La imagen es un ser cuya esencia es la de ser una especie, una visibilidad o una apariencia. […]
La especie de cada cosa es su visibilidad, es decir, su pura inteligibilidad.
Giorgio Agamben. Profanaciones, 2005.
Fardo / segar la hierba / pliegue / idea. Existe un punto de quiebre en el seno del arte del siglo xx, una mudanza entendida como ruptura epistemológica, lograda a través de la implementación de estrategias que buscaban la eliminación de las divisas o políticas caducas del objeto establecido, continente estático, institucionalizado y mercantil; y que, al mismo tiempo, abrieran otras vías para su aprehensión; abordar el hecho artístico, por ejemplo, desde la ausencia y su vicariato, devela un umbral que pone en tela de juicio a la representación, devastadora crítica para el corazón de Occidente: contra esas coordenadas fundadas desde la visualidad misma y sus estatutos contemporáneos en el arte, el no soporte como idea o vicarial posibilidad de todo no objeto deviene ariete que derrumba el corpus de la semejanza; ello a pesar de los espíritus baldíos, sin contenido, como enunció estoicamente Giorgio Agamben (El hombre sin atributos, 1970).
Cuando la crítica (en nuestro caso, la teoría del arte) se torna apología de la imagen, termina por no mirar. Deviene estéril entonces. El conocimiento, cuando no se comparte, está destinado al olvido; a la utilización mezquina desde el poder (político, económico y cultural). La virtus hermeneutica, que pocos entienden, principalmente los artistas visuales, es el punto cardinal del arte. Sin ella, somos Sísifo, repitiendo el eterno camino de la mimesis, que una y otra vez nos lleva a la narrativa literal en el arte, es decir, a la repetición de los cánones establecidos. En efecto, el ejercicio de la crítica perdió, en su papel, ardiente brillantez y valentía. Bajo el hastío y la apatía de un mundo ya sin sentido (eco suspendido entre la tradición y la ruptura) se han sumado infinitas páginas de lógica, que deviene intrascendente, en torno a cómo y qué mirar: entre otras “cosas” porque el conocimiento en Occidente, mejor dicho su disciplina, la teoría, no solamente se ha extraviado en una crisis, sino que dejó de tener una vinculación profunda con la invención. Cuando los modernos sucumbieron, nos legaron cierto cansancio: el arte dejó de ser un puente para convertirse en eje u objeto de su propia identidad. La creación, desde entonces, transita con pasos ciegos en la ausencia.
Transcribir un texto visual (testo visivo) y proyectarlo sobre un plano vertical imaginario -propuesta vinciana del doble-, cual vicarial sombra o espacio meseta: res extensa para la mirada; cuando no ausencia de paisaje. A propósito de la imagen del mundo. Contenedor o receptáculo de un continente contenido, híbrido; intervalo transdisciplinario manifiesto sobre una totalidad ausente: el texto visual (specimen: visibilidad; eidos: idea) acto creador en contra de la imagen del mundo como texto. Toda narrativa y debate contemporáneo en torno al arte finca, de entrada, sus principios a través de la puesta en escena de pretextos, textos y postextos, translatio como medio curatorial. El acto icónico, es video, mirada, poética visual en traslación; corpus, proceso creativo, opus nigrum (documentación y archivo de toda poiesis).
El valor de la comprensión hermenéutica, su punto de inflexión, reside precisamente en teorizar la imagen desde conceptos y valores surgidos de una interpretación basada en un transitar a través de un proceso poiético —que incluya además un umbral epistemológico. Por ello el artificio, que es una premisa fundamental para el arte, se ha tornado vacuo e intrascendente, para no hablar del uso irresponsable de la imagen artística desde un contexto institucional y mercantil; sin tales virtudes la imago del arte seguirá saturada de adjetivos y neologismos y no de sustantivos. La falta de conocimientos singulares que sirvan de basamento a la creación de la imagen artística la torna patética y carente de un ethos crítico. La hermenéutica, en tal virtud, se convierte en una disciplina fundamental en la investigación y teorización sobre la imagen, su condición y estatutos contemporáneos. La hermenéutica vista así es el arte de teorizar como transitar —a través del lenguaje— el mundo o su imagen.
El que tenga ojos para ver, mire mejor, pues ver es un acto retiniano, mecánico; en cambio mirar, deriva de un proceso civilizatorio, racional, creativo (revuelta iconoclasta, sin duda, al menos en Occidente). En efecto, los detractores del arte “contemporáneo” nada entienden del arte posconceptual, pues ven sin mirar, la evidencia diáfana de la creación poiética, la mudanza (esa traslación del concepto) del acto creativo a través del manifiesto transconceptual de la ausencia: crucemos el umbral de la evidencia, a través de la orilla otra del horizonte. ATTRAVERSIAMO