Los Hoyos de Dona en el Golfo de México (Parte II) - Paralelo24 Skip to main content

Los Hoyos de Dona en el Golfo de México, Parte II- La historia de los hidrocarburos (petróleo y gas) en México y su defensa

La historia se comprende en gran medida si se explica que su manejo entendido como su exploración y explotación (En términos técnicos de la jerga petrolera, del conjunto de procesos de esta industria, a las etapas operativas de exploración y extracción se les denomina Upstream, mientras que a las de manejo y refinación de hidrocarburos se les identifica como Downstream) y la renta o beneficio monetario, ha tenido dos vertientes: una de carácter nacionalista y soberana, y otra opuesta que tradicionalmente ha sido conducida por gobiernos conservadores entreguistas y, en consecuencia, contrarios al interés colectivo del país (como se verá más adelante), mismos que se han relacionado sumisamente con poderes supranacionales de dominación global, y siempre bajo la tutela de las superpotencias de occidente (E.E.U.U. y Gran Bretaña).

Aquí pueden leer la primera parte de este interesante artículo

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De ese modo, la historia de México y su economía se entrelazan fuertemente con la historia del petróleo en función de los agentes políticos y de poder interior que han sido protagónicos desde fines del siglo antepasado. Asimismo, se puede demostrar que esta interrelación binomial petróleo-país junto con dichos agentes de poder ha llevado al país y a su población tanto a sus momentos más luminosos como a sus etapas más oscuras y difíciles. Ejemplos de lo anterior es que por intereses alrededor del petróleo se reconoce la expropiación petrolera de 1938 y, antes de ello, fue la causa de un golpes de estado, asesinatos de orden magnicida y atrocidades que llegaron a la invasión de nuestro territorio.


A grandes rasgos, un sucinto relato de esta historia:

Desde mediados del siglo XIX, el hombre fuerte de México se aseguró la configuración de una política a favor de los capitales extranjeros en cuanto a los recursos naturales del país, en particular el petróleo y la minería, en específico, en relación con los hidrocarburos. Esto se concretó cuando las empresas petroleras extranjeras entraron a gastar grandes cantidades de dinero para identificar las zonas de interés para explorar y posteriormente explotar el petróleo del subsuelo mexicano, para que dicho gasto pasara a ser catalogado como inversión.


En 1901 se expidió la Ley del Petróleo (LP) con detalles de benevolencia rayando en la renuncia nacional que favorecieron a las grandes petroleras extranjeras participantes con inversiones de capital y la importación de equipos del ramo fueron eximidos del pago de impuestos; la compra de terrenos nacionales de interés petrolero y las zonas aledañas para uso, incluidas las áreas de pozos, se entregaron a foráneos a precios de regalo. Se llegó al exceso de entreguismo por parte del hombre fuerte de México de entonces ocho años después que se modificó la LP para dar paso a que la propiedad de los depósitos de combustibles, minerales y materias bituminosas fueran derecho del dueño del suelo.

Tanques de almacenamiento de petróleo, 1900. @mediateca_inah


Las 17 empresas petroleras que participaban en el país eran principalmente estadounidenses, inglesas y holandesas, y como práctica común incluían entre los integrantes de su planta de socios y directivos a políticos mexicanos de primer nivel y a sus parientes. Práctica que por lo demás fue usual, hasta 2018.

Entre las compañías más fuertes destacaban por su mayor porcentaje de participación El Águila (Royal Dutch Shell), La Huasteca Petroleum Company (Standard Oil Company pasó a ser la Amoco Corporation),la Sinclair Pierce Oil Company, la Mexican Sinclair Petroleum Corporation y la Stanford y Cía.
En veinte años, de 1901 a 1921, la producción de petróleo registró incrementos anuales estratosféricos, pasó de 10,000 a 193 millones de barriles, año en que registrado su máximo histórico. En los años próximos a la expropiación (1938), se estima que la producción de petróleo en barriles nunca superó la cuarta parte de la producción máxima registrada tres lustros antes. Era tan intensiva la perforación de pozos de explotación en las décadas previas a la nacionalización que México llegó a ser el segundo exportador de hidrocarburos crudos del mundo.


Esta actividad, tanto la extracción como la comercialización, siempre fue controlada por los poderes supranacionales con insignificante o nulo beneficio monetario para México. Posteriormente, tras el decreto de expropiación, y con el fin de sabotear al gobierno nacional y tratar de revertir la decisión, Estados Unidos bloqueo las compras de plata mexicana, retiró fondos bancarios y junto con Gran Bretaña implementó un bloqueo internacional a la venta de refacciones, tecnología y más contundentemente a la compra del petróleo recientemente nacionalizado.


Con el exilio de Porfirio Díaz del país, y en el transcurrir de la dilatada revolución mexicana, desde los puestos de liderazgo de carácter revolucionario y nacionalista que fueron ocupando el poder se hicieron esfuerzos por modificar las leyes y obligar, aunque tibiamente, a las empresas extranjeras del ramo a destinar un ridículo monto de aumento a la renta nacional de sus inmensas ganancias y a subir los salarios de los empleados de la industria.

Porfirio Díaz parte al exilio desde Veracruz


Lo que se consiguió, además de la ejecución de sabotajes, actos magnicidas (los de Madero y Pino Suárez, Carranza) amagos de balcanización e invasión del territorio (1914), fue que los nuevos cuadros de liderazgo político-militar más ambiciosos e individualistas que luego pasarían algunos de ellos a denominarse ‘caudillos’ de la revolución (Huerta, Obregón, Calles), buscaron más comprometidamente el apoyo de Estados Unidos, por medio de la negociación entreguista de los recursos nacionales con tal de ser reconocidos como hombres fuertes, líderes de la revolución y mandatarios del país.

Presidente Álvaro Obregón


Ante los esfuerzos de los débiles gobiernos democráticos del país por contrarrestar la ventaja abusiva de las gigantes petroleras mundiales, la respuesta complementaria de las empresas petroleras consistió también en la inmediata búsqueda de acuerdos oligopólicos para controlar los precios del crudo y sus refinados, y vulnerar al máximo la capacidad y viabilidad de la empresa nacional que las remplazó buscando su desaparición incluso mediante la sustitución de la compra de la producción mexicana para compensarla en nuevos centros de producción de petróleo en otros países (Venezuela).


En los nuevos tiempos, considerando las circunstancias de la evolución de las condiciones de la actividad petrolera global con respecto a la drástica disminución en la disponibilidad de los limitados recursos, cada vez más escasos y difíciles de acceder, la tecnología permitió evaluar y hacer factible explorar y comenzar la explotación de los yacimientos ubicados bajo el piso oceánico.
Una vez más, los conglomerados petroleros mundiales, ávidos de asegurar a futuro su crecimiento en ganancias y en poder global, encontraron el factor clave para ello: descubrieron importantísimos yacimientos de hidrocarburos en zonas submarinas a diversas profundidades. Su respuesta inmediata fue primeramente hacerse de aquellos espacios más cercanos a la superficie y menos onerosos para su manejo.


En ese contexto, uno de los yacimientos más atractivos a escala mundial se encuentra en el Golfo de México, particularmente en dos espacios denominados Hoyos de Dona Oriental y Occidental (HDE y HDO; Eastern and Western Doughnut Holes, respectivamente). De ellos, el más accesible es el occidental (HDO) dado que la geología de ese yacimiento involucra al Escarpe de Sigsbee2 (ES).


Dicho escarpe, fundamental en la formación del gran yacimiento del HDO, es un rasgo geomorfológico poco profundo que se ubica en el talud continental del norte del Golfo de México (el costado de la plataforma continental al sur de E.E.U.U.), antes de la profunda planicie abisal (Planicie Abisal de Sigsbee), porciones ambas que configuran la Cuenca de Sigsbee entre la costa de Texas y la Península de Yucatán. En contraste, el HDE involucra a un tercer país (Cuba) y representa mucho mayores retos y costos de acceso dada su profundidad.


Surgieron así, desde la mitad del siglo XX, nuevos desafíos para México ante E.E.U .U., para defender, asegurar y proteger los yacimientos en cuencas marinas de su territorio y zona de influencia de su plataforma continental, como sigue:
I) En el Golfo de México los límites de las aguas marítimas entre ambos países no fueron establecidos y reconocidos conforme a los tratados internacionales sobre el tema desde 1948, debido a que unilateralmente el presidente Harry S. Truman aprobó que los límites de sus actividades de pesquerías se extendieran 200 millas al sur de sus costas (México debía tener dominio y derechos exclusivos de las aguas del Golfo de México desde la latitud norte 26o y hacia el sur en virtud de que en dicha latitud se ubica la desembocadura del Río Bravo y es límite frontera con el país del norte).


II) En las negociaciones bilaterales con el vecino del norte para definir las zonas marinas limítrofes (Tratado de Límites Marítimos, parcialmente iniciado con acuerdos básicos en 1970 sobre definir límites de aguas territoriales a 12 millas náuticas de la costa), la crucial línea de latitud 26o norte fue trazada de manera discontinua por la parte norteamericana de modo que las dos partes con interrupciones corresponden a los HDO y HDE.


III) Dentro de las largas negociaciones, ya en 1978, la contraparte norteamericana desconoció el concepto de derecho de propiedad por extensión de la plataforma continental (PC) donde se extiende el dominio y los derechos de los recursos debajo del piso oceánico cuando la batimetría del piso oceánico ocurre en la PC más allá de las 200 millas náuticas que definen la Zona Económica Exclusiva.
Respecto a esta última circunstancia, se supo posteriormente que la razón del desconocimiento de ambos conceptos (latitud 26o y extensión de la PC) por parte de los norteamericanos era la existencia de pozos exploratorios realizados con anterioridad por brigadas científicas apoyadas fuertemente por instituciones científicas y gubernamentales de ese país, junto con las grandes petroleras y que resultaron más que promisorios al oeste del Golfo de México en la parte del ES (HDO) y en otras porciones más profundas debajo del piso marino en su parte oriental HDE (los también llamados ‘Agujeros de Dona’, Senador J.A. Conchello, 1997).


La disputa por la definición de los límites de aguas territoriales entre ambas partes -y por ende la repartición de la zona HDO con México- fue resuelta en favor de los norteamericanos. La parte norteamericana se aseguró no de tener la parte más grande, sino de hacerse de la parte más rica en hidrocarburos, precisamente la correspondiente al rasgo geomorfológico clave ES.
Se reconoce que a lo largo de la década de los 90, y de manera definitiva en 1997, la parte gubernamental mexicana a nivel ejecutivo (de fuerte tendencia entreguista al exterior y conservadora al interior del país), realizó negociaciones extremadamente rápidas con su contraparte para llegar a un acuerdo definitivo.

Dichas negociaciones fueron calificadas por un relevante personaje del poder legislativo nacional de aquel momento como todo menos transparentes y de cara a la nación a favor de la defensa de los intereses de los mexicanos, el senador de oposición José Angel Conchello, de quien hablaremos en la Parte III de este artículo lleno de datos duros que nos ayudan a comprender la importancia de nuestros recursos naturales.

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