Dice el presidente López Obrador que entre Octavio Paz y Carlos Fuentes había una gran amistad. Pero, infelizmente, apareció Enrique Krauze y echó a perderla. Y sí. Fuentes dijo, refiriéndose a Krauze, que entre Paz y él se había atravesado “una cucaracha ambiciosa”.
Y acierta el Presidente. De hecho, Krauze siempre odió a Fuentes. En 1976, por ejemplo, criticó burdamente la novela Terra Nostra. Pero fue hasta 1988, con la publicación del texto “La comedia mexicana de Carlos Fuentes”, cuando el odio de Krauze adquirió tintes más virulentos.
Años después, el propio Krauze declaró que Paz no quería perder la amistad de Carlos Fuentes e incluso fue el mismo Octavio quien se opuso a la publicación del texto. Pero el dueño del pasquín Letras Libres chantajeó a Paz y dijo que renunciaría si su ensayo no era publicado.
En 1990 Fuentes, con nostalgia, habló sobre lo ocurrido con Paz: “Nuestras relaciones ahora son malas, aunque yo le he mandado felicitar por el Nobel. Tuvimos una larga amistad, pero a veces se cruzan cucarachas en el camino de la amistad. Cucarachas ambiciosas”.
Es importante destacar que Octavio Paz escribía a Fuentes con cierta regularidad, recordándole que mandara sus textos a la revista Plural. El poeta lo mantuvo al tanto de los asuntos de la revista y le pidió con insistencia sus colaboraciones. La amistad fluía, sin cucarachas.
Enrique Krauze pretextó que las razones de sus “desencuentros” con Fuentes eran sus “trampas verbales”. Sin embargo, fue Fernando García Ramírez (a quien Krauze después contrató como empleado) quien reconoció lo burdo que fue el ataque (en “Con Fuentes como pretexto, Krauze sube a escena”).
Fernando García Ramírez escribió sobre Enrique Krauze: “Los alegatos de Krauze, pues, tienen que verse necesariamente dentro de ese contexto generacional: es el berrinche del hijo ante la figura imponente del padre”. Después, cuando Krauze lo contrató, García Ramírez se tragó sus palabras y vino la adulación burda y descarada. Pero así son las cucarachas ambiciosas.