Los involucrados en el tema de los Hoyos de Dona del Golfo de México son tres países asimétricos en tamaño, poder y fuerza: Cuba, México y Estados Unidos. La cuenta es el reparto del petróleo existente en la cuenca sedimentaria bajo el Golfo de México a repartir conforme a la geometría y los límites de aguas territoriales de cada que entonces definan los polígonos de posesión y dominio de cada país, y éstos a su vez los volúmenes que establecerán los tres prismas a profundidad.
La complicación del asunto, -y de ahí la necesidad de la negociación tripartita-, surge por el hecho de que los depósitos de hidrocarburos de interés no reconocen fronteras geopolíticas, sino características geológico-temporales particulares sin coincidencia con las otras. Para entender por qué está ahí y cómo se acumuló el hidrocarburo en esa antigua cuenca marina, tenemos que hacer un poco de historia: historia geológica sobre la evolución del planeta en esta región.
Hubo un tiempo -un poco anterior a 225 millones de años, que en la escala geológica del tiempo corresponde al período Pérmico, de la era Paleozoica, en el que sobre la parte más superficial del planeta, hubo dos masas de distinta fase: una sólida o rocosa denominado Pangea y que constituyó un súper continente, y una líquida, la más abundante, que correspondió a un mar que rodeaba a la otra.
De la fragmentación de dicha masa rocosa hace aproximadamente 200 millones de años, en el período Triásico de la era Mesozoica, a partir de la creación de una gigantesca fractura de 6,000 kilómetros de longitud que era comparable al tamaño del radio de la tierra (6,362 kilómetros), que dividió Pangea en dos masas continentales referidas como Laurasia y Gondwana, que a su vez conformarían por una parte. los continentes Americano en su porción norte, Europa y Asia, y por la otra los restantes: América del Sur, Australia, África, Europa y Antártica, respectivamente.
La génesis del proto-Golfo de México, hace entre 200 y 160 millones de años, tiene cabida luego de la fractura que corresponde al proceso referido arriba como parte de la evolución del desprendimiento de Pangea, y que corresponde al espacio cortical en medio de las partes de Norteamérica y Sudamérica, inicialmente se da como una cuenca extensional que provocó el adelgazamiento continental de la región y la subsecuente depresión cortical característica.
Subsecuentemente, el golfo se desarrolló como una cuenca marina de baja profundidad en su etapa juvenil (hace 160 o 140 millones de años), tal condición somera permitió el desarrollo de cuerpos arrecifales enormes (propicios para la formación y acumulación de hidrocarburos). Finalmente, desde hace aproximadamente 60 millones de años (en el período Terciario, era Cenozoica) la cuenca se amplió y profundizó en parte como consecuencia de la enorme carga de sedimentos procedentes de los ríos más septentrionales del continente (el más relevante, el cuerpo fluvial antecesor del río Misisipi).
Con el marco geológico descrito arriba, la geología histórica nos indica que tales condiciones favorecieron la formación y preservación de cuerpos de hidrocarburos que en la época actual, conocida como Antropoceno, han tenido manifestaciones superficiales como chapopoteras, emanaciones de gas y derrames de hidrocarburos tanto en zonas costeras como en la zona marina o incluso desde el piso marino, que aún hoy son observables en algunos lugares de la zona.
En la segunda mitad del siglo XX, sobre todo con el desarrollo tecnológico y científico posterior a la Segunda Guerra Mundial, por décadas se dio una intensa actividad exploratoria por hidrocarburos por medio de campañas de estudio y perforación con fines económicos por medio de barcos especializados y equipados para tal fin.
Más recientemente, ya con los avances en las capacidades de los equipos exploratorios de operación remota y el conocimiento de la zona adquirido durante mucho tiempo, se realizaron inmersiones al fondo de la cuenca hasta el piso oceánico para conducir estudios geofísicos de gravimetría, magnéticos y, de manera muy importante, sísmica marina de 3D para, en principio, obtener modelos de las capas de la tierra bajo la cuenca de interés en hidrocarburos y la delimitación de los yacimientos y su evaluación.
De esa manera, se identificó el conocido como Hoyo de Dona Occidental, que es del interés de esta lectura, así como otro hoyo de similar configuración al norte de las costas de Florida conocido como Hoyo de Dona Oriental que, sin embargo, no es atractivo de momento para la exploración y subsecuente explotación debido a su inaccesibilidad por profundidad en las aguas del golfo y su lejanía con las costas.
Hago uso de un par de términos coloquiales como ‘elemento’ y ‘acomodo’ y tiene la intención no únicamente de auxiliar en la explicación y entendimiento de la configuración de los yacimientos de hidrocarburos en el subsuelo oceánico del Golfo de México, sino también permite hacer comprensible la estrategia seguida por una de las partes (E.E.U.U.) para sacar ventaja y hacerse de la parte más rica de los yacimientos en disputa. El elemento en cuestión es la zona del fondo de la cuenca conocida como Escarpe de Sigsbee, porque en esa parte se ‘acomodan’ la mayor parte de los hidrocarburos de la zona. Ese escarpe constituye, en términos técnicos, la geomorfología propicia para la concentración de hidrocarburos en la cuenca del Golfo de México.
En la siguiente entrega (Parte II), se presentarán, por un lado, los antecedentes y circunstancias político-económicas que rodearon las negociaciones bilaterales entre los Estados Unidos y México para resolver la disputa y forzar un arreglo formal con el fin de hacer posible la explotación de las riquezas petroleras existentes en la región, sino también la postura patriótica de un diputado mexicano que intervino en el tema de la defensa de la soberanía energética y los recursos petrolíferos del Golfo de México como reacción al avasallamiento del país más poderoso del mundo para dominar las negociaciones bilaterales para hacerse de esos recursos frente a la docilidad y sumisión del gobierno de México en ese tiempo, hasta el inesperado fin del icónico y poco reconocido personaje.