salud, que dejaba fuera de ellos a la mayoría de la población y se hallaba prácticamente imposibilitada de acudir a consultorios y clínicas privadas por razones económicas. La respuesta de los gobiernos neoliberales a la emergencia sanitaria que vivía la mitad de los mexicanos fue ponerlos a expensas de un seguro y no al amparo de un derecho.
Para colmo de los males, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto el presupuesto de salud se abatió penosamente y ello se reflejó en una cobertura totalmente insuficiente que orilló a más de 16 millones de pobladores pobres a carecer de algún tipo de protección financiera, en materia de salud.
El gasto más alto del mundo
“Mientras que el gasto de bolsillo de los mexicanos –gasto que destina una familia para solventar sus requerimientos en materia de salud– es uno de los más altos en el mundo, el presupuesto de la Secretaría de Salud decreció más del 20% en términos reales durante el sexenio –de Enrique Peña Nieto–. Si una familia promedio tuviera que pagar el total del tratamiento de diabetes, tendría que endeudarse y/o vender su patrimonio”, sentencia el estudio “Enfermedades no transmisibles: hechos y cifras”, liberado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
El gasto público en sanidad para la Secretaría de Salud en México durante 2018 alcanzó su nivel más bajo, al representar apenas el 2.81% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. En términos reales, el presupuesto de la Secretaría de Salud pasó de 113.4 mil millones de pesos en 2012 a 90.5 mil millones de pesos en aquel año de la administración peñista.
En este plano, por esos años México ocupaba la posición 107 entre 191 países en el ranking de gasto público en sanidad respecto al PIB, lo cual explica fehacientemente las razones que derivaban en las deficiencias sanitarias, el rezago en personal médico, la escasa atención en medicina preventiva y la deteriorada infraestructura hospitalaria que se trata de resarcir aún hoy día en el país.
Sin parangón en la historia
Para recomponer las penurias que ha vivido el sector salud en la era neoliberal en México, el Gobierno Federal actual estableció en 2020 un presupuesto de 128 mil 589.3 millones de pesos, tan sólo para la Secretaría de Salud, que representa un incremento de 8.1% en comparación con el monto aprobado por la Cámara de Diputados para 2019. En 2021 la Secretaría ejerció 145 mil 414 millones de pesos, que representa un aumento de 9.1% comparado con lo que se erogó en 2020.
En cuanto a 2024, la propuesta ya no sólo contempla a la Secretaría de Salud (123 mil millones de pesos) sino se adiciona otro especial para el sistema IMSS-Bienestar (129 mil 624 millones), a donde se han canalizado muchas de las antiguas responsabilidades de la Secretaría en materia de salud. Así, lo asignado resulta un monto de poco más de 251 mil millones de pesos, para contemplar ahí a más de 50 millones de mexicanos sin seguro social formal.
En total, de acuerdo con el documento “Recursos Destinados al Sector Salud en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2020”, de la Dirección de Finanzas de la Cámara de Diputados, ese año se invirtieron 634 mil 206.05 millones de pesos en la función Salud, lo que representa un incremento de 4.32% respecto al aprobado en 2019.
El gasto propuesto para este rubro incluye además de la Secretaría de Salud, al IMSS, el ISSSTE, las secretarías de Defensa y Marina, entre otras instituciones. El Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 (PPEF) contempló destinar al sector salud 667 mil 236.4 millones de pesos, monto con el que se aspira a “avanzar en la implementación del nuevo enfoque en materia de salud”. En 2022 este presupuesto se incrementó 15.2% en términos reales, con lo que sumó 794 mil millones de pesos, 105 mil millones más que en 2021.
En cuanto a 2024, el salto resulta impresionante y está por alcanzar un billón de pesos, al sumar 970 mil 552 millones de pesos, recursos sin parangón en la historia del país, con el objetivo de ofrecer atención hospitalaria de primer nivel, a tiempo, con el cuidado de médicos generales y especialistas, acceso a cirugías y medicamentos, todo absolutamente gratuito, sin cuotas ni costos de recuperación en hospitales públicos. Ello contrasta con los 564 mil 375 millones de pesos destinados en 2018.
Sin embargo, estos recursos financieros se encuentran aún lejos del porcentaje de 6% recomendado por la OMS, como lo establece el estudio “Presupuesto Público para Salud 2020”, de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica.
Los 3 mil hospitales de la borrachera calderonista
De la misma forma, la infraestructura hospitalaria de México se encontraba bastante acotada en tiempos del PRIAN, con apenas 1.4 camas de hospital por cada 1,000 habitantes, mientras que en China disponen de 4.3, Italia de 3.2 y España de 3.0, por cada millar de personas.
Tan sólo en el sexenio de Peña Nieto se dejaron sin equipo médico ni especialistas y en obra negra, aunque sí inaugurados, a 307 hospitales en diversas regiones del país. Por lo demás, aún siguen extraviados en el limbo y sin aparecer 3 mil hospitales y clínicas que según Felipe Calderón construyó a lo largo de su sexenio (de 2006 y hasta 2012), que se consideran más bien delirios que le producían sus consuetudinarias borracheras, y cuyos trastornos le llevaron a “levantar” asimismo la refinería Bicentenario en Atitaliquia, Hidalgo, para procesar diariamente 250 mil barriles de petróleo, de la cual sólo se ha logrado encontrar una barda perimetral que costó 620 millones de dólares.
Hasta antes del ataque del coronavirus, la red de hospitales públicos en el territorio nacional disponía de alrededor de 3 mil 552 camas para cuidados intensivos, con las cuales se comenzó a atender a los pacientes que se enfermaron gravemente por Covid-19, señaló Gustavo Reyes Terán, titular de la Comisión Coordinadora de Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE). No obstante, con las medidas adoptadas por el Gobierno Federal para asistir a los enfermos contagiados por el virus SARS CoV-2, hasta el 23 de mayo de 2020 la disponibilidad de camas de hospital se había incrementado a 8 mil 607 de ellas en el sector público y se llegó a un máximo de 12 mil en los momentos más críticos de la epidemia.
El déficit de especialistas
El doctor Jorge Alcocer, secretario de Salud, reconoció en abril de 2021 que México tiene un grave déficit de 200 mil médicos, de ellos 123 mil médicos generales y alrededor de 76 mil especialistas, así como de 300 mil enfermeras.
De esta manera, para proporcionar servicios de salud a la población se cuenta con un número limitado de recursos humanos, que se encuentra por debajo de las recomendaciones internacionales. En el informe denominado “Health Statistics 2014”, la OCDE señala que la cantidad de médicos por cada 1,000 habitantes ha sido de 2.4, muy inferior al promedio recomendado de 3.2.
En el estudio “La Planificación y Formación de Médicos Especialistas en México”, auspiciado por CONACYT y la Academia Nacional de Medicina, los investigadores Germán Fajardo Dolci, Sebastián García Saiso y José Francisco González Martínez, apuntan: “…la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Organismo de Cooperación para el Desarrollo Económicos (OCDE), han señalado que los recursos humanos son el activo principal de los sistemas de salud en el mundo y que la capacidad de éstos para responder a las necesidades de su población radica, entre otros factores, en el tamaño, composición, distribución y productividad de su fuerza laboral.
“Los médicos especialistas son parte importante del Sistema Nacional de Salud de México, debido a que son los profesionales que proporcionan servicios especializados a pacientes con problemas de salud complejos”, sostienen.
Raquíticas plazas
A este respecto, la Comisión Interinstitucional para la Formación de Recursos Humanos para la Salud (CIFRHS), a través del Comité de Posgrado, es la instancia coordinadora del Examen Nacional para Aspirantes a las Residencias Médicas (ENARM), que representa el primer paso para la formación de especialistas. Este comité anunció que en 2016 compitieron 38 mil 077 médicos generales por la raquítica suma de 7 mil 805 plazas disponibles para iniciar los estudios de especialización, lo que demuestra que en la época neoliberal se jugó no sólo con decenas de miles de médicos generales que aspiraban a estudiar alguna de las 27 especialidades del sistema, sino que se puso en alto riesgo el futuro de la salud de todos los mexicanos en los años por venir, comprometiendo gravemente las necesidades críticas que, años más tarde, surgirían con la pandemia del Covid-19.
Hacia 2022, en vista de la experiencia que dejó un sector con carencias profundas e inocultables durante los pasajes más oscuros de una muy funesta pandemia, se dio un giro radical con la apertura de más espacios, y los aspirantes compitieron por 18 mil 495 plazas, de las cuales 18 mil 147 correspondieron a médicos mexicanos y 348 a extranjeros.
De acuerdo con información liberada por la Secretaría de Salud, este 2023 presentaron el ENARM, 47 mil 246 médicos generales. Las pruebas se realizaron recientemente, del 26 al 28 de septiembre, la cual constó de 280 preguntas y se aplicó en cinco sedes distribuidas en los estados de Guanajuato, Puebla y Sonora, y cuyos profesionistas seleccionados por la CIFRHS, cursarán el primer año de residencia médica a partir del 1 de marzo de 2024, de acuerdo con el portal Medcape, especializado en este tema.
Concentración urbana
No obstante, queda muchísimo camino por recorrer. El número de especialistas disponibles en nuestro país es muy inferior al recomendado internacionalmente, e insuficiente para cubrir las necesidades en salud de nuestra nación. Como consecuencia de las políticas de formación de recursos humanos de alta especialidad de las autoridades sanitarias durante los gobiernos neoliberales, la generación de especialistas médicos en el renglón enfilaba al desastre, desde 2011. Al respecto, un censo del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática (INEGI) contabilizó en el penúltimo año de la administración calderonista que en México había 157 médicos por cada 100 mil habitantes, en tanto, la OPS sugería un mínimo de 176 médicos para la misma proporción, en América Latina.
En 2018, los investigadores Gerhard Heinze-Martin, Víctor Hugo Olmedo-Canchola, Germán Bazán-Miranda, Napoleón Andrés Bernard-Fuentes y Diana Patricia Guízar-Sánchez, de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UNAM, publicaron en la Gaceta Médica de México. el estudio “Los médicos especialistas en México”, donde analizaron el estado vigente de la formación de tales profesionales en número, distribución, sexo, especialidad y tasa por cada 100 mil habitantes.
“Se contabilizaron 147 mil 910 especialistas para una población de 123 millones 518 mil 272 habitantes; Se obtuvo una tasa de 119 especialistas por cada 100 mil habitantes, 54.2% de los cuales se concentraban mayormente en zonas urbanas como ciudad de México con la mayor tasa de 505.7 por cada 100 mil habitantes; Nuevo León (185.3) y Jalisco (172); en tanto las tasas más bajas se daban en Chiapas (35.9), Guerrero (39.2) y Tlaxcala (51.7).
Continuará
Creado a partir de la información disponible: http://stats.oecd.org/Index.aspx
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