Olvidamos que el COVID-19 llegó para quedarse y hemos bajado la guardia, hoy día, hasta de una gripita, la catalogamos como “Covid sin consecuencias”, pero la realidad es que el escenario no ha variado mucho desde ese invierno del 2019 en que inició esta pandemia, sólo que olvidamos que el COVID-19 existe, es contagioso y afecta la salud con características muy diversas a las que ocasiona una gripe cualquiera.
Ahora que se vive en México lo que se ha dado en llamar “la quinta ola del COVID”, es importante observar que las medidas de seguridad, asumidas por la mayoría de la población durante la etapa inicial de cuarentena, se han ido dejando en el olvido, pasado por alto lo que se ha repetido incesantemente: el virus tiene una gran capacidad de mutación y por eso no hay que bajar la guardia.
En entrevista para Paralelo 24, el doctor en Ciencias, Julián Ramírez Bello, aseguró la importancia de olvidar “que el virus SARS-CoV-2, la variante Omicrón y sus sub-variantes no dejarán de experimentar mutaciones, las cuales seguirán dando ventajas y, también, desventajas para los microorganismos que habitan nuestro cuerpo”.
Desde mediados de mayo de este año ha sido evidente el incremento en los casos de contagio por COVID-19, principalmente en su variante Omicrón y aun cuando el esquema de vacunación que ha implementado el gobierno federal, como en todos los países del mundo, ha resultado en una amplia reducción en el número de hospitalizaciones, se contabilizan ya alrededor de seis millones de personas infectadas en México en lo que va de la pandemia; con un aumento sustantivo en los meses de mayo y junio, superando el número semanal que, durante la primera etapa llegó a 50 mil y, tan sólo en la semana del 12 al 18 de junio, superó los sesenta mil casos, cifra muy por encima de la presentada durante la misma semana en 2020.
Así las cosas, seguirán presentándose variantes, no necesariamente tan benévolas como las reinantes en este momento, pues de acuerdo a la mutación en áreas clave de la proteína espiga del virus y su manera de interactuar con la proteína humana será como atacará el sistema respiratorio y escape del sistema inmunológico.
El investigador Julián Ramírez Bello nos explica este panorama con ventajas y desventajas: “La proteína S, quien interactúa con la proteína ACE2, es la única capaz de infectar las células de un huésped (humano) para dar pie al SARS-CoV-2 en las vías respiratorias inferiores y superiores, por lo que seguirá experimentando mutaciones con características tales como:
“a) Capacidad de transmitirse de humano a humano con mucha mayor facilidad.
“b) Mejor adaptación al sistema inmunológico, lo cual significa, como se ha observado en muchos estudios, que una infección previa con la variante Omicrón no genera inmunidad contra esta misma variante. Lo anterior implica que, si una persona se infecta con la variante Omicrón, de manera natural debería tener cierta inmunidad contra esta variante en una futura reinfección; sin embargo, esto no sucede así y el individuo podrá reinfectarse varias veces con la misma variante e incluso con nuevas variantes”.
“Lo anterior es realmente preocupante debido a que es innegable, hoy por hoy nuestro sistema inmunológico NO puede defendernos de la variante Omicrón, dado que no está generando inmunidad adaptativa de memoria.
“c) Las vacunas, independientemente de la eficacia de cada una de ellas, no podrán detener las infecciones, lo cual quiere decir que vacunarse no significa ponerse una armadura o ponerse un traje especial (o espacial) que evite nuevamente la entrada de SARS-CoV-2. “Vacunarse significa que: si hay inmunidad mediada por anticuerpos contra la proteína S de SARS-CoV-2 que infecta al humano, entonces deberían todas las vacunas protegernos contra este patógeno, siempre y cuando las farmacéuticas hayan tomado en cuenta la secuencia de aminoácidos de las variantes de preocupación que están actualmente circulando en nuestro planeta. Desafortunadamente, muchas vacunas aún no están creadas de acuerdo a la secuencia de aminoácidos de la proteína espiga de Omicrón, motivo por el cual los anticuerpos no se vinculan bien y no tienen el mejor sistema de defensa contra este virus. Más todavía, los niveles de anticuerpos contra la proteína espiga decaen con los meses de tal manera, que algunos estudios siguieren que la inmunidad mediada por anticuerpos contra SARS-CoV-2 puede durar entre 6 y 8 meses. Por lo tanto, es necesaria la vacunación de refuerzo cada cierto periodo, por lo que la recomendación permanente es volverse a vacunar para reforzar el sistema inmunológico”.
“A vacunarse”, es la consigna, la cual ha de responder a la premisa de ser conscientes respecto a que cada uno de nosotros forma parte de la estrategia de contención del virus y a que la eficacia de la vacuna, como cualquier otra, pierde su efectividad en contra de cepas diferentes para las que fue creada.
Es fundamental no olvidar que tener enfermedades como diabetes, obesidad, hipertensión, entre otras, representan riesgos latentes que pudieran motivar que la infección sea más agresiva, incluso con riesgo de hospitalización o muerte.
No olvidemos lo más importante: no dar pie a la negligencia, pues como sociedad hemos relajado las medidas de seguridad tales como no acudir a fiestas, evitar las aglomeraciones, usar cubrebocas, lavarnos las manos frecuentemente, usar alcohol desinfectante, la sana distancia y otras medidas que en los aparentemente lejanos años 2020 y 2021, era el pan de cada día; así que amables lectores, cuidémonos todos y hagámoslo bien, que esta pandemia llegó para quedarse y la convivencia con ella no está resuelta todavía.