Septiembre es el mes de la Patria. Sin embargo, pareciera que para algunas personas septiembre también es el mes de los sismos en México. En un jocoso giro verbal propio de los mexicanos, a este mes incluso se le refiere como “Septiemble”
En realidad no es así, aunque por coincidencia tengamos en la memoria varios contundentes y recientes recuerdos de eventos que en este mes han sacudido la vida y destruido el patrimonio de muchos en la Ciudad de México -y otras ciudades de la proximidad-, la sexta urbe más grande del mundo, detrás de Tokio, Dehli, Shanghai, Daca y Sao Paulo.
El inicio de la historia reciente de sismos grandes de México, coincidentes en fecha dentro del mes patrio, se da como sigue: La mañana del 19 de septiembre de 1985, ocurrió un fenómeno tectónico (propio de la estructura de la Tierra) en la forma de un gran terremoto generado frente a las costas de Michoacán y Guerrero, México, muy próximo a la desembocadura del río Balsas, originado a 15 kilómetros por debajo de la superficie, y que acabó con la vida de miles de personas y marcó la vida del resto de quienes lo experimentamos y le sobrevivimos. Este sismo tuvo además la energía para sacudir no solo el terreno, sino también la psique colectiva, de modo que la fecha y el evento constituyen desde entonces un referente de alarma social vinculado a riesgo.
Eventos como el referido, relevante por los recuerdos dejados en el colectivo social luego de su experimentación, han servido para enriquecer el acervo de experiencia humana ante hechos propios de la naturaleza de los que no podemos escapar, y que nos inducen a conocerlos, así como realizar acciones de prevención colectivas, si no para suprimirlos, al menos para amortiguar sus efectos perniciosos en nuestras vidas.
Con los sismos en México, se da la situación de que en años específicos (1985, 2017 y 2022), en la misma fecha se han registrado sismos importantes por su magnitud, justamente coincidiendo con aquel primero en la fecha señalada, un 19 de septiembre. Es decir, que en un lapso muy próximo al de un ciclo generacional (37 años) han ocurrido varios eventos grandes (de magnitud 7 y mayores), que naturalmente son reconocidos como fatales por la experiencia de sus testigos.
A pesar de lo trágico que resulta lo anterior, no se compara con la experiencia vivida por quienes han padecido los terremotos más grandes en los últimos 70 años en otras partes del mundo. Antes de ellos, sin embargo, los sismos históricos más grandes en orden de magnitud ocurrieron según la lista abajo:
Valdivia, Chile, 9.5 (1960);
Sur de Alaska, EE.UU., 9.2 (1964);
Kamchatka. URSS, 9.0 (1952);
Costa de Ecuador y Colombia, 8.8 (1906).
Por lo que respecta a los eventos con magnitudes comparables más recientes:
Costa de Honshu,Tohoku, Japón, 9.1 (2011);
Islas Andaman-Sumatra, Indonesia, 9.1 (2004);
Costa de Maule, Chile, 8.8 (2010);
Costa norte de Sumatra, Indonesia, 8.6 (2012);
Nias, Sumatra, indonesia, 8.6 (2005).
Por su letalidad:
Islas Andaman-Sumatra, Indonesia, 9.1 (2004). Además de su monstruosas dimensiones, generó un tsunami que contribuyó en mucho con la cifra de 227,898 muertes;
Haiti, 7.0 2010), afectando a la población al reducirla en aproximadamente 160,000 vidas;
Sichuan, China, 8.0 (2008), con 87,587 muertos;
Cachemira, Paquistán, 7.7 (2005), con 87,351 muertos;
Turquía-Siria (2023), alcanzó las 59,259 muertes.
Para entender de forma sencilla los fundamentos de los sismos en cuanto a su mecánica y dinámica, es pertinente esbozar un modelo del fenómeno en cuestión tomando como referencia el sismo más letal que registra la historia reciente. A fines de diciembre de 2004, el desplazamiento en colisión entre las placas euroasiática e indo-australiana -en lo que tectónicamente corresponde a un límite de placas convergente que configura una zona sismogénica (similar a la configuración geológica existente frente a las costas occidentales de México en el Pacífico)-, produjo la ruptura de las rocas a 30 kilómetros de profundidad bajo el nivel del mar, y con ello propició la reactivación momentánea del hundimiento (a lo largo de una falla de subducción) de la placa indo-australiana bajo la euroasiática , a 160 kilómetros de la costa de Sumatra, en la región de Sonda, Indonesia.
Dicho desplazamiento por ruptura de las masas rocosas a profundidad, con una extensión “lineal” de mil trecientos kilómetros, tuvo una larguísima y vivencialmente casi inacabable duración de 10 minutos; una fracción del total de la extensión del frente de convergencia de una longitud de 5 mil quinientos kilómetros desde Myanmar, antes Burma, hasta muy cerca de Australia, en aquella parte del sistema cinturón de fuego del Pacífico.
El rompimiento del medio rocoso mismo, junto con la energía liberada -en tránsito desde lo profundo- hasta llegar al piso marino, dispararon un tsunami por todo el frente de ruptura de la misma longitud señalada, con un tren de olas de hasta 30 metros de altura en su arribo a las costas afectadas, que también contribuyó en mucho con la cifra de 227,898 muertes registradas.
Los terremotos y sus efectos (como los tsunamis), deben ser vistos como lo que son, eventos repentinos no predecibles aún ante los que se debe responder conforme a los lineamientos establecidos para la sociedad por los organismos encargados de la protección civil. Para ello debe establecerse un conjunto de disposiciones que la sociedad debe de seguir en la práctica en el momento de su inesperada ocurrencia, de una manera correcta.
Quizá debido a las milenarias experiencias con terremotos por parte de la sociedad de Japón, el mejor y más acabado logro en cuanto a las acciones de prevención de riesgos en la actualidad les corresponde. El desempeño casi sin falla durante cada sismo es muy importante para su sociedad y sus autoridades de educación, protección civil, y de bienestar social. Entre ellas, tienen normalizados y consolidados los reglamentos de construcción de viviendas y edificios, así como programas de observancia de la conducta de la población con medidas de prevención y comportamiento social acordes a situaciones antes, durante y después de un sismo y/o, de darse el caso, de un tsunami asociado.
La educación en sismos empieza con los menores de edad en los colegios. La instancia encargada de guiar y orientar a los niños en su primera experiencia vivencial y educativa de este tipo son los Cuerpos de Bomberos de cada comunidad. En esa primera actividad de formación comunitaria a nivel infantil, a los educandos se les remarca la importancia de conservar la calma una vez que se disparan las alarmas de sismo, a seguir las indicaciones del personal de seguridad habilitado para encabezar las brigadas de protección civil durante la contingencia del momento, y situarse en, o trasladarse hacia, las áreas de seguridad que se les enseña a identificar en cada zona en que se encuentren.
Con respecto a la comunidad mayor de edad (propiamente a los ciudadanos), dado que es propensa al desplazamiento fuera de su lugar de origen, en cada población se le mantiene actualizada mediante simulacros que resuelven, entre otras cosas, la identificación de las zonas de seguridad, las rutas de evacuación y los centros de emergencia médica disponibles.
En cuanto a las construcciones de cualquier índole: complejos de vivienda, edificaciones de oficinas, centros de producción, de educación, y obra civil (hoteles, estadios deportivos, hospitales, estaciones de autobuses, puertos, aeropuertos, centrales de energía, etc), se deben observar todas las disposiciones de seguridad sobre las estrictas normas de control y las verificaciones de obra establecidos para minimizar el riesgo de su uso y dar la anuencia oficial para la puesta en operación de cualquier nueva instalación.
Continuando con el tema de la construcción, es importante señalar que en Japón, las omisiones o malas prácticas relacionadas con la referida es impensable que ocurran y, de ser así, son intolerables y severamente castigadas. Parte de la razón de lo estricto de su proceder, además de tener un carácter cultural, es porque la población de ese país tiene una continua y permanente vinculación con este fenómeno natural, ya que su territorio se encuentra dentro de la mayor estructura tectónica generadora de terremotos del planeta, el referido Cinturón de Fuego del Pacífico.
En México, a diferencia de Japón, las ciudades más pobladas se encuentran más alejadas de las zonas de generación de sismos. Ello permite que, para sismos potencialmente perniciosos, con magnitudes de 4 grados o mayores, se implementen mecanismos de prevención de alerta sísmica con una ventana de alrededor de 20 segundos y hasta dos minutos. El riesgo de daño a la sociedad entonces se puede reducir al llevarse a cabo acciones de reacción de la población y de su conducción hacia lugares más seguros de una manera ordenada. Debido a ello, es importante que la gente siempre participe en las prácticas de simulación de eventos sísmicos con el fin de saber qué hacer y cómo comportarse por su propio bienestar. Por esa razón se presentan las guías generales de actuación de la gente ante un terremoto.
Ante la inminencia de la ocurrencia de un sismo, situación que se identifica por medio de la escucha de la alarma de la alerta sísmica, se debe actuar en función del sitio donde se encuentran las personas:
I) De hallarse en zonas costeras:
A) Es necesario saber que un evento de estos puede desencadenar maremotos o tsunamis. Se sugiere alejarse de la zona costera de inmediato y situarse en zonas lo más altas posibles y desde ahí prestar atención a los comunicados y mensajes de la autoridad (principalmente de Protección civil) radiados y/o en redes sobre la probable gestación y evolución de un fenómeno de esta naturaleza.
B) De ubicarse en un edificio en un piso 5 o mayor al momento de escuchar la alarma de alerta sísmica, evitar buscar descender para buscar la salida del edificio. No hay tiempo para eso. Tratar de conservar la calma en todo momento y no gritar. De estar al alcance, cerrar llaves de gas y desconectar interruptores maestros de energía eléctrica. Desplazarse a un sitio alejado de escaleras y/o elevadores y situarse junto a mobiliario robusto.
B’) Quienes se encuentren en pisos inferiores, buscar llegar al nivel del terreno y desplazarse hacia afuera sin correr y sin atropellar o aún tocar al vecino próximo también en movimiento. Al estar afuera de la construcción ir a un sitio despejado estando atento a posibles vehículos en tránsito y evitar colocarse debajo de postes de energía y cableado exterior. Lo mismo, cuidarse de materiales que pudieran llegar desde lo alto y mantenerse pendiente de la situación del piso en su entorno, dado que pudieran generarse fracturas o aún agrietamientos de tamaño considerable en el terreno, susceptibles de cerramiento durante el sismo y constituir una condición de riesgo.
II) En ciudades al interior del territorio:
C) Al momento de escuchar la alerta, y estar a la mano, cerrar llave de gas y desconectar interruptores maestros de energía eléctrica. Si se ubica en los pisos superiores de edificios (pisos 5 y mayores), no intentar salir de ahí y localizar zonas alejadas de escaleras y/elevadores y situarse junto a mobiliario robusto.
C’) Como en B’, quienes se encuentren en pisos inferiores, buscar llegar al nivel del terreno y desplazarse hacia afuera sin correr y sin tocar al vecino próximo. Al estar afuera del edificio, ir a un sitio despejado estando atento a posibles vehículos en tránsito. Evitar colocarse debajo de postes de energía y cableado exterior. Lo mismo cuidarse de materiales que pudieran llegar desde lo alto y mantenerse pendiente de la situación del piso en su entorno, dado que pudieran generarse fracturas o aún agrietamientos de tamaño considerable en el terreno, susceptibles de cerramiento durante el sismo y constituir una condición de riesgo.
En México, la red de sensores que constituye el sistema de alerta de sismo temprana se ubica a lo largo de la costa del Pacífico desde Jalisco hasta Oaxaca, Puebla y parte de Morelos, al interior del territorio nacional. El objetivo es cubrir el abanico de la zona tectónica de subducción del Pacífico oriental que es generadora de sismos grandes a esas latitudes.
El abanico de detección está instrumentado por el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), y manejado por una entidad registrada como asociación civil denominada Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES, AC), la cuál no tiene vinculación alguna con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La operación es como sigue. La ocurrencia de un sismo riesgoso (magnitud mayor a 4) modifica el estado inicial de reposo de los acelerógrafos en el terreno. Consecuentemente se dispara una señal de aviso de alerta que se envía por radio a las ciudades grandes para activar la alarma en la red de altavoces repartidos principalmente en la Ciudad de México, y en las ciudades de Acapulco, Chilpancingo, Toluca, Puebla, Oaxaca, Morelia y Morelos.
Al momento, la red de alerta sísmica cuenta con 96 sensores cuya señal se hace converger a la zona metropolitana de la capital del país, enviando la señal de ocurrencia de sismos potencialmente riesgosos para algunos de los estados antes mencionados, sobre todo los ubicados alrededor de la Ciudad de México (CDMX). La cobertura reportada de los puntos de emisión de la alarma, solamente en CDMX, indica que se tienen instalados 13 mil setecientos setenta y dos altavoces.
Con el fin de que, en todo lugar, la ciudadanía se familiarice con los terremotos y sepa responder a ellos, en cuanto a qué acciones y comportamientos debe realizar para reducir el riesgo a la vida que representan, la autoridad mexicana a cargo de la protección civil realiza frecuentemente simulacros y, en tiempos recientes, de carácter nacional.
Justamente el próximo 19 de septiembre se llevará a cabo el segundo simulacro nacional, luego de que el año pasado se realizó el primero de ellos (12:19 tiempo del centro de México) y menos de una hora después (13:05) ocurrió un fuerte evento sísmico con epicentro en la costa de Michoacán, de magnitud 7.7 Mw, que tuvo la energía suficiente para sacudir fuertemente a la CDMX, y a todas las ciudades en el territorio alrededor del epicentro en 18 estados. El siniestro causó la muerte de 5 personas y lesiones a 41, y de acuerdo con reportes del SSN se generaron más de 13 mil cien réplicas (siendo la mayor de 6.9 Mw).
Actualmente, sólo Japón, China, EE.UU., Rumania y Taiwán, han implementado un sistema de alerta por sismos. En Japón, el sistema equivalente está bajo la responsabilidad de la Oficina Meteorológica de Japón (JMA). Su sitio de internet permite conocer que su red de detección es en gran medida submarina, con el fin de tener una ventana de tiempo suficiente que permita a las autoridades dar aviso a la población, por medio de la alarma, con algunos segundos de antelación del arribo de la energía liberada en forma de terremoto y/o maremoto.
Es fundamental que en nuestro país se promueva continuamente la cultura de la prevención y reducción del riesgo a los habitantes ante los desastres desatados por fenómenos naturales como los sismos y sus potenciales tsunamis asociados a ellos. A diferencia de otros eventos geológicos como erupciones volcánicas, deslaves de terrenos escarpados, huracanes, etc, los sismos no son predecibles, y la única ventaja que se tiene para salir de ellos ilesos o con el menor daño posible, es estar alerta a las alarmas por sismos, tomarlas con seriedad y saber comportarnos ante un evento de esos, tal como se mencionó antes, en función del lugar en que nos encontremos al seguir al pie de la letra las indicaciones de la autoridad de protección civil sobre el caso o cuando estemos ante un simulacro.
Asimismo, se reitera que los sismos no son predecibles, no son de septiembre en México y el que se hayan dado grandes sismos en la misma fecha en los años de 1985, 2017 y 2022, no constituye un hecho causal. Adicionalmente, y en relación a lo anterior, no hacer caso de dichos, mensajes y comentarios en redes o medios convencionales dados por personas no expertas en el tema, y recurrir a las instituciones encargadas de la labor de estudiar científicamente los terremotos y los mecanismos que los generan.
Finalmente, se invita a todos los habitantes del país a participar en el próximo simulacro nacional establecido para este 19 de septiembre de 2023, a las 11 horas, tiempo de la CDMX (centro). En ese momento en todo el territorio se harán sonar las alarmas de alerta sísmica y con ello se dará el arranque del simulacro de este año.