Guillermo Sheridan ha sido denominado “el cazador de plagiadores”. Sin embargo, el virulento y acucioso “investigador”, por alguna razón, ha permanecido ciego, cuando no indiferente, ante todos los plagios de Enrique Krauze.
En 2011, Krauze publicó un libro llamado “Redentores”. Sin embargo, lo que no dijo es que el título era un plagio de un libro publicado, 27 años atrás, en 1984, por el escritor, historiador, periodista y político peruano Luis Alberto Sánchez llamado precisamente “Los redentores”.
En los Agradecimientos de sus “Redentores”, Krauze agradece a Vargas Llosa que le haya sugerido el título. Y también a Sheridan. Pero el peruano odiaba a Luis Alberto Sánchez, a quien llamó desdeñosamente “un buen escritor subdesarrollado, para lectores subdesarrollados…”.
De acuerdo con una fuente cercana al director de Letras_Libres, “Krauze sabía perfectamente que Redentores era un vil plagio y, aún con todo, decidió titular su libro así”. “Es más –continúa la fuente–: Sheridan, que es uno de sus escribanos, lo leyó y dio su aprobación”.
Pero no es el único plagio en el que Krauze, amigo y protector de Guillermo Sheridan, ha incurrido. En 1999, Krauze publicó un libro llamado “Mexicanos eminentes”, que él mismo calificó como “una serie de biografías literarias sobre personajes eminentes de la historia de México”.
Pero el título, una vez más, era un plagio. Esta vez de una obra del escritor y biógrafo británico Lytton Strachey: “Victorianos eminentes”, que apareció en 1918, es decir: 81 años antes que el libro de Enrique Krauze. Sheridan, una vez más, guardó silencio ante el plagiario.
Cabe mencionar que Vicente Massot fue el dueño y director del periódico conservador La Nueva Provincia. Fue el primer periodista en la historia argentina en ser imputado como responsable de delitos de lesa humanidad. Y aún así Krauze perpetró el plagio. Y Sheridan lo avaló.