Que no le digan…
La elección de este domingo en el Estado de México se va a convertir en un hecho histórico. Si gana Alejandra del Moral, será gracias a un “mega” fraude. Las encuestas serias durante toda la campaña y aún antes, como radiografía, nos mostraron que las preferencias electorales en la entidad favorecían hasta por 10, 15 o hasta 20 puntos a la candidata de la alianza “Juntos Hacemos Historia en el Edomex”, Delfina Gómez.
Si gana Delfina, estaremos frente al cadáver del Partido Revolucionario Institucional que en las bardas le quitaron el verde, blanco y rojo. Su logo lo pintaron escarlata. Supongo piensan los del “Cuarto de Guerra” de Del Moral, que borrar el tricolor y dejarle sólo el rojo, la población va a olvidar casi 100 años de corrupción de los priístas, el partido que los sumergió en la desigualdad.
En esta ocasión, como en todas las elecciones federales o estatales, volveremos a recordar el cuento más corto en la historia de la literatura, del guatemalteco Augusto, “Tito”, Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Esta vez, todo parece ser que el “réptil-político” ya no va a estar allí.
Durante varios meses, de la alianza PRIANRD, pudimos ver una campaña que nunca despegó. Alejandra del Moral, a pesar de sus tablas, de su preparación académica, no conectó con la población que la identifica con el PRI corrupto, partido que por más que buscó no se le relacionara con ella, las y los mexiquenses saben que Del Moral forma parte del tricolor indeseado. Siempre estuvo en el segundo lugar de las encuestas: 10, 15 o hasta 20 puntos por debajo de Delfina Gómez.
Los medios de comunicación esta vez no pudieron hacer nada por Alejandra del Moral. Vendieron sus páginas, sus micrófonos, sus opiniones editoriales para resaltar la imagen de la priísta. No les creyeron.
Hablaban de una “campaña exitosa”, de mítines llenos, de enormes simpatías: Mentira. Igual callaron desaciertos, mítines desairados, pleitos al interior de la alianza, o los agarrones a sillazos como los del domingo pasado entre priístas y perredistas. Los medios no vieron nada. Instrumentaron, sí, una “guerra sucia” contra la morenista; crearon cientos, miles de fake news.
Quienes conocen la historia negra del PRI en el estado, de cómo actúan los grupos políticos de ese partido, no dudan que aún el “dinosaurio patalea”, y por eso no descartan que el domingo vayan a practicar un fraude más a la vieja usanza, pero más escandaloso. Generan miedo: “los van a correr”, “les van quitar su tarjeta rosa”. Entregan dinero, despensas, como lo hicieron todavía el lunes en colonias adineradas como Ciudad Satélite. Siguen teniendo el control de los órganos electorales.
Igual que siempre, tuvieron, tienen el apoyo de la iglesia católica que llamó de manera subliminal como en otras ocasiones a votar por quienes “están a favor de la vida”. Del Moral se erigió en “defensora de la vida desde su concepción” y en contra del aborto.
Fue una campaña que no pintó ni de rojo, ni de azul, ni de amarillo; su color fue grisáceo, como también, hay que reconocerlo, la describieron algunos comunicadores.
Esto la sabe una corriente interior del PRI que sin sus aliados del PAN y PRD ha hecho un análisis serio de las encuestas y del desaire de la población a la campaña de Alejandra; han calculado que no van a ganar, que van a perder; que los votos que pudieran tener de manera limpia y legal no les va a alcanzar para que Del Moral sea la primera gobernadora del estado.
Necesitan tener el mayor porcentaje de votos posibles, aun perdiendo, para poder negociar al interior de la alianza “Va por el Estado de México”, en particular con el PAN, para poder influir en la elección del candidato presidencial en el 2024, y que el PAN no imponga solo. También para reclamar más candidatos a diputados y a senadores de mayoría y plurinominales en la elección federal.
Los grupos de poder al interior del PRI saben que su gran problema hoy es su desprestigio histórico, y por eso su discusión, giró sobre cómo le iban a hacer para alcanzar el mayor número de votos posibles, aunque no ganen, pero que sí les sirva para ganar espacios políticos.
Alejandra del Moral, en su persona, era una buena candidata, articulada en su discurso, con experiencia legislativa y como funcionaria pública con varios cargos; uno de estos como secretaria de Desarrollo Social.
Por más que sus asesores le recomendaron negar al PRI, y así lo hizo. Aparentaba reclamar: “No tenía por qué pagar facturas ajenas”, pero le fue imposible despegarse de su partido, Pertenece a la misma mafia.
Era, es parte del mismo grupo de indeseables como Arturo Montiel, Emilio Chuayffet, César Camacho, Eruviel Ávila, Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray.
La joven política izcallense está corriendo la misma suerte que Margarita Ortega, quien en 1989 perdió en Baja California frente al panista Ernesto Ruffo Appel. Hay quien cree que Carlos Salinas de Gortari la “sacrificó”. Luis Donaldo Colosio, entonces presidente del PRI, reconoció por primera vez en la historia de México la derrota del PRI en una elección para gobernador.
Esta vez seguramente Alejandra del Moral correrá la misma suerte que Margarita Ortega, pero no perderá por una negociación o concertacesión. No, sino porque aparte de la cercanía que tiene Delfina con el presidente Andrés Manuel López Obrador, la población mexiquense desea una alternancia, un cambio de gobierno; buscan una figura que se identifique con ellos, que sea popular, una maestra cualquiera, como la que tienen sus hijos e hijas, una profesora salón, cercana a ellos.
Este domingo presenciaremos, si el fraude no se impone, el principio del fin del PRI, la muerte del viejo sistema político mexicano y el nacimiento de otro. Sabremos, seremos testigos de la desaparición, de la muerte del dinosaurio tricolor, y aunque la derecha no lo quiera ver así, sabremos que la transformación del país llegó.
Que no le cuenten…
Y lo de Coahuila, ¿por qué tan tarde? “¿Tarde?” Tardísimo.